Tres

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Narra Alice

No sabía muy bien que me ocurría, solo sabía que alguien me había atacado en el bosque y que ahora estaba hambrienta, que este hambre me estaba matando, y que me estaba cambiando. Solo notaba dolor en cada célula de mi cuerpo, dolor y frío, y que nada los hacía desaparecer excepto... la sangre. Y luego estaba este chico, que entró en la habitación, al que no quería hacer daño, pero al que no pude resistirme, ese olor que aceleraba mis latidos, que acentuaba todos mis sentidos, y ahora, estaba tirado en el suelo, inconsciente, y los restos de su sangre estaban por el suelo y las paredes. Sabía que aún estaba vivo porque oía su respiración y unos lentos pero fuertes latidos, pero no sabía cuánto más aguantaría vivo. No sabía si morirá a causa de mi ataque, o porque lo atacaría de nuevo.

Estaba muy asustada, y no sabía qué hacer, todo era muy confuso, y entonces despertó.

Se incorporó lentamente y miraba a su alrededor, yo me pegué a una esquina de la habitación evitando la cercanía, evitando su olor que ahora inundaba toda la habitación. Se levantó y caminaba lentamente con las manos al frente hasta que chocó con una pared y empezó a moverse através de ella, acercándose a mí. Su mano tocó la sangre de la pared y empezó a llenarse ella. Cada vez se acercaba más a mí y mi corazón empezó a latir rápido. De repente estaba frente a mí, sin poder controlarme, mi respiración se desbocó, intenté retroceder pero estaba en una esquina y el olor de su piel y su mano llena de sangre me lo impidieron. Separó su mano de la pared y empezó a acercarla a mí, no pude resistir el olor y agarré su mano con fuerza. Quería morder, pero no quería dañarle y ante la impotencia empecé a aplastar su muñeca y a respirar aún más fuerte. Me empezaba a doler y notaba que a él también y le mordí.

Me empecé a calmar y aflojar la fuerza de la muñeca cuando su sangre caliente empezó a fluir por mi cuerpo. Aquella sensación era indescriptible. El placer que la sangre me proporcionaba no lo había sentido nunca. Volví a la realidad, solté su muñeca y me fui rápidamente a la esquina contraria de la habitación, esperando a que el chico encontrara la puerta.

MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora