Steve, No Me Dejes.

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Aun recuerda como fue la vez en que lo conoció, la vez que se enamoro, esa vez en que le rompieron el corazón, ya no comía, ya no dormía, simplemente ya no era el mismo, solo le quedaba su amigo de la infancia y Nada mas.

Tenia miedo, mucho miedo, que no podía describir, ya no hablaba, ya no sonreía, tenia el alma rota y eso solo lo empeoraba, sus notas bajaban, su interés se iba, estaba apunto de rendirse y mandar todo a la basura, pero no podía hacerlo, no quería lastimarlo a él, porque lo quería, porque le importaba y no quería que llorase si un día lo encontraba tirado en el suelo muerto por una sobredosis.

Lo quería, lo quería mucho, pero no quería su lastima, no necesitaba su compresión, no necesitaba sus consejos, en pocas palabras no lo necesitaba, pero sin el también moriría.

¡Que egoísta era! ¡Que egoísta se sentía! Le dolía, les dolía y el miedo le carcomía, temía que su amigo simplemente se cansara y terminara por irse, temía despertar y no poder ser visto de pies a cabeza con comprensión, temía que él dejara de insistir en hacer que escuchara sus consejos, temía que se dejara de preocupar de el, temía que dejase de quererlo. Se odiaba por ser tan terco, odiaba ser el, la única razón por la cual seguía en pie era él, lo amaba, lo respetaba, lo valoraba, pero no lo demostraba, no quería, no podía, que idiota se sintió.

En esos momentos se encontraba llorando desconsoladamente, que patético, pero era la cruel tristeza que se apoderaba de el, estaba harto de todo, harto de todos. Solo lo tenia a él, pero él estaba trabajando.

La puerta de La casa se abrió y lo único que pudo hacer fue cubrirse con una almohada del sofá, no quería que lo viese así, no mas, pero no podía evitarlo, la depresión lo estaba matando y con ella también su única amistad.

—Buck...— Murmuro y dejo su chaqueta a un lado.

Aquí iba otra vez, un abrazo, un consejo y la interminable mirada de comprensión, Steve siempre fue un alma pura y compresiva, como esa vez que lo acogió en su hogar al ver el mal estado en el que su amigo se encontraba o Como la vez en que se enfermo de Una fuerte gripe y solo el lo cuido, le preparo sopa de pollo, se desvelo toda la noche cambiándole el paño húmedo en la frente, solo él, solo su amigo, solo Steve.

Esos brazos fornidos que siempre lo reconfortaban, lo hicieron una vez mas, una vez mas volvían a estar en la misma situación, por el mismo problema y probablemente todo terminaría igual.

Pero no lo permitiría, no otra vez, ya no estaba dispuesto a que esta amistad terminase así, porque lo amaba, lo quería y no permitiría que esto acabase, mando a la mierda el orgullo sin razón, la tristeza que lo atormentaba, simplemente se canso y se dedico a llorar una vez mas en el pecho de Steve, una vez mas en que era arrullado, una vez mas en que su espalda era acariciada como si fuese un pequeño gato, una vez mas en la historian volvía a repetirse pero Esta vez el final seria distinto.

—Lo siento Steve, siento haber sido un tonto todo este tiempo, solo... Solo.— Sollozo sorbiendo por la nariz.— Solo, no me dejes.— Y la voz una vez mas se le quebró.

—¿De que hablas?.— Steve lo abrazo mas fuerte.— Jamas te dejaría, eres todo lo que me queda en esta vida.— Un nudo se le hizo en la garganta.— Nunca vuelvas a decir eso.— Lo miro fijamente y le limpio las lagrimas con el pulgar.

—Lo siento tanto.— Se fue acercando poco a poco al rostro de Steve, hasta el punto de poder su cálido aliento chocarle en los labios.— Perdóname también por esto Steve.— Murmuro y lo tomo por el cuello de la camisa para traerlo a el y finalmente juntar sus labios.

Lo necesitaba, aquel beso le devolvió el alma al cuerpo, estuvo cerca de perder a la único persona que realmente amaba, por primera vez en tanto tiempo volvía a sentirse... Bien, volvía a sentirse feliz, ese mismo día firmo su sentencia, la sentencia de amor que estaba dispuesto a pagar.

Cambio de la noche a la mañana, sus notas subieron y con ellas sus ánimos también, sentía que lo tenia todo, por que él era su todo. Ahora escuchaba atentamente sus consejos, recibía su compresión, porque así se sentía lleno y no volvía a pensar en el dolor.

El miedo nunca lo abandono, esa incertidumbre de saber que Steve algún día podría dejarle, que cayera en cuenta de que con el no podría concebir hijos, no podrían formar una familia, temía que el se fuera, por que si él se iba, el moriría.

—Steve... ¿Tu me amas?.—

—Con todas mis fuerzas.— Contestaba siempre con una sonrisa.

Pero... Steve se lo había dejado claro, sabia que ese amor era correspondido con la misma intensidad, se dejo de preocupar y solo se dejo llevar por lo que le deparase, después de todo él lo amaba y eso lo hacia estar tranquilo.

Porque si Steve era feliz, el también lo era.

Porque si Steve estaba bien, el también lo estaba.

Por que él era su todo y sin él no era nada.

One-Shots.-. [Stucky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora