Bess.
El sistema es una mierda.
Desde que soy una niña me han enviado de casa en casa, como si me tratase de una pelota de ping-pong que puede revotar de un lugar a otro.
¿Qué no saben que jugar a ser pelota te deja con un horrible mareo?
Además, ¿de verdad todas esas psicólogas y trabajadoras sociales no saben que los hogares de acogida son lo peor que a un niño le puede pasar?
Porque lo son.
Créemelo a mí y a mi experiencia.
Son incontables las veces en las que un padre alcohólico me ha utilizado de criada personal para que le lleve sus muy frías botellas de cerveza hasta su sofá, en donde él se está rascando su gordo trasero como el holgazán que es.
Son innumerables las veces en que psicóticas madres celosas me han acusado de querer seducir a sus muy babosos y poco respetuosos esposos; como si fuera atractivo un sujeto gordo y calvo que huele a siete días sin bañarse.
No recuerdo cuándo fue la última vez que un cachondo hijo intentó propasarse en las noches. Afortunadamente, la navaja que siempre cargo conmigo ha estado ahí para defenderme.
¿Y las hijas con ínfulas de reina que creen que pueden pisotearte? Ufff, esas son las peores.
Así que si me preguntas cuándo voy a volver a un lugar de acogida, mi respuesta es... ¡Exacto! ¡Nunca!
Inclusive si tengo días sin probar lo que es la comida, y la ropa que llevo puesta ya está cansada de tener tantos remiendos para que no termine de romperse, no importa. Porque al menos no tengo a personas desagradables, tratándome como si fuera menos que ellos por el simple hecho de haber tenido la desagradable suerte de tener padres miserables que me dejaron frente a un orfanato con tan sólo días de nacida.
¿Qué si me deprime que mis padres me hayan abandonado cuando era sólo una bebé?
No, soy feliz de que lo hayan hecho.
Por ahí hay un dicho que dice que mejor sola que mal acompañada. ¿Lo has escuchado antes? Pues esas son las palabras que rigen mi vida.
¿Qué clase de pirada va a querer estar con unos padres como los míos? Afortunadamente, yo no. ¡Y alabado sean todos los panecillos del mundo, jamás lo seré!
Así que estos son los planes de mi vida, la larga lista que organizadamente he enumerado en mi cabeza.
Número uno, esperar a cumplir los dieciocho años, porque claro, el estúpido que dijo que hay que tener dieciocho años para poder trabajar, se cargó mi vida y la de unos cuantos más. Como sea, debo acoplarme a este desastroso mundo así me parezca una locura. O tal vez soy yo la loca.
En fin... sigamos con mi lista.
Número dos, creo que ya lo sabes. ¡Sí, señoras y señores! ¡Trabajar, trabajar y trabajar! Porque de nuevo, el estúpido que dijo que se necesita del dinero para vivir, sí, ese sujeto también se cargó mi vida y probablemente la de toda la humanidad.
Y viene el ítem número tres, que claro, te lo diré cuando lo tenga. Porque hasta el momento, no lo sé.
¿Deprimente? Tal vez, pero atrévete a quitar la sonrisa de mis labios y te ganarás un problema.
Y en el día de hoy, mientras me paseo por una de las calles de la ciudad, protegiéndome pobremente con el abrigo que es mi más preciada propiedad —por no decir la única que tengo—, pienso en que todo sería perfecto si el hambre no existiera.
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Ilegalmente Suya |Disponible en Dreame|
RomancePROHIBIDA LA ADAPTACIÓN TOTAL Y/O PARCIAL DE ESTA OBRA. REGISTRADA EN SAFE CREATIVE BAJO EL CODIGO 1905010789664, CON TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS DE AUTOR. Bess es para Aaron la luz que él no sabía que necesitaba. |Disponibles sólo los cinco pri...