Se abría paso entre las miradas sorprendidas de los habitantes españoles, era alguien exótico para cualquiera y él lo sabía por eso su cara estoica resguardaba su fino rostro tan pálido con la porcelana. Así era Yuri tan reservado y con esa mirada desafiante que ponía la piel de gallina a quien lo mirara por siquiera un segundo. –Ese es ¿Yuri plisetsky? –Murmuraron unas chicas entre la multitud, mala idea tuvieron. Una serie de fans aparecieron en el distrito, por ende era la hora de escapar del joven ruso que tan pronto escucho el grito entre la multitud que le aclamaba.
Corrió hasta desfallecer, se sentía más agotado que otras veces por la falta de alimento que le generaba estar en ayuno desde hace doce horas. Exhausto se lanzo contra aquella pared de un vacio callejón de las calles de Barcelona, los gritos estaban cada vez más cerca tensando todas sus extremidades, fue en ese entonces cuando el ruido de una motocicleta lo tomo por sorpresa y ahí estaba el, de semblante serio mirándolo fijamente.
Lo invito a subirse e irse con él, sin pensárselo dado la situación acepto sin protestar y le siguió, ¿Otabek Altin? El patinador Kazajo le había salvado, ni siquiera lo conocía, podía haberlo dejado sufrir el acoso de las fanáticas obsesivas del rubio. Su mirada iba fija a ningún lugar en especifico, se sentía seguro y aquel embriagante aroma que le proporcionaba estar a la altura del cuello del moreno, podía sentir toda su esencia, claro que con disimulación.
Al anochecer de ese día, su amistad había comenzado. Una pequeña platica que mostraba que el tiempo solo se había encargado que el Kazajo no haya podido quitar la mirada de aquel pequeño prodigio. Yuri se sorprendió al saber que el mayor le admiraba y no disgustaba en lo absoluto un poco de atención que su nuevo amigo le brindaba y hasta se sentía un poco mal de jamás haberlo notado en aquellas clases de ballet.
–Gracias. –Hablo con calma llamando la atención de Otabek quien hasta ahora se había tomado la molestia de solo mirarle mientras hablaba. El mayor, busco los ojos del ruso y sonrió con tranquilidad.
–No me agradezcas, no tienes porque hacerlo. – Dijo con su típica seriedad, eso comenzaba a fastidiarle a Yuri quien simplemente quería ver las otras facetas, gestos, quería ver todo de su rival, corrijo. Amigo. –Otabek, yo en realidad estoy feliz idiota. Eres mi primer amigo. –Hizo una pausa frente a sus palabras. –Todos siempre se han acercado a mí por ser el prodigio ruso, o simplemente me odiaban por serlo. Nadie se molestaba en conocer a Yuri plisetsky.
–Siempre he visto a Yuri como el chico con una mirada tan frígida como un soldado, pero también veía la determinación y amor por lo que haces. Tú me conmoviste, aun lo haces en cada presentación. El talento que tienes es nato y sin embargo siempre te superas a ti mismo. ¿Estoy loco por admirar a un pequeño? –Se llevo una mano a la barbilla conservando su neutral facción en el acto. Yuri bajo la mirada y sus mejillas se tiñeron de un leve tono carmesí, era la primera vez que era tan elogiado, tan pronto como pudo reaccionar la mano de Otabek se encontraba ya sujetando su flequillo descubriendo el ojo oculto de Yuri, quien por aquel acto se puso tan rojo y sentía que su corazón podría salir en cualquier momento.
–Deberías llevar al descubierto tu rostro, es bastante lindo. –Por puro impulso Yuri hecho el rostro atrás y gruño, mostrando la mirada de un felino enojado. Otabek con una ceja en alto que solo duro unos segundos, era la primera vez que el kazajo sonreía. No era la gran cosa pero para Yuri era un sueño ver esa perfecta sonrisa colarse en el rostro del moreno. –Tsk, que molesto eres. –Se cruzo de brazos desviando la mirada a las calles de Barcelona. Se encontraban en una posada sentados en la parte de afuera para apreciar el paisaje, desde aquel lugar se podían ver las luces que adornaban la sagrada familia. – ¡Yurio! –La voz de Viktor interrumpió el ambiente que se había generado entre aquel par de amigos, tanto el rubio como el moreno observaron a Viktor quien era acompañado por el Yuri japonés y ambos cargaban un par de bolsas.
–No pensábamos encontrarlos por aquí, ¿Es una cita? –Hablo curioso el nipón llamando la atención de su pareja. –Cita... ¿De qué hablas Yuri? El es un niño. Mi pequeño no saldría con alguien como él. –Hablo tomando lugar en una tercera silla que había.
