Luchar por lo que quieres.

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NARRADOR OMNISCIENTE.

-¿Sara, como pudiste hacerle eso a tu propia hija? ¿Que acaso no la amas? ¿Ya no la quieres como hija? Porque yo no tengo problema en tener que cuidarla, lo que no haz hecho tu. - escupió su ex-esposo, Ethan Thompson.

-¿Como te atreves a decir todo eso, Ethan? Es mi hija, no te conozco. ¿Como puedes pensar que soy así, Por Dios? -contesta ofendida la cruel pero triste Sara.

Sara... Sara West. Pensó deprimida. Ahora ella misma se hacia esa pregunta ¿como pudo hacerle eso a su propia hija? Ya no se reconocía. Supo desde la primera vez que vio los grandes ojitos de su curiosa hija que Bethany seria un problema. Con el paso del tiempo, su hija comenzó a sacarlas de las casillas. Beth no quería ser perfecta. Y Sara quería que lo fuera. Perfecta. Perfección. Ella creía que no le pedía tanto, después de todo, sus otros hijos cumplieron con la orden de ser perfectos. Pero ella no era su otros hijos. Lo que a Sara no le entraba en su pequeño mundo, es que nadie necesita ser perfecto para ser feliz. Después de tantos años, tantos golpes, tantos gritos, tantas amenazas hacia su pequeña lo comprendió.

Su hija era feliz. Y no era perfecta. Solo era ella y eso le bastaba.

Solo era Bethany Alice Thompson West.

-Después de tu testimonio y el de mis hijos, me basta para saber que eres una pésima madre, Sara. No mereces los hijos que tienes. Ellos tienen un corazón lleno de compasión, amabilidad y amor. El tuyo es de piedra. Aprende esto, ¡deja que ellos sean feliz a su manera! ¿Comprendes? Va a llegar un día, en el que ninguno de ellos te quiera y todo porque tu no les diste libertad. Te lo advierto Sara West, luchare por Bethany, Dylan y Sky. Mis otros dos hijos son adultos, ellos pueden tomar sus propias decisiones. Pero a los otros tres los salvaré de ti. Los salvaré de tus garras Sara West. Que no se te olvide, luchare por la libertad de mis hijos. Mañana mismo lo haré. Buenas noches, Sara. -dice Ethan, antes de dar media vuelta y salir de la que era su casa, no sin antes gritarles un "adiós" a sus otros hijos.

Sara sintió como su mundo entero se desmoronó bajo sus propios ojos. El hombre al que amo, y aun ama, le dijo todas esas ofendentes palabras. No lo podía creer. Pero ella sabia que se lo merecía, que se merecía todos los insultos del planeta. Lo que le hizo a su hija no tenía precio. Ella no se lo merecía y pese a todo decidió seguir. Lo que Sara no entendía es que porque Bethany sencillamente no acepto el hecho de que debía ser perfecta. Pero después de todo, lo que Bethany no sabia era que su madre estaba orgullosa de ella. Solo un poco, pero algo es algo ¿no? Estaba orgullosa de su persistencia hasta alcanzar su objetivo, su simpleza, que no quisiera ser perfecta.

Bethany jamás le perdonaría lo que hizo a Sara.

-Señorita Thompson, aquí está su té rojo. ¿Necesita algo mas? - dijo Adam, el mayordomo, entregándole una humeante taza de té con galletitas.

-De hecho... Si Adam. Dame un consejo. Que haría tu en mi lugar. -dijo Sara al borde de la desesperación total.

Sorpresa es una palabra que quedaba corta. Adam estaba impactado por la petición de Sara. El siempre la ha visto como una hermana, claro una hermana loca, pero jamás pensó que lo de hoy sucedería. Eso fue lo que rebalso el vaso. Adam ya le agarro cierto grado de odio a su cliente, al igual que Susan. Ellos dos trataban a Bethany como su hija, y lo que vieron hoy hizo que ambos estallaran en llamas de ira hacia Sara.

-Bueno, señora, no soy el mejor dando consejo, pero si le dijo que deje ser feliz a Beth. Déjela ser libre. No la presione a ser perfecta, porque usted y yo sabemos que ella es feliz siendo imperfecta. Con permiso señorita... West. - dijo Adam antes de caminar con paso apretado hacia su habitación.

Genial, hasta el mayordomo me odia, ¡bien hecho Sara! Pensó la misma. Ya no sabia que hacer la pobre Sara. Su ex la odiaba y ella lo amaba, sus empleados también la odian, y como si fuera poco, sus hijos también la odiaban. No le sorprendería que Cosmo, el perrito de sus padres, también la odiara. No seria ninguna novedad.

Con suspiro de agotamiento, decidió subir a su habitación, para poder descansar un rato de... Todo. Luego, cuando ya estaba más cómoda en su gran cama, un millón de pensamientos cruzaron su mente. ¿Como estará mi hija? Se preguntaba una y otra vez. Y con esa pregunta en mente, Sara se quedo dormida antes de lo esperado.

Por su parte, Ethan ya se encontraba en su solitario hogar. ¡Como desearía ese hombre poder tener a uno de sus hijos con el en ese momento! Se sentía solo y triste, pero no podía hacer nada por eso. El estaba dolido por las palabras que le dijo a Sara, pero sabia que debía ponerla en su lugar, y el cumpliría su promesa, lucharía por sus queridos hijos. Y con esa idea en mente, cayó en los brazos de Morfeo.

¿Como se encontrará Beth? Pensaron los tres hermanos con la mente en blanco. Los tres se sentían culpables por lo que paso y acordaron que cuando su hermanita salga de ese maldito hospital, conversarían con ella. Tratarían de entenderla, aunque fuera difícil de comprender. Por su parte, Dylan, estaba deprimido. Hillary confusa. Y Hunter frustrado. Pero todos estaban preocupados. Y con esa preocupación continua, se abandonaron al sueño.

-Bethany...

-Auxilio, auxilio...

-¿Que sucede?

-No quiero estar aquí. Quiero irme.

-¿Adonde quieres ir, Beth?

-Lejos, lejos de aquí.

-¿A casa?

-No, no quiero ir donde están todos... Ellos.

-¿Tu familia?

-Ya no se si llamarlos de esa forma..., no se lo merecen.

-¿Los perdonarías, Bethany?

-Nunca, jamás se ganaran mi perdón, no los quiero volver a ver, a ninguno de ellos, nunca.

Hillary, Hunter, Dylan,Sara, Ethan, Adam y Susan. Los siete acaban de tener el mismo sueño. A cada uno les parecía tan real... como si de verdad hubiese pasado. Pero no. Pero tal vez suceda. Nadie lo sabe. Es decisión de ella. Los sentimientos de ellos están en las manos de Bethany y solo de ella. Y a base de ese aterrador sueño, los siete han tomado una decisión.

-Luchare por ti, Bethany, no te quiero perder, luchare por lo que quiero, por una vez. - dicen los siete, sin tener idea que todos tienen la misma meta.

Entre un millón de amigos (BEFF#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora