49. ¡Corre!

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Ina

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Ina

Salto de árbol en árbol intentando controlar todo lo que ocurre. Es una situación que demanda toda mi concentración. Por un lado, tengo que controlar todos los mensajes que me envía Alexandria e intentar, al mismo tiempo, saber dónde está ubicada por las descripciones y detalles que me cuenta, pues ella está en modo invisible también. Al mismo tiempo, tengo que mantener en mi línea de visión a mis amigas abajo, intentando predecir sus rutas y combinándolas mentalmente para que sean compatibles con las de los cazadores. Por si fuera poco, yo tengo que trazar mi propio plan de actuación y trato de anular a cada cazador que pueda, pero tengo que hacerlo en el momento justo, para que no me localicen los demás. Y por supuesto, indicarle a Alexandria a quién pretendo anular a cada momento, para evitar que hagamos las dos lo mismo o incluso, que colisionemos por el camino.

El sol ya no es visible y las luces del ocaso apenas iluminan el firmamento. Eso es una gran desventaja para mis amigas, pero también lo es para los que nos persiguen. Sin embargo Alexandria y yo, contamos con ventaja en la oscuridad porque podemos ver con mucha más nitidez que los humanos. Podría parecer irrelevante, ya que somos invisibles, pero en nuestro caso es una ventaja porque los humanos en la oscuridad se orientan con torpeza. La esperanza de que ahora sean más fáciles de emboscar me anima mucho. Saldremos de esta, o al menos, esa es mi esperanza.

El bosque está plagado de personas, pero nuestras opciones parece que van aumentando. Evelin y Valentina llevan buena ruta, aunque se están aproximando bastante a dos personas. Si se las encuentran, lo harán de frente, así que, al menos, no las estarían arrinconando por sorpresa con lo que también juegan con ventaja. Sin embargo, están siendo perseguidas muy de cerca por un grupo de cuatro. Delante va un hombre en solitario y a apenas diez metros detrás, lo sigue un grupo de tres. En otro flanco hay otros tres que también podrían cruzarse en su camino, aunque de momento no las han localizado. Tengo que ir a por el que avanza solo.

Salto al siguiente árbol con todas mis fuerzas y el impulso me aproxima a toda velocidad a su tronco. Tan pronto lo alcanzo, utilizo mis piernas para tomar un segundo impulso en diagonal hacia mi izquierda. Por el aire me cruzo una gruesa rama que agarro con levedad para que mi cuerpo bascule un poco hacia arriba y en ese momento, me suelto. Este movimiento me permite rectificar mi desplazamiento para lograr una trayectoria más ascendente que me hace alcanzar un tercer árbol. Llegando a este, apoyo manos y pies frenando mi impulso, realizo un pequeño cálculo y me doy un pequeño empujón que me hace caer a espaldas del hombre. La gravedad hace su trabajo y me atrae con furia hasta el suelo. Tan pronto caigo, agarro al hombre por la chaqueta desde detrás, con una mano. Con la otra le arranco la escopeta de las manos. Giro sobre mí misma con el hombre bien cogido y lo lanzo con fuerza por los aires hacia el grupo de tres que lo seguía, derribándolos con facilidad. Escopeta en mano, doy un salto hacia un árbol, reboto en el mismo con las piernas y el nuevo impulso me permite alcanzar la rama de otro árbol desde el ángulo deseado

Levanto la escopeta, apunto despacio a una persona enun grupo de dos que se aproxima y disparo. La persona se desvanece casi alinstante. A continuación, lanzo la escopeta con fuerza en otra dirección paradistraer a otro grupo con la esperanza de que den media vuelta al escuchar elruido. Sin parar de moverme, salto en otra dirección para evitar una posiblerepresalia si alguien localizó la dirección de trayectoria del dardo que acabo de disparar.

 Sin parar de moverme, salto en otra dirección para evitar una posiblerepresalia si alguien localizó la dirección de trayectoria del dardo que acabo de disparar

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Valentina

Oigo movimiento por todas partes. Se escuchan golpes y ruidos violentos a nuestro alrededor. No podemos parar, seguimos corriendo sin descanso. Miro a Evelin, está bien. Cada vez tenemos menos luz, me cuesta distinguir entre las sombras. Me siento insegura por la dificultad de distinguir los elementos del bosque. Temo cruzarme con alguien y no darme cuenta.

Salto por encima de una roca. Noto las piernas cansadas, el salto me ha costado. Con el peso de la mochila es todavía peor. Mis movimientos se están volviendo torpes.

—¿Llevas algo en la mochila que pueda identificarte? —me pregunta Evelin.

— ¿Cómo? —respondo sin dejar de correr.

— Sí. Móvil, llaves, cartera, libro, diario.

—Mmm... —Me quedo pensando un poco—. No, sólo llevo comida, agua y ropa.

—¿Llevas todos los dardos encima?

—Sí.

—Navaja, linterna...

—Sí —afirmo.

—Creo que sería buena idea deshacernos de las mochilas.

—Tienes razón —contesto jadeando—, me está robando mucha energía.

—Creo que la comida y el agua es secundario, la ropa ahora mismo también. Ya vamos lo bastante abrigadas por si tuviéramos que parar, aunque no lo creo. No nos llevará semanas salir de aquí, y lo urgente ahora mismo es descargar peso. Si necesitamos comida o bebida, nos ayudarán nuestras amigas. Pero son varios kilos extras que pueden marcar la diferencia entre acabar en manos de los enemigos o sobrevivir a esto. No creo que pueda aguantar mucho más con ese peso encima.

—Tienes razón. Es una buena idea.

Nos paramos un momento para deshacernos de nuestros bultos. Sin dejar de mirar alrededor, posamos las mochilas en el suelo. Nos quedamos unos pocos segundos recuperando el aire, vigilando en todas direcciones. Me reconforta bajar un poco el pulso, lo necesito.

—¡Vamos! —le digo a Evelin, y empezamos de nuevo a correr.

La Extraterrestre - Infiltrada en el InstitutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora