Capítulo 4

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Cuando desperté estaba en la clínica, junto a mi estaban Tiffany y Jack hablando con el médico pues no se explicaban  el motivo de mi desmayo, ya que todos los análisis que me hicieron salieron perfectos, pero él médico explicó que probablemente era el cansancio de estos días, aunque en el fondo yo sabía que esto tenía algo que ver con aquel baúl. 

Volvimos a casa y terminamos de organizar lo que hacía falta, yo preferí no contarles nada acerca de lo sucedido porque no quería asustarlos. Los siguientes días pasaron en calma, mi libro estaría a la venta en unas pocas semanas y yo estaba encantado, Tiffany se llevaba muy bien con las vecinas y estaba a punto de iniciar a trabajar como diseñadora de interiores en una empresa de la ciudad y Jack estaba muy feliz en su nueva escuela, yo había olvidado todo lo sucedido con aquel baúl y solo lo recordaba al ver las misteriosas flores de plástico en mi solar, las cuales insistí en quitar varias veces, pero a Tiffany le agradaban así que no lo hice. 

Una noche como cualquier otra, luego de cenar y hablar sobre nuestro día, como era costumbre, nos fuimos a la cama, Tiffany estaba tan agotada con su empleo que se durmió casi de inmediato, pero yo no lograba conciliar el sueño, me sentía observado, incomodo, como si no estuviera solo, me di media vuelta intentando sacar esas ideas de mi cabeza, pero sentí de nuevo aquel mareo... me desperté asustado, estaba acostado abrazando aquel baúl y tenía en mi mano una foto de mi pequeño Jack, tenía el corazón tan acelerado que no me dí cuenta de que ya estaba claro afuera, intente calmarme pero me fue imposible en ese aterrador lugar, baje rápidamente hasta la primera planta y fue cuando me di cuenta que ya eran las 10 de la mañana. 

Mi hijo debía estar ya en el colegio y Tiffany me había dejado una nota diciendo que estaba en el mercado, yo estaba intranquilo, sentía que eso era el comienzo de algo peor, y no me equivocaba; me senté a tomar un café y no podía dejar de pensar en lo ocurrido, ¿cómo había llegado hasta el baúl?, ¿qué hice hasta llegar allí?, ¿por qué tenía la foto de mi hijo? y peor aún ¿Por qué quedaba inconsciente?, no permitiría que eso me sucediera de nuevo, así que aprovechando que era sábado y no tenía compromisos, fui a comprar una cámara y la instalé en el ático. 

Flores de PlásticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora