Capítulo 4. Alumnos nuevos

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Capítulo 4. Alumnos nuevos.

Odette y Dasia asistían juntas a las dos primeras horas de Matemáticas, mientras que Violet y Niara lo hacían en Biología. Por lo que hasta tercera hora no coincidían en Educación Física, la asignatura favorita de Odette y Violet, pero la más odiada para las otras dos amigas.

-¿Habéis oído los rumores? –preguntó emocionada Violet, al tiempo que avanzaban hacia las canchas de baloncesto.

-No, ¿qué ocurre?

-¡Hay alumnos nuevos! Se lo he oído a Jasmine en el servicio, mientras se lo contaba a Shanny y las gemelas Mac Renott -continuó emocionada Violet.

-¿Son góticos? En este instituto necesito a otras almas oscuras y románticas como la mía –dijo ensoñadoramente Dasia.

-¡Claro que no son góticos! Y no te enfades, mi buena amiga. No he tenido oportunidad de verles con mis propios ojos pero dicen que son espectaculares, increíbles y guapísimos.

-¿Cuántos son? ¿Son chicos? ¿Son familiares? ¿De dónde vienen? –las preguntas se atropellaban en los labios de Niara.

-¡Toma aire! –se rió Odette.

-Son dos chicos y una chica -respondió Violet a las preguntas-. No sé si son familiares, supongo que sí. Primos o algo así. Van a último curso, ¡como nosotras!

-Ya les veremos entonces... -se encogió de hombros Niara.

-¡No, amiga! ¡Les vamos a ver ahora! -dijo Violet dando brincos-. He averiguado sus horarios.

-¡Por favor! -se rió Dasia-. Lo tuyo es ser una auténtica cotilla.

-Bueno, según se mire. Prefiero decir que tengo dotes detectivescas -sacó la lengua Violet.

El profesor aún no había llegado cuando el grupo de amigas se dejó caer en el suelo de la pista de baloncesto. Poco después, apareció Celine, con su ejército de rubias rodeando a los tres alumnos nuevos. Celine no paraba de gesticular y apartarse el pelo de la cara con un suave movimiento de su mano, mientras hablaba y reía. Se sentía importante, la primera en hablar con los recién llegados al instituto. Y además, había echado el ojo a uno de ellos en particular. Seguro que con sus encantos no se le resistiría, pensaba.

Odette, Violet, Dasia y Niara pudieron comprobar, efectivamente, que los alumnos nuevos eran espectaculares, tal y como había dicho Violet. La chica tenía una larga melena plateada, que sujetaba en ese momento con una trenza. Parecía abrumada y Odette sintió pena de ella, ya que sabía lo insistente que podía ser Celine y sus amigas. Los otros dos chicos eran guapísimos. Uno de ellos tenía un pendiente y una coleta baja, que le daba un aire rockero y cañero. Parecía ajeno al espectáculo que habían formado. El otro chico era alto, con el pelo rizado y rubio. Contestaba tranquilamente las preguntas de Celine, pero también parecía ajeno a lo que le rodeaba, como si la popularidad no fuese con él.

-¿Qué os parecen? -preguntó Violet colocándose un cordón de la zapatilla-. Os dije que parecían modelos.

-Es verdad. A mí me gusta el de la coleta -sonrió Desia-. Aunque no sea gótico es un bombón. Seguro que puede enseñarme a tocar la guitarra -rió a carcajadas.

-Ya das por hecho que tiene que saber. ¿Solo porque lleva coleta? -preguntó Odette.

-¡Claro! Si no ¿para que quiere "ir de guay"? -preguntó entrecomillando las palabras.

-¡Venid, por favor! -dijo el profesor.

Tocó un par de veces su silbato mientras hacía gestos para que los alumnos se situaran un círculo en torno a él. Había traído los balones para practicar baloncesto ya que a final de trimestre tendrían un pequeño examen sobre esta práctica deportiva.

-Bien, ahora que estáis en silencio os voy a presentar a vuestros nuevos compañeros. Quizás algunos ya les conozcáis porque hayáis coincidido esta mañana con ellos en otras asignaturas, sino es así ellos son: Constance, Nael y Xendel. Espero que se sientan como en su antigua escuela y eso incluye ser amables con ellos y ayudarles a orientarse en nuestro colegio los primeros días.

En ese momento, algo pareció conectar en la mente de Odette, que se llevó la mano hacia su cabeza como si hubiera sentido un pinchazo en la sien izquierda.

-¿Qué pasa? -le preguntó Niara, que se había dado cuenta del gesto de molestia que había hecho Odette.

-Nada -respondió frotándose la frente-. Quizás me va a empezar a doler la cabeza. No te preocupes -sonrió.

-Vamos a ponernos por parejas mientras corremos de lado pasándonos el balón con un bote. Si se os cae, tendréis que empezar de nuevo. Hoy os vais a colocar por orden de lista, así que conforme os vaya nombrando coged un balón y empezad. Estaremos así unos diez minutos aproximadamente.

Uno por uno, fue diciendo el nombre y apellido de los alumnos y alumnas, mientas estos cogían un balón y empezaban a botarlo por toda la cancha mientras se lo pasaban. Cuando se les caía, se oían risas y al profesor regañándoles para que lo cogieran pronto y no perdieran tiempo. Celine se quejó cuando le tocó con Dasia, a la cual tampoco le hacía gracia compartir su tiempo con Celine. Pero cuando vio que a Odette le tocaba con Nael, sus ojos se convirtieron en dos finas rendijas y apretó las mandíbulas con furia. Odette se dio cuenta de ello y pensó que ella no tenía la culpa de que su apellido empezase por "T", al igual que el del chico.

-¿Has hecho esto antes? -preguntó amablemente Nael a Odette, que se enrojeció al instante.

-Sí, no soy muy buena.

-Iremos despacio entonces -sonrió él.

Odette trotaba de lado, con el corazón latiéndole a mil por hora. Nael parecía concentrado en el ejercicio y Odette agradeció que fuera así, para que no se diese cuenta de lo patosa que era. Ella destacaba en atletismo, en trepar cuerdas y lanzar balones medicinales lejos. Pero esta precisión y coordinación con la pelota no eran su fuerte.

-¿Os gusta este instituto? -preguntó Odette por hablar de algo.

-Bueno, llevamos apenas un par de horas -respondió Nael sin jadear si quiera-. Los profesores parecen simpáticos y los alumnos de momento nos han recibido bien.

-¿Sois hermanos?

-No, somos primos -dijo Nael sonriendo de una forma extraña, como si fuese una broma que solamente él conociera.

En todo este momento, Nael había hablado mirando al balón pero cuando levantó la vista y centró su mirada en la de Odette, ella sintió un dolor agudo que le recorría la base del cráneo. Jadeó, y dejando caer el balón al suelo se llevó la mano a la cabeza. Antes de que se diera cuenta de lo que estaba pasando, notó que la cabeza le daba vueltas y todo se volvía borroso. No sintió que caía, sino que unos brazos la rodeaban. Después, todo se volvió negro.

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Odette y los Hombres LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora