✩✥ LA SANGRE DE MEDUSA ✥✩ CAP2 [FINALIZADO 2016]

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Aún sin haber tenido tiempo de asimilar todo lo sucedido, el joven Minho, acabó por cortar todo contacto con sus hermanos mayores a pesar de que ellos insistían en acercarse a él, su mejor arma en aquellos momentos era simplemente guardar silencio y fingir que no existían y que no podía verles ni escucharles, mucho menos a Soo Ho, que era el culpable de que todo hubiera desencadenado en aquella catástrofe que a sus 19 años, bien podía ser lo más parecido al fin del mundo. Munjong y el resto pensaban que persiguiéndole por el palacio o increpándole con amenazas lograrían que les dirigiera la palabra, pero si había algo que Minho no soportaba, era la traición de modo que aún cuando se vio arrinconado por sus cuatro hermanos mayores y siendo empujado contra la pared, persistió en su actitud de que no existían.

Su padre le había dicho que la boda se celebraría antes de dos meses para evitar que se conociera de más el estado de la muchacha. De modo que uno de aquellos días, en los que aún podía pensar de sí mismo que era un hombre libre, volvió a salir a pasear con su caballo más allá de los campos de cultivo, era evidente que en casa se sentía terriblemente agobiado,más por su pronto casamiento que por el acoso y derribo que ejercían sus hermanos mayores. Por suerte su madre no lo perdía de vista y tan pronto como alguno de ellos iba a molestarlo, la reina salía de alguna esquina a llamar la atención de sus hijos mayores. Debería avergonzarles aquel comportamiento denigrante e infantil, absolutamente impropio no solo de príncipes sino de hombres adultos, que se suponía que eran.

Una vez más, en la linde del bosque se sintió medianamente a salvo,sobretodo bajo la protectora luz de un sol que parecía brillar ajeno a la tristeza que le embargaba. No había nadie detrás de ninguna esquina ni le esperaban sermones de cómo debía de comportarse en cuanto fuera un hombre casado y de sus deberes para con él bebé que ni siquiera había engendrado... ¿Por qué él? Ni siquiera le gustaban las chicas... O al menos nunca había sentido nada por ninguna que no fuera quizás mera simpatía... ¿Cómo podía estar seguro de ello? Siendo aún pequeño, ni siquiera alcanzaba los 10 años de edad, sus hermanos mayores, en su mayoría adolescentes con las hormonas descontroladas, lo llevaron junto con ellos a espiar a las criadas en el baño de mujeres. Si bien por su corta edad o porque verdaderamente no sentía nada por el sexo opuesto, fue más bien traumático, pues la reina se encontraba en aquellos baños , desnuda como las demás. Aquello se repitió incluso en un par de ocasiones más pero él no quiso volver a participar y veía volver a sus hermanos asegurando estar muy calientes y con ganas de "follarse" a alguna mujer... No le era desconocido que al menos 3 de ellos habían forzado a criadas a practicar sexo con ellos pero... el silencio de las jóvenes era el candado que sellaba el secreto, pues si no hablaban es que no había pasado.

Se frotó la cara con las manos, resoplando mientras intentaba alejar esos pensamientos de su mente. Él no era ni mucho menos parecido o igual que aquellas sabandijas que desgraciadamente llevaban su misma sangre corriendo por sus venas y fue entonces cuando se preocupó de saber si lo que le sucedía era alguna clase de problema pero... ¿Con quién hablarlo? No podía pretender que su padre, el rey, viera con buenos ojos una declaración como la que él podía hacer...¿Cómo decirle? ¿Y a su madre? Ella era más comprensiva y al fin y al cabo sus otros cuatro hijos, eran verdaderos prodigios del sexo o así se definían ellos mismos... Asintió para sí y se puso en pie dispuesto a regresar a casa con premura, para tener tiempo de encontrar a su madre en una de sus horas de lectura, de ese modo nadie podría interrumpirlos y quizás, si era lo suficientemente discreto, sus hermanos no le verían entrar ni le perseguirían al verlo andar con cautela y secretismo hasta las habitaciones de la reina... Al menos tenía la certeza de que Munjong no estaría, pues siempre atendía los asuntos de palacio junto a su padre. Del resto no podía estar seguro, pero no le quedaba más remedio que aventurarse e intentarlo. Subió a lomos de su caballo y lo espoleó para ir al galope de regreso al palacio, tenía demasiadas preguntas que hacerle a su madre, alguien mayor y más sabio como ella podría responder a sus desvelos y a su horrible incomodidad ante la evidencia de que no le gustaban las mujeres o al menos, ninguna le había gustado hasta la fecha.

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