—¿¡Qué mierda haces aquí!?
Mi chillido retumbó por toda la habitación y aquél estúpido chico se sobresaltó, clavando sus grandes ojos en mí como si hubiera visto un fantasma. Mi cara también era un poema en esos momentos, incapaz de procesar que él estuviera segundos antes prácticamente durmiendo en mi cama, roncando y con la baba saliendo de su boca.
No entendí bien cómo era posible que hubiera podido entrar en el lugar sin mi llave, pero pronto divisé la puerta de mi pequeño balcón abierta de par en par. Para mi mala suerte, cada balcón se separaba por un muro no lo demasiado alto; algunas alumnas habían creado una pequeña pared con mamparas de plástico o regaderas para crear más intimidad en sus espacios y supe que debería hacer lo mismo si quería evitar intrusos en mi dormitorio.—¡Ay, me has asustado!
—¡Y tú a mí, es mi habitación!
—Esque tenía una duda rodando en mi cabeza desde hace tiempo y nadie me ha contestado nunca —se excusó, incorporándose con lentitud en el colchón. El gorro de Santa Claus se le había caído, pero no le dio importancia. No me molesté en preguntar de dónde lo había sacado ni el porqué lo llevaba si aún estábamos en agosto.
—¿Y por qué justo tengo que hacerlo yo?
-Porque eres una chica... -una sonrisa surcó sus labios al verme poner los ojos en blanco, cediendo y cerrando la puerta tras de mí-. ¿Por qué las mujeres no se pueden pintar las pestañas con la boca cerrada?
Me mantuve en silencio unos instantes, esperando a que prosiguiera a decir algo con sentido y que aquella estúpida pregunta haya sido una broma para entretenerme más de lo normal. Pero no, su rostro estaba completamente serio y tampoco volvió a hablar, ansioso por mi respuesta.
—No, joder. ¿¡Ves!?, ¡nadie puede responder!
—Vete de aquí.
No estaba para soportar aquella actitud infantil que el chico sacaba a la luz de manera inconsciente. Lancé las llaves sobre el escritorio y caminé con parsimonia hasta el armario, del cual saqué mi pijama y unas pantuflas en forma de garras de tigre. Taehyung parecía no haber entendido aquello, ya que seguía tranquilamente sentado y observando mis movimientos.
—En realidad, venía a negociar contigo.
—No me interesa nada tuyo, gracias —agarrando su brazo, tiré de éste para levantarlo.
Intento fallido, ya que él tiró a la vez hasta hacerme caer sentada a su lado. El colchón se balanceó bajo mi peso y centré la mirada en el rostro del castaño, dedicándole una mirada de pocos amigos.
—Te propongo algo. Yo me encargo de tu castigo este fin de semana.
De repente, al escuchar aquello, toda mi atención se centró en él y lo observé curiosamente, con el ceño más fruncido de lo normal. Quizá se estaba ofreciendo porque se sentía culpable, ya que yo no tenía había tenido nada que ver aquella noche, más que buscar algo de comida que cenar; sin embargo, aquellas orbes oscuras ocultaban algo y su mirada de diversión no me gustó mucho.
—¿A cambio de qué? -insistí.
—De que seas la bartender de la fiesta de hoy. No va a ser aquí en la Universidad, así que no hay preocupaciones de sanciones ni nada de eso. Si aceptas, yo haré tu castigo.
Parpadeé unos instantes, ambos manteniéndonos con atención el contacto visual. Estaba loco si creía que, después de lo ocurrido días atrás en la fiesta anterior, iba a ceder a ayudarle. Era cierto que el castigo era una gran mierda, pero prefería aquello a que en aquella ocasión fuese la policía quien descubriese la celebración y las consecuencias fuesen el doble de malas.
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Trillizos Park. - bts
FanfictionCuando existen dos réplicas tuyas, tu mayor deseo es destacar por tus cualidades y buscar algo que te defina. Por esa razón, esos tres chicos eran exactamente iguales y diferentes al mismo tiempo. Lidiar con ellos era incluso más difícil que aprende...