Ella...

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Nos sentimos dioses, sentimos que somos dueños del universo hasta que algo sucede, algunos lo llaman destino, otros karma. Llega el instante en el que podrías jurar que es ella, que ella es la indicada, pero cuando la vida nos la arrebata, no logramos entender que salió mal, pero al final, tarde o temprano lo hacemos...

Emilio

  —Vaya que eres un imbécil Víctor, te dije que hicieras mi tarea o sino te iría mal y no me vengas con la excusa de que no lo hice, porque yo me acuerdo de todo...—le digo suavemente al chico delgado frente a mi.

Me mira con ojos llorosos y pareciera que se desmayara en cualquier momento—Perdón... es que debes de entender, tengo cosas que hacer y lo lamento...no me dio tiempo...—contesta en tono sumiso

  — Me das pena sabes...no tienes ni vida social y ahora me vienes con que no tuviste tiempo— digo dándole unas palmeadas en la cara— ¿Sabes lo que yo creo que esta sucediendo aquí?, que me estas viendo la cara de idiota, ¿Crees que soy idiota?— dejo caer esta última palabra lentamente.

  — No no... claro que no...es solo que...— dice tartamudeando.

— Mira Víctor, en realidad no me interesa, así que solo hay dos formas en las que puedes escapar de esta situación— le digo— La primera, puedes darme tu tarea y listo y dos puedes decir que no y yo te golpeare hasta que me la des, ¿Cual escojes?— le explico sonriendole.

  — La primera...supongo..— contesta confundido, mientras me acerca los papeles donde esta su investigación.

Se los arrebato rápidamente y le digo— En verdad que eres un chico muy inteligente, muy , muy inteligente.

Me doy la vuelta y camino por el pasillo, muchos estudiantes se han arremolinado para ver el espectáculo, mientras voy caminando, todos abren espacio para dejarme pasar, solo necesito mirarlos a los ojos para que se alejen.

Me dirijo hacia el casillero 113, donde se que estará ella, la chica de melena rizada, ojos color café miel, con la sonrisa perfecta que hace que cualquier hombre quede atónito y ella por decirlo de algún modo es mía.

Ella puede lograr que me distraiga de lo que realmente importa... mis problemas quiero decir, con su aroma y su cuerpo puede llevarme lejos. Es ahí cuando me doy cuenta que lo que siento por ella es adicción, es algo que me atrapa...

Yamile, la chica mas hermosa de la universidad, después de lo sucedido con mi hermano ella ha sido un refugio para mi, estar cerca de ella me hace bien, la única persona que de verdad me importa, la única persona que me comprende.

  —¿Cómo estás nena?— pregunto de forma calmada y segura a mi chica una vez que he llegado hasta su casillero.

— Muy bien chico guapo ¿Y tú?—  Contesta con una pequeña sonrisa descarada

— Me siento estupendamente— le digo de forma tranquila

— De acuerdo chico fuerte— dice mientras me toca un bícep— hoy tengo practica de porristas en la tarde, así que nos podemos ver a las 6 en mi hermandad, ¿Qué te parece?  

—  Perfecto nena— le digo mientras empiezo a caminar hacia el salón donde tengo mi siguiente clase.

Entro al salón y me siento hasta atrás, donde se sientan los populares, está Edgar, Carlos, Noé y también las chicas Mariana, Fernanda y Karla.

Empezamos a hablar de coches, ropa, dinero, fiestas y todo es normal hasta que cruzo mi mirada con Arely, mi ex-mejor amiga, quien me mira en forma de reproche antes de voltear su cabeza a la pizarra.

Espléndida TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora