Cap. 12: La pregunta.

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...anoche hablaste con Guido no? Lo ví entrar al baño, aunque él no me vió. Pero como no ver ese pelo alborotado del rubio. Y a los segundos te vi entrar al baño a vos.
Cuando leí el mensaje sentí un gran alivio. Por un segundo pensé que sabía lo que había pasado con Pato.
Aunque no me alivié del todo, ya que sabía que no podía volver atrás eso que pasó.
Le contesté:
- Adivinaste.
- Lo vi en tu cara, cuando volviste. Ya no estabas tan felíz como antes. Aunque no quise preguntarte frente a los chicos.
- Sí, me sentía un poco mal. ¿Qué onda vos con Pato? ¿qué hacen?
- Por desayunar, Pato sigue durmiendo. Y aproveché para escribirte. ¿Querés que vaya ahora?
- Que raro él jaja. No te preocupes, estoy bien.
- Después voy.
- Dale, cuidense. Besos.
Lo único que quería era dejar de pensar. Pero no podía, la cabeza me iba a mil. Y realmente quería verlo, aunque no sabia si estaba bien, darle otra oportunidad, y arriesgarme a salir más herida.
Estuve media hora acostada en mi cama, mirando el techo. No pude contra mis ganas y lo llamé.
- ¿Hola? Atendió.
- Te quiero pido algo.
- Decime.
- ¿Podés llevarme lo más lejos posible? 
- Río. En media hora. ¿Te parece?
- Dale. Contesté.
- Nos vemos entonces.
No pude evitar sonreír como una idiota. Tiré el teléfono y me metí a la ducha.
Minutos más tarde, fui a elegir algo que ponerme. Opté por un remerón negro, con un pañuelo rojo, campera de jean y zapatillas. Me maquillé y me senté a esperarlo. Mientras mi cigarrillo se consumía pensaba ¿Qué estoy haciendo? Y me contesté a mí misma: ni yo lo sé.
Tiempo después escuché un auto. Salté de la cama y fui a ver si era él. Y estaba en lo cierto. Me llamó y me dijo:
-Estoy afuera.
-Ya salgo. -respondí.
Agarre mis cosas, que de por cierto eran bastantes, juro que me quería ir lejos y quedarme unos días con él. Lo necesitaba demasiado.
Salí, cerré la puerta y subí a su auto. Lo saludé con un beso en la mejilla y me dijo:
-¿Qué te pasa? ¿Estas bien? -preguntó algo preocupado.
-Sí, no te hagas problema. Solo quiero irme lejos por unos días. Sé que tenes cosas que hacer, pero te juro que no aguanto más. Necesito despejar mi mente.
-No hay problema, yo te llevo. Y me abrazó.
Acto seguido, encendió el auto y comenzó a manejar.
Tiempo después llegamos a una casa.
-¿Y esto? -pregunté
-La casa que era de mis abuelos. Acá no nos va a molestar nadie. Quédate tranquila.
Nos bajamos, lo abracé y le dije: gracias, lo necesitaba tanto.
Abrió las puertas y pasamos.
-Ponete cómoda. Tenes una habitación ahí. Yo voy a ordenar la mía un poco. -dijo
-Dale, gracias.
Lo primero que hice fue mirar la habitación, era tan rústica, y tengo que admitir que las cosas rústicas no me gustaban, pero esa habitación era hermosa. Cama de dos plazas bien tendida, muebles blancos y una mesa de noche con un velador, en la pared un aire acondicionado y las paredes pintadas de un rosa viejo.
Dejé mis cosas en la cama y salí a ver la casa. En eso, sale Guido de una de las habitaciones y me pregunta:
-¿Te gustó la pieza?
-Sí, hermosa. -le dije.
-Creo que hay unas cervezas, ¿Querés?
-Sí, por favor. -contesté
Me senté en el sofá y me colgué mirando un cuadro que había en la pared que estaba frente a mí, en cuanto llegó Guido y se sentó en una banqueta de la barra de algarrobo que estaba a mi derecha.
¿Y, que te gustaría hacer? Me pregunta sonriendo.
Me quedé pensando por unos segundos: - Música. Porfa. Contesté
- Mmm.. Tengo un par de discos viejos nada más. Me dijo con los ojos entrecerrados.
- No tengo nada en contra de la música vieja, pero me gustaría escucharte a vos. Le dije sonriendo. ¿Tenés alguna guitarra por ahí?
- Te juro que hace mucho no venía acá, desde que mis abuelos no están casi no vengo. Tengo que ver en que condiciones están.
- Cómo que no, te espero. Le sonreí.
Llegó con una guitarra y un trapo en la otra mano. La limpio y se sentó a mi lado. Mientras la afinaba le dije - Guido.. Y, ¿por qué me trajiste acá?
- Cuando me dijiste que querías irte lejos, enseguida pensé en este lugar. Cuando extrañaba a mis abuelos o estaba bajón por otras cuestiones, venía y me tranquilizaba acá. Me parecía el lugar perfecto.
- ¿Entonces por qué dejaste de venir?
- Hizo un gesto pensativo- Me gustaba venir y quedarme en mi estado melancólico, tocar unos temas, tomar algo y quedarme en ese estado. Fue un tiempo. Cuando empezé a sentirme mejor perdí la costumbre. Y cuando volví, ya no me gustaba estar solo acá. Por eso me gustó la idea de traerte. Estar con vos acá cambia todo. Me miró y me sonrío.
Como una idiota lo miré y no me salió otra cosa que devolverle la sonrisa.
En cuanto me preguntó:
-Bien, ¿un tema al azar o te gustaría escuchar algo en especial?
-Si te soy sincera quiero escuchar una canción que hace rato me encanta. Me siento muy identificada con ella y es más, puedo llegar a decir que en mis peores estados la he escuchado y me ha ayudado un montón.
-¿Ah si? ¿Y esa canción es?
-Lejos del sol.- respondí un poco triste.
Y a los segundos empezaron los acordes de esta.
Minutos más tarde, mis ojos se encontraban cristalinos. Así que decidí tomar un trago de cerveza y tranquilizarme.
Paró de tocar y me preguntó:
-No, para. -y dejo la guitarra a un lado- ¿Estas bien?
-Si, sólo que como te dije. Me pone un poco melancólica.
-Ya esta. -dijo y me abrazó-
-¿Podemos ir un rato afuera?
-Sí, obvio. Si querés anda yendo. Yo voy a guardar la guitarra.
Me paré, fui y me senté en unos de los escalones que estaban muy cerca de la puerta de salida al patio.
Tiempo más tarde, llega y se sienta a mi lado.
Estuvimos un rato sin cruzar palabra alguna. Hasta que se me vino a la cabeza ese momento por el cual nos habíamos distanciado. Esa chica. Esa pelea. Todo.
Así que tomé coraje y le dije:
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-me miró- Sí, decime.
-¿Quién era esa chica que estaba ese día en la discográfica