El resto de mi infancia no fue diferente. Nettie seguía golpeándome casi a diario, y mi tía me llevaba al colegio cuando las marcas de los golpes de mi madre desaparecían. Kate se extrañaba al ver que faltaba tanto a clase, pero siempre parecía tener bastante con las absurdas explicaciones que mi tía le daba. Yo, en cambio, sabía que había algo que fallaba y, a pesar de que jamás se lo había preguntado, no entendía por qué Lucy no me llevaba con ella si tanto le preocupaba mi bienestar.
Cuando empecé a crecer y fui consciente de que no todas las madres eran como la mía, comencé a sentir un profundo resentimiento por las demás personas. ¿Por qué me había tenido que tocar a mí vivir de aquella manera? ¿Por qué tenía que aguantar las palizas y las humillaciones de aquel ser, porque no podía llamarla mujer, que me odiaba con todas sus fuerzas y que se esforzaba diariamente por demostrármelo? Creía que no me merecía pasar por todo aquello, pero también estaba cansado de dramatizar. Aquella vida era la que me había tocado vivir, y no podía hacer nada más.
Cuando comencé el instituto ni siquiera me molesté en hacer amigos. La única persona a la que quería era a Alice, porque nuestra amistad había sobrevivido al odio desmesurado que se había ido abriendo paso en mi corazón y en mi alma, y que parecía no querer abandonarme. Ella siempre había estado ahí para mí y, a pesar de que no conocía mi historia, pues nunca se la había contado a nadie, sabía que podía contar con ella. Pero no quería hacerlo. No quería contar con ella porque no quería necesitarla, y por aquel motivo también me había vuelto desagradable con Alice. Sin embargo, mis malas maneras no la habían hecho abandonarme.
Cuando cumplí los trece años, mi madre se dio cuenta de que tenía la suficiente fuerza como para defenderme si me enfadaba de verdad, pues un día le había dado un empujón cuando ella me había pegado un puñetazo en la espalda, y desde ese día había dejado de golpearme con tanta frecuencia. Al parecer había empezado a tener miedo de mis represalias, y aquello era algo que me dejaba vivir mucho más tranquilo.
A los quince años me había convertido en un chico serio, introvertido y malhumorado que no quería ni creía necesitar la ayuda de nadie. Pero me gustaba estudiar, concretamente Historia, pues había encontrado en ella una salida que me ayudaba a evadirme de la realidad. Una tarde estaba en mi casa, aprovechando que Nettie se había marchado a comprar droga, para estudiar un examen que tenía al día siguiente. Sin embargo, el respiro no me duró demasiado, pues mi madre regresó a la posilga en el que vivíamos en menos de media hora. Antes de que comenzara a gritarme y a recordarme que estudiar era de imbéciles, recogí ms libros y los guardé en mi mochila, poniéndome en pie cuando ella hizo acto de presencia
– ¿A dónde demonios vas?
– ¿Y a ti qué te importa? –solía ser mi respuesta a esa pregunta, cosa que la hacía resoplar y maldecirme por lo bajo.
–Ojalá te atropelle un auto -murmuró lo suficientemente alto para que yo lo oyera.
–Tú lo has dicho, ojalá-
Cerré la puerta con un portazo y respiré hondo. Sus amenazas y sus deseos de que me muriera ya no me afectaban, pero estaba cansado de tener que soportarla. Sin embargo, dejé de pensar en el tema y me dirigí andando hasta la biblioteca pública de Forks, sabiendo que terminaría mojándome porque empezaría a llover tarde o temprano. Pero no me importaba. Quizá me diera una pulmonía que terminara enviándome al otro barrio y se acabó. Todos felices.
Llegué a la biblioteca en un cuarto de hora y entré deprisa, sintiendo el confort que proporcionaban las estufas encendidas. Me froté las manos y me dirigí al segundo piso para seguir estudiando con tranquilidad. Allí me encontré con Alice y con su grupo de amigas, que me miraron de arriba abajo a pesar de que nos conocíamos desde que empezamos el colegio. Saludé a la primera con un movimiento seco de cabeza y me senté todo lo alejado que pude de ellas, pues estaba seguro de que comenzarían a cuchichear y no me dejarían estudiar tranquilo. Puse los ojos en blanco cuando vi por el rabillo del ojo que Alice se sentaba en la silla vacía que había a mi lado.
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Alas De Cristal- Jalice
FanficLa vida de Jasper ha sido un infierno y lo unico que ha conocido es el odio y el desprecio por parte de su madre, sin embargo la persona que siempre lo ha querido lo ayudará a salir de la oscuridad... Esta historia no es mia, es de una autora que en...