Bess.
— Bess, bonita — alguien sacude suavemente mi hombro —. Bess.
Me despierto del sueño en donde un par de pequeños y adorables cachorros jugueteaban conmigo, corriendo por el prado verde del parque mientras yo iba detrás de ellos.
— ¿Aaron? — Pregunto cuando logro ver sus ojos azules frente a los míos —. ¿Qué pasó?
— Te quedaste dormida.
Sus palabras de inmediato me hacen abrir los ojos desmesuradamente. Me siento correctamente en el sofá, levantando mi cabeza de sus piernas.
¿En qué momento llegué a esa posición?
O peor aún, ¿por qué permití dormirme sobre un desconocido que bien pudo hacer de mí lo que quisiera?
Pero una mirada a sus ojos azules, y sé que con él estoy a salvo.
Es tan raro y nuevo lo que siento en su presencia.
Y es que, santa mierda, soy consciente de que no tengo más de veinticuatro horas de conocerlo. Pero en este corto tiempo que hemos pasado juntos, él me ha mostrado bondad, respeto y cariño.
Más de lo que alguien alguna vez me ha ofrecido.
Por primera vez sentí lo qué es que alguien se preocupe por mí.
— Lo siento — estiro mis brazos a mis lados mientras sonrío perezosamente —. ¿Qué hora es?
— Van a ser las diez — dice, mirando su costoso y plateado reloj de mano.
Vaya, no pensé que fuera tan tarde.
Arrugo mi nariz ante el estornudo que quiere escaparse de mí, pero finalmente no soy capaz de retenerlo y pronto el chistoso sonido se escapa de mi boca.
— Lo siento — murmuro de nuevo, llevando mis manos a mi boca mientras siento sonrojarme.
Aaron me mira, si mi imaginación no me está llevando muy lejos, con ojos llenos de ternura.
— ¿Por qué no vas y cepillas tus dientes mientras yo te busco una sábana abrigadora para esta noche? ¿Te parece?
Sonrío con todos mis dientes mientras asiento con entusiasmo.
Nunca tuve una madre que me enviara a lavar mis dientes cada noche, eso lo aprendí yo sola. Ya sabes, higiene personal y todo eso. Tampoco tuve a nadie preocupándose porque tenga una buena manta que me abrigue mientras duermo.
Ahora, escuchando a Aaron, unas increíbles ganas de chillar me entran, pero me controlo porque no quiero que piense que soy una llorona.
No lo soy.
Me pongo de pie rápidamente y corro dentro del baño. Me tomo mi tiempo cepillando mis dientes, amando el sabor de la pasta dentífrica en mi lengua. Cuando he terminado, sonrío frente al espejo, mirando mi sonrisa.
Sin la suciedad de mi rostro y cabello, y sin las desaliñadas ropas que tenía, me veo como una Bess nueva.
Puedo jurar que mis ojos brillan más y la idea de que iré a dormir en una suave y acogedora cama con sábanas que me mantendrán calientita, trae más brillo a mi mirada café.
Miro detrás de mí la canasta en donde está la ropa sucia que me quité antes de bañarme y me acerco en busca del abrigo para sacar de allí la navaja que ha sido mi fiel compañera durante años. Y la miro allí, entre mis manos, pensando en si es buena idea llevarla conmigo o no.
Estás a salvo conmigo, bonita.
Las palabras de Aaron se repiten una y otra vez en mi cabeza, y antes de que si quiera lo note, ya he dejado la navaja de vuelta dentro del abrigo.
ESTÁS LEYENDO
Ilegalmente Suya |Disponible en Dreame|
RomancePROHIBIDA LA ADAPTACIÓN TOTAL Y/O PARCIAL DE ESTA OBRA. REGISTRADA EN SAFE CREATIVE BAJO EL CODIGO 1905010789664, CON TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS DE AUTOR. Bess es para Aaron la luz que él no sabía que necesitaba. |Disponibles sólo los cinco pri...