–Oi, ¿Qué crees que haces anciano? –Hablo el rubio bastante irritado, el japonés por su parte acercaba una silla y se sentaba al lado de su pareja.
–No pasa nada. –Dijo Otabek estoico mirando su taza de café. –Estaban paseando tal parece.
–Oh si, Viktor me llevo a muchos divertidos lugares. –Sonrió con amabilidad mientras con disimulo tomaba la mano de su ruso haciendo relucir sus anillos de compromiso que no pasaban por desapercibido ante plisetsky.
–Ya veo. –Atino a decir el moreno.
–Y dime Otabek, ¿Qué hacías con el pequeño Yurio? –Una sonrisa bastante sádica se poso en el rostro del albino. –No es muy típico de ti socializar Ota-kun –La mano de Viktor se acerco peligrosamente y tomo con fuerza la del kazajo. -Я оставляю (déjalo) –Rabio el pequeño golpeando la cabeza del ruso mayor, el Yuri japonés indignado separo a los rusos poniéndose entre ellos. Otabek se veía inexpresivo ante aquel acto y mantenía completamente la calma. –Si debo pedirle a usted permiso simplemente me lo hubiera dicho. –Hizo una pausa para mirar a Yuri y alzar su pulgar en alto con apenas una pequeña sonrisa ladina. –Viktor Nikiforov, Yuri Katsuki. Yo realmente deseo estar al lado de Yuri, permítanme hacerlo. –Todos estaban sorprendidos, en especial el menor que tiene sus ojos abiertos desmesuradamente. Fue en ese momento donde el albino exploto a carcajada limpia, mientras el nipón tapaba su boca para disimular su risa. –Tsk, déjenlo en paz. –Gruño Yuri para tomar la mano del kazajo y salir corriendo al estacionamiento donde se encontraba la motocicleta del mayor. Para detenerse de golpe y tomar aire como si su vida dependiera de aquello. –Tú, ¿Qué pasa contigo? –Hablo con su entrecejo fruncido, se paro derecho y coloco una mano en su cadera mientras la otra la extendía su brazo y al mismo tiempo lo señalaba con su dedo índice. –No le debes respuestas a nadie, no te rebajes al nivel del anciano y el cerdo. –Yo lo hice para hacerte feliz. –El rubio alzo una ceja y bajo lentamente su brazo, el kazajo se acerco peligrosamente acorralando contra la pared al hada rusa que involuntariamente puso sus manos en el pecho del mayor. –Me gustas Yuri, haría cualquier cosa por verte feliz. –Le susurro al oído Otabek, mientras su mano derecha se tomaba el placer de acariciar los rubios cabellos del ruso. –Oi, apenas nos conocemos. –Trato de decir, pero su voz estaba sostenida por un hilo, y sus piernas sentían que iban fallarle en cualquier momento, y así paso. Otabek había dado un pequeño beso en el cuello del plisetsky quien tambaleo en el lugar producto de sus piernas nerviosas. –Niégame que no sientes nada y yo te dejare en paz. –Anuncio para mirarlo a los ojos, con el ceño algo fruncido despejo el rostro del ruso dejando ver los finos ojos del chico. –Estoy esperando Yu-ri. –Esta vez paso su lengua por el cuello de chico. –Yu... -Estaba a punto de hablar cuando un casto beso lo interrumpió, sintió un escalofrió recorrer su espalda pero no le dio importancia, tomo de la cintura al ruso y lo pego mas a él. Bastaron unos segundos para hacer perder la cabeza a plisetsky y Altin quienes se besaban con total castidad pero se las ingeniaban para hacerlo inolvidable. –Esa fue una buena respuesta. –Hablo cuando el aire volvió a él, mientras Yuri alzaba el pulgar en alto algo sonrojado. –Debemos volver. –Hablo el ruso sujetando un casco de la motocicleta, el mayor lo miro unos segundos y asintió. –Yakov va a matarte si no apareces. –Ambos se miraron y sonrieron tiernamente, se colocaron sus cascos, subieron al vehículo y desaparecieron en las calles de Barcelona. –Te quiero Otabek. –Murmuro aferrado a él con su rostro oculto en la esbelta espalda del kazajo quien sonrió desde donde estaba. –Yo también Yuri. –
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Mi Realidad.
RomanceNo necesitaba conocerte, cuando te vi supe que ya eras parte de mi. Ni la distancia o el tiempo han matado el amor que me has dado y no puedo perder el tiempo conociendo lo que mi corazón ya aprobó. Remueves cada parte de mi con solo sonreír y solo...