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No hay nada que no lo arregle con una buena comida.

Te invité a comer a mi casa, preparé lasaña de pollo, y te gusto mucho.

Comes demasiado, yo solo me serví mi porción y el resto lo devoraste en un abrir y cerrar de ojos.

¡Ay culera! Se me hace que no te alimentan en casa...

Fuimos a lavar los platos que usamos, y no debí haberte dejado que me ayudarás, pues esto se convirtió en una guerra de agua.

El agua estaba muy fría.

Bien por mi, mal por ti.

Tu blusa era blanca, y podía ver tu sostén color negro. Amaba que el agua estuviera fría por que ya sabes...

Te dio gripe.

Me encantas culera...

Alguien puede adivinar que pasa en las mujeres cuando les cae agua fría en el pecho.

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Hermosa LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora