TÍTULO 11: MIEDO

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No quería que se fuera, tenía que hacer algo. Sin embargo, no creía que fuera el momento adecuado, así que, decidí esperar y hacerlo cualquier otro día. Recuerdo haber dicho que no dejaría que mis confusiones me controlaran de nuevo, pero algo me decía que lo mejor era esperar un poco más. Tal vez fue lo mejor, no puedo saber con claridad que pudo haber pasado si hubiera actuado de manera impulsiva en ese momento, debía saber jugar mis cartas para continuar manteniendo esa bonita relación que teníamos. Esa fue una de las razones por las cuales decidí no hacer nada aquel día.

Las sombras de los sueños, siempre he tenido la creencia de que son aquellas las que nos ayudan a descubrir nuestro destino. Qué fácil sería si todos pudiéramos leer nuestro destino dentro de un libro, ¿no lo creen? Me gusta cada que tengo un sueño, pues siento que descubriré algo más de mi futuro, o incluso de mi mismo.

Esta vez me encontraba platicando con alguna persona, no recuerdo su rostro, fui deslumbrado por su galante belleza. Recuerdo que la conversación no era como cualquiera, no era la típica conversación que tienes con tus amigos, en esta había cierto dinamismo, había fluidez, no había tiempo muerto. Al parecer ambos podíamos proseguir en la conversación, teníamos un tema muy amplio que, también era muy flexible. Era una mujer, eso sí lo noté en mi sueño, que tenía una hermosa y dulce voz, una voz que podía enamorar a cualquiera con sólo escucharla. Esta vez recuerdo haber visto un rostro humano, no sólo una sombra, pero era borroso. Su voz me tenía cegado, no podía pensar en más que no fuera su preciosa voz, una verdadera voz de ángel. Esos pensamientos sobre su voz, me impedían enfocarme en su rostro. Tenía la ligera sospecha de que por primera vez me permitirían conocer a aquella persona de angelical voz, pero sólo era una trampa. Una trampa que me ayudó a solucionar parte de mis confusiones. No quería perder la hermosa relación con Norma Olga, pronto me di cuenta de que era mejor mantener una relación de amistad que arriesgarla por una <<tal vez>>. Este sueño no sólo fue de los más claros que tuve, también me dirigió a tomar otro camino al que yo tenía planeado en un principio. Después de todo, los sueños te permiten tener contacto con tu inconsciente, no pueden estar tan equivocados.

Al momento que me desperté, no pensaba en otra cosa que no fuera aquella idílica voz. Trataba de recordar y enfocarme en su rostro, más sin embargo, no conseguía hacerlo. Era como si su voz me hubiera hipnotizado y me bloqueara la imagen de su rostro. Estuve tiempo acostado en la cama apuntando en mi libreta todo lo que recordaba de aquella conversación, con el fin de encontrar algo que me ayudara a reconocer y enfocar su rostro. Sólo recordaba estar en un café, sentado frente a ella en una mesa redonda. En el fondo parecía haber un kiosco, algunos otros locales de comida, algunas canciones clásicas de fondo. Aquellas canciones clásicas pasaron después a ser canciones de <<Sin Bandera>>, un cambio que me pareció un poco drástico, tal vez ese cambio de música significaba algo, o probablemente era una simple coincidencia. Pues recuerdo que en ese momento, la conversación empezó a tornarse cada vez más íntima.

Desafortunadamente, fue después de eso cuando me desperté, sentí miedo, no de llegar a intimar, no de ella. El miedo que sentí fue por la misma razón por la que decidí no llegar a algo más con Norma Olga, sentí miedo de perder esa relación, miedo de no desarrollar de buena manera la conversación, miedo de cometer errores.

Después de recordar todo eso, decidí levantarme. En un momento creí que sería difícil bajar para poder sentarme en algún sillón y esperar a que el padre de Norma Olga me pudiera revisar, quería irme ya, ya no quería causar más molestias. En esos momentos sólo pensaba en aquella sombra de angelical voz, sabía que Norma Olga se daría cuenta de que no sentía algo más por ella, y sentía que eso probablemente pudiera dañar nuestra relación. No quería que nada cambiara entre ella y yo. La única manera de no afectar nuestra relación, en esos momentos, era salir rápido. Para mi mala fortuna, su cuarto resultaba ser el de enfrente a donde yo me había quedado. Por lo que ella sabría en qué momento salí, y muy seguramente saldría para verme y hablar conmigo, algo a lo que yo estaba indispuesto en esos momentos.

Tendría que salir de cualquier forma y sabía que me la tendría que topar al menos 3 veces en ese día, cuando saliera del cuarto, en la hora del desayuno y al momento en que me fuera de su casa. Tendría que tratar de disimular, para mí no era difícil y mantener la relación, pero si ella se empezara a sentir menospreciada por mi, ahí es donde estaría el problema. Tenía que jugar muy bien mis cartas para evitar un cambio drástico en nuestra relación. Traté de ver lo que podría pasar desde distintas perspectivas. Me di cuenta de que estaba pensando un poco egoísta, al parecer no quería que nada cambiará más por tenerla junto a mi, que por su felicidad. Tendría dos opciones, el dejarla por la paz y no volverla a lastimar por ninguna razón, tal vez no era lo mejor para ambos, pero yo estaba dispuesto a perder mi relación con ella por no lastimarla nunca más. Y la segunda opción, tratar de mantener esta relación, en la cual, muy probablemente la lastimaría cuando descubriera que lo hice más por mi que por ella.

Ambas tenían consecuencias inevitables, debía pensar rápido, claro y con cuidado. Una decisión intermedia parecía ser la mejor, aunque al elegir esta opción me estaría arriesgando a ir por un camino un tanto desconocido, no sabría realmente las consecuencias. Tendría que caminar a ciegas en la relación, tal como si no conociera a Norma Olga, algo que no me permitiría mantener la relación tal como era en ese momento. Yo no era mucho de hacer las cosas arriesgándolo todo, pero en este caso las circunstancias eran más fuertes que yo.

Salí del cuarto seguro de mi decisión y de lo que haría cuando me topara con Norma Olga. Trate de ser un poco silencioso para no llamar su atención, pero sabía que aún así se daría cuenta de mi presencia en el pasillo, así que tuve que idear respuestas para posibles preguntas que ella me haría al verme:

- Hola, buenos días -dijo ella al verme salir.

- Hola, buenos días - contesté.

- ¿Dormiste bien? ¿No te molestó la rodilla? - me preguntó interesada.

- Si, dormí muy bien y no, no fue ninguna molestia comparada con la que yo les he de estar causando. - dije tratando de agradecer su amabilidad.

- ¿Molestia? No, no es ninguna molestia. - dijo amablemente - al contrario para mi es un honor tenerte en mi casa - se sonrojó.

Después de aquel sueño y todo lo que pensé, me sentí incómodo cuando vi su expresión. Esperaba que ella no se hubiera dado cuenta de la incomodes que sentí por su comentario. Así que traté de responder rápido y con seguridad - Gracias. Aunque, no creo que sea del todo un honor tener un lisiado como invitado, ¿o si? - contesté burlándome de mi propia desgracia.

Al ver su expresión me di cuenta de que ella se molestó un poco cuando escuchó mi comentario, realmente no sé cuál fue la razón - bueno, mejor vamos a desayunar. - dijo ella.

Las sombras de los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora