Capítulo 5. Un viaje en bici

4 1 0
                                    

Capítulo 5.

Cuando Odette abrió los ojos parpadeó un par de veces, molesta por la luz blanquecina que caía sobre ella. Miró alrededor y olfateó, y en seguida supo que estaba en la enfermería del colegio debido a su fuerte olor a desinfectante.

-No intentes incorporarte aún -dijo una voz profunda a su lado.

-Nael. ¿Qué haces aquí? -preguntó confusa y avergonzada Odette.

-Impedí que te golpearas contra el pavimento. Tu cabeza podría haberse abierto como un melón -sonrió-. Los demás compañeros no eran lo suficiente fuertes para traerte en brazos-dijo sin vanidad.

-¿Y tú sí? -preguntó ella maliciosamente.

-En verdad sí -asintió sin orgullo en su voz, simplemente constatando el hecho de que por sí mismo había podido cargar con ella.

-¿Dónde está la enfermera?

-Está hablando por teléfono con tu madre. Quizás tengas que volver a casa.

-¡Oh por favor! -puso Odette los ojos en blanco-. No es para tanto. Y no es mi madre, es Michaela. Ella y su marido... -pero se calló. No quería dar explicaciones a ese chico que no conocía aún de nada.

-¿Te suele pasar a menudo? -pregunto Nael mirando fijamente a Odette, mientras que ella le miraba por el rabillo de ojo.

-¿El qué?

-El desmayarte en clase de Educación Física. Parece que estás bastante en forma y sin embargo...

-No me había ocurrido nunca -le interrumpió ella-. Bueno, hubo una vez que...-y volvió a callarse, al darse cuenta de que casi habla más de la cuenta.

-Entiendo. No me conoces de nada...

-No es eso. ¡Bueno! En verdad sí. Me cuesta confiar en las personas...-dijo entre dientes Odette.

-A mí también -suspiró Nael, y en ese momento ambos se miraron a los ojos.

Lo que ocurrió en ese momento fue que Odette sintió que con Nael estaría siempre a salvo. No sabía el motivo pero sentía en lo más profundo de su corazón que ese chico acudiría a por ella a rescatarla y salvarla. Sentía que le conocía de tiempo atrás, aunque no sabía cuándo o dónde. Y sabía, porque lo sabía realmente que le seguiría a cualquier lugar, tan cierto como que la tierra atrae a la luna.

Nael, por su parte, reconoció en esa mirada azul a la chiquilla asustada que tres años atrás se habían encontrado en el pequeño pueblo de Flench. Esa chica se había hecho mayor y no solamente era guapa, sino que era bella. Era delicada y su corazón volvió a latir a mayor velocidad al fijarse en Odette, tal y como había ocurrido antes. Gracias a que no era de noche sabía que Odette no sufriría ningún daño con él. Si hubiese habido luna llena la situación habría sido diferente. Nael pensaba en lo exquisito que sería el cuello de Odette en sus afilados dientes.

-Tengo... tengo que irme -dijo Nael en un arrebato, saliendo de la enfermería y tropezando con Celine.

-¡Hasta luego Nael! -dijo tontamente Celine.

-La que faltaba -susurró Odette desde la camilla, al reconocer la voz de su medio hermana.

-¿Se puede saber qué te ha pasado, lerda?

-Gracias por los ánimos Celine. ¡Ah! Hola a ti también -ironizó Odette incorporándose despacio de la camilla hasta dejar los pies colgando.

-¡Déjate de tonterías! Ya sabes que mi madre estaba hoy ocupada y mi padre también. Así que me han pedido a mí que sea yo quien te lleve a casa. ¡Cómo si fuera tu niñera!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 08, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Odette y los Hombres LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora