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Los padres de Mulder estaban discutiendo,

una vez más.

Esos últimos días el ambiente ha sido tan tenso en casa, que apenas notan sus escapadas para salir en bicicleta a buscar a Kendall o comprarse VHS baratos.

Consiguió unos cuantos discursos de científicos afirmando las teorías de vida extraterrestre,

y estaba dispuesto a pegar a sus padres a un sillón para que lo vieran junto a él.

Pero cada vez que lo intentaba, discutían.

Y Mulder terminaba sólo en el sofá, comiéndose el tazón de palomitas sin mantequilla que preparaba especialmente para su madre.

Hasta que en una ocasión,

el amigo alto de sus padres, aquel que fumaba mucho y hablaba poco, le preguntó por las cintas.

"Son simples estupideces." Contestó Mulder, observando a sus padres comenzar a gritarse por la puerta semi abierta de la cocina.

El hombre soltó una risa.

"Creo profundamente que en realidad no piensas eso" dijo, "¿por qué ocultarlo?"

A su mente llegaron recuerdos de la escuela e hizo una mueca.

"No quiero ser más Mulder el tenebroso" susurró.

El fumador sonrió, y se sentó junto a él frente al televisor.

"Pequeño Mulder, ¿vale la pena sacrificar nuestras creencias y anhelos por los demás?"

Él negó.

"Entonces deberías dejar de llamarles estupideces" señaló el vídeo pausado, "y empezar a defender mejor tus intereses."

Mulder sonrió,

y ambos terminaron de ver el pequeño documental.

Por un breve momento, deseó que aquel hombre fuese su padre.

Muy breve.

Ride; Fox MulderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora