Zapatos alborotados.

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Escribía en verde esta vez, con letra extrañamente calmada.

El idiota de Paul ha dejado sus zapatos una vez más tirados. He tropezado y caído frente a Ringo, y este ha tenido
El descaro de reírse de mí.
Oh, no sucede nada.
Voy a vengarme de Paul con algo mucho peor, y así aprenderá que no es la puta reina del mundo y que sus zapatos no van por donde yo camino.
¿Por qué no los deja donde anda George?
McCartney, nadie ridiculiza a John.
Somos estrellas de rock, desorden, drogas, chicas, pero nada que perjudique a los amigos.

Paul se cubrió la boca, había comenzado a reír. ¿Realmente Lennon habría escrito ello?
Una carcajada se escapó de su boca, atrayendo la atención de su hija que desayunaba en el cuarto contiguo y rápidamente apareció frente a él.
—¿Qué sucede, papá?—Inquirió Mary curiosa, y luego dirigió su mirada hacia los viejos papeles.
Paul los guardo en el cajón con disimulo.
—Nada, recordaba cosas. Vamos, iré a desayunar contigo.

Dear Paul... (McLennon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora