Él

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Una persona arrastrándose, el sonido del suelo chirriar—Ah..— susurraba con esfuerzo el hombre moribundo—No...la..toques— murmura alzando su brazo para evitar que el encapuchado la tocara—¡Calla!— exclama el encapuchado pateando al hombre,mira a la bebé y se agacha para mirarlo—No te queda mucho tiempo— le toca las heridas con la mano libre—No desperdicies lo que te queda— ¡Déj...ala ir!— grita arrastrándose por el suelo— Es..mi...hija—exclama sollozando en el suelo— ¿Y?— murmura el encapuchado—¿Crees que porque digas eso no la asesinaré?— sonríe girando la cabeza en negación— Ella tiene que morir, así nada se cumplirá— el moribundo le toma el tobillo—¡Dé..jala!— grita con las últimas fuerzas que tenía— ¡Como te atreves!— pateando al hombre haciéndolo volar por los aires.

El encapuchado coloca a la bebé en el suelo—Debes morir— sonriendo— De esta manera nada sucederá— murmuró levantando las manos al cielo una y otra vez formando una esfera de una luz blancuzca.

Levantándose por los aires lanza la luz hacia la bebé—¡Boom!— el sonido de dos esferas colisionando interrumpen el ataque — ¿Pero..qué?— murmuró confundido haciendo otra esfera para atacar a la bebé.

¡Zas!- una esfera atravesó el cuerpo del encapuchado tomándolo por sorpresa—Ah...ah— suspiró llevando sus manos al abdomen mientras su cuerpo lentamente se convertía en cenizas.

El hombre revela su rostro de las sombras, dejando a la luz de la luna un físico celestial. Sus ojos grises como las tormentas, tez blanca, cabello negro y de gran estatura caminaban hacia la bebé que hacía unos segundos había estallado en llanto.

El hombre se coloca de rodillas ante la pequeña, la toma cuidadosamente entre sus brazos y se levanta mirándola—Sh..sh..sh, duerme— murmuraba con unas voz parecida a un arrullo, ella cerró sus ojos sintiendo paz después de tanta agonía.


 — Ah— suspiro sentada en la cama con una mano en el pecho— ¿Cómo...no pude..— una lágrima desciende por mi mejilla— reconocerlo— miro el balcón de aquel lugar iluminado por la luz de la luna y lo único en que puedo pensar es él— 3— susurro— 2— parpadeo girando mi vista hacia la puerta— ..1— esta comienza a abrirse lentamente.

— No...— murmuré apenas moviendo los labios, el hombre se encontraba frente a mi, ambos nos mirábamos sin pestañear y sólo el sonido de su suspiro rompió el silencio— Eras tú—  susurré con los ojos llenos de lágrimas— ¿Era yo?— murmura con el ceño fruncido— El hombre que me salvó— susurré mirándolo a los ojos— No podía comprender...por qué sentía que..— fruncí los labios apartando la vista— te había..visto antes en algún lugar— él caminó hasta el balcón apoyándose en la pared y girándose para mirarme— No sé a qué te refieres— me levanté de la cama y caminé hacia él, quedando frente a frente.

  — ¿Por..qué lo niegas?— esos ojos grises me miraban diciendo lo contrario— No niego nada, yo no sé a quién te refieres—  murmuró apartando la vista—  Mírame a los ojos— apretando los dientes, él giró sus ojos hacia mi— Y dime que no fuiste tú —susurré esperando la respuesta— No he sido yo— apartando sus ojos hacia otro lugar — Ah..— dejando escapar un suspiro di un paso atrás— Mientes— susurré entre dientes mientras él  me miraba nuevamente frunció sus labios sin decir nada.

— Esos ojos...eran los tuyos— murmuré mientras una lágrima corría por mi mejilla, él sin dejar de mirarme se acerca hacia mi casi sintiendo su respiración y toma mi rostro en sus manos lentamente secando las lágrimas — .

*Toc,Toc*

El sonido nos toma por sorpresa—Siga, por favor— exclama retirando sus manos de mi rostro, una mujer entra con un libro en sus brazos, tendría al menos unos cincuenta años, baja estatura, tez blanca, cabello rubio y algunos visos plateados de las canas que lentamente estaban apareciendo—¿Interrumpí algo?— dice mirándonos a ambos con una pequeña sonrisa—Ambos, siéntense— nos ordena mientras ella se acomodo en un sillón al lado de la cama, me siento en la cama mirándola y él también lo hace.

  — Ya es tiempo— dice la mujer apenas moviendo los labios— Me llamo Elizabeth McAdams, pertenezco a los ancianos del antiguo aquelarre solar, te preguntarás por qué digo esto— murmura mirándome directo a los ojos— Eres la razón por la que nuestros clanes se alteren— pausa para mirarlo y después gira nuevamente hacia mi— Eres la bruja natural que hemos esperado por estos últimos quinientos años— dice dejándome sin las pocas palabras que tenía para decir— Y sino fuera por tú guardián en este momento no estuvieras aquí hablando conmigo— respiro hondo congelada por sus palabras— preséntate, es tiempo de revelar tú identidad.

Giro lentamente encontrándome con sus ojos— Mi nombre es Damien Becher, guardián de la elegida— mis ojos se engrandecieron dejándome sin habla una vez más.

La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora