Capítulo II "Cansado."

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Llegué a las 8 de la noche a Manchester. De New York a Londres fueron aproximadamente 8 horas, y de Londres a Manchester fue solo una hora. De las cuales me las pasé durmiendo. Cuando salí del aeropuerto me subí a un taxi y le di al taxista la dirección que me dió mi hermanastro. Hace mucho tiempo no iba a Manchester; 9 años para ser exactos. Mi vista no se despegó ni un segundo de la ventanilla, cada rincón de la ciudad me recordaba a mi infancia y adolescencia. El taxi paró enfrente de una gran mansión en un barrio privado. No era de mi sorpresa que mi hermanastro viviese en una casa así. Le pagué al chofer y bajé del taxi. Las rejas de la mansión se abrieron automáticamente y seguí caminando hasta la puerta. Con cada paso que daba, me ponía cada vez más nervioso pero trataba de calmarme contando hasta diez. Si, patético. Al llegar toqué el timbre de la gran casa. Esperé unos segundos y la puerta se abrió. Encontrándome con un chico de ojos azules.

"Harry, pasa." Me dijo Louis con una sonrisa. Quise sonreír también pero solo asentí con la cabeza.

Tarde unos segundos en reaccionar y entrar, pero al fin lo hice. Cuando iba adentrándome fui observando todo el espacio de aquella habitación. Siempre cuando nos juntábamos con mi hermanastro y su familia era en la casa de mi padre, por lo cual nunca había ido a su casa y tampoco tenía ganas de hacerlo. Era una casa muy grande, demasiado. Había una gran escalera de madera reluciente en el centro de la habitación. Estaba todo muy limpio y acomodado a la perfección. Miré hacia arriba, encontrándome con un gran candelabro dorado luminoso.

Chad mi hermanastro al igual que mi padre, era un famoso empresario. Que poseía grandes sumas de dinero. Además de que estaba casado con uno de los mejores doctores, Louis Tomlinson.

"Cuánto tiempo sin verte." Me dijo el castaño, aún con una voz media aguda y chillona como yo recordaba. Me miró a los ojos y yo corrí la mirada.

"En realidad no pasó tanto tiempo." Comenté sin mirarle.

Se generó un silencio bastante incómodo para los dos. El aire se sentía pesado.

"Los niños están durmiendo." Informó Louis y yo simplemente asentí.

Con disimulación me percaté en admirar su aspecto. Yo era más alto que él, pero no demasiado. Tenía el pelo castaño peinado hacia un lado, en una especie de flequillo que tapaba un lado de su frente. Con su look despeinado como siempre. Sus ojos celestes-azules que cualquier persona quisiera tener y una pequeña nariz. Y sus labios rosados acompañados por una perfecta dentadura. Su cuerpo pequeño y abdomen plano, se notaba que iba al gimnasio. Tenía unas curvas que te hacían babear y un gran trasero.

"Harry?" Dijo confundido y noté sus mejillas un poco rosadas. Mierda! Se había dado cuenta que lo miraba. Menos mal que querías ser discreto Harry, malditos ojos que quisieron mirarlo.

"Uffffff no estás cansado? Porque yo sí." Fingí un gran bostezo y restregué mis ojos. "Podemos hablar mañana? Ahora solo quiero dormir y... a todo esto, dónde dormiré?"

"Ven, te enseñaré tu habitación." Dicho y hecho, subimos las escaleras y pasamos un gran pasillo. El piso estaba alfombrado y las paredes estaban lleno de fotos y cuadros, y puertas cerradas. Nos paramos frente a una y Louis la abrió.

"Aquí es." Dijo mientras nos adentrábamos al cuarto. Era una habitación grande, con una cama de dos plazas con grandes almohadones blancos que hacían juego con el acolchado. Había un gran ropero de madera de color blanco, que parecía nuevo. Una televisión plasma muy grande colgado en la pared. Entre otras cosas.

Puse todas mis cosas en el piso. Mañana las acomodaría.

"Linda habitación." Dije sentándome en el borde de la cama y observando la gran ventana que daba vista a la ciudad.

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