— Señorita, tenemos que cerrar ¿sería tan amable de apresurarse? —
Tras asentir levemente con la cabeza mientras sonreía al joven empleado frente a mí, miré la hora en mi reloj pulsera ¡Las nueve de la noche! Cielos, creo que soy la única persona en este mundo que sale a hacer las compras tan tarde. No aprendería jamás. Examiné mi pequeño canasto de compras con la esperanza de tener todo para la cena allí dentro y apreté los labios haciendo una pequeña mueca mientras caminaba hasta las cajas registradoras esperanzada de no olvidar nada. Siquiera tuve que hacer fila y pagar fue algo rápido, al parecer era la única en el pequeño mercado del barrio y los amables empleados sólo estaban esperando por mí para poder acabar con la jornada laboral y regresar a sus respectivos hogares.
Mientras salía de allí con mi bolsa ecológica cargada de mi reciente compra, pensé con una pequeña sonrisa danzando en mi rostro que si no hubiera perdido la noción del tiempo en el cuarto de artes no hubiera necesitado a mis tripas sonando desaforadas para alertarme que era muy tarde, debía cenar y mi refrigerador estaba completamente vacío. Lo intentaría recordar para la próxima o al menos procuraría no estar con la heladera completamente vacía a mitad de la semana. Sinceramente me caracterizaba por ser una persona desastre, algo despistada y que llevaba el vivir el día a día a extremos que al resto de las personas podría llegar a molestarle, pero, así soy feliz.
— ¡Bonnie! — chilló alegre una pequeña pulga rubia mientras se abalanzaba a mis brazos.
Estaba apunto de ingresar a mi edificio al mismo tiempo que la agradable familia Leonards estaba de salida.
— Carol, cariño. — la acurruqué entre mis brazos haciendo equilibrio con la bolsa de mis compras mientras les ofrecía una cálida sonrisa a sus padres. — ¿Van de salida? — consulté amable, por más que fuera algo obvio me gustaba entablar conversación con mis vecinos, más aún cuando eran tan cercanos y amigables como los Leonards.
— ¡Sí! — dijo en un fino grito mi pequeña amiguita, otra vez, contestando antes que sus sonrientes padres quienes observaban la escena tomados de la mano. Supe que ahora la conversación era de nosotras dos. — Iremos a caminar un poco, porque mis papis dicen que la noche está muy bonita. — con sus cinco años, la pequeña era toda una parlanchina. — Pero no volveremos tarde. No, no. — el tono de voz que utilizaba me hizo pensar que estaba repitiendo palabras que le habían sido dichas antes de nuestro encuentro y no pude evitar sonreír con mayor amplitud.
— Mejor. Los niños tienen que dormir temprano y ya es muy tarde, señorita — ahora ya no estábamos abrazadas, por lo que puse los brazos a mis costados tipo jarra. Fingí regañarla pero todo en mi rostro decía que solo estaba bromeando, ella lo sabía.
— Sí, y mañana tengo que levantarme temprano. Tengo que ir al jardín. — arrugó la nariz con descontento y yo reí. Esa niña era todo un caso.
— Pues no te robo más tiempo, cariño. Disfruta el paseo y no te olvides que mañana pintaremos con oleos. — Bese su suave mejilla e hice lo mismo con la de sus padres que todavía estaban allí parados observándonos. — ¡Hasta luego! — dije antes de perderme en mi camino hasta los ascensores.
— ¡Adiós, Bonnie! — sentí que decían los tres a coro.
— Estoy muy ansiosa por la clase de mañana, mami. Bonnie es genial. — no pude evitar sonreír con emoción cuando antes de subir al ascensor escuché ese adorable comentario por parte de mi pequeña alumna.
A pocas cuadras de mi edificio había una escuela de artes que contaba con diferentes talleres para niños. Yo era la encargada del taller de pintura desde hacía tres años y Carol era una de mis tantas pequeñas estrellitas del lienzo. La escuelita era comunitaria sólo pagando un pequeño bono de contribución podías acceder a la clase que deseases, incluso la mayoría de los materiales eran sustentados por mi propio dinero y no me quejaba porque siempre había hecho esto por gusto propio.
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» Wake me up { Harry Styles fanfiction }
FanfictionÉl llevaba toda su vida dormido, o al menos gran parte de ella, ajeno a todas las cosas maravillosas que se estaba perdiendo y sumergido en un estado de completa oscuridad. Sólo necesitaba una pequeña sacudida, algo que lo trajera de su sueño sin fi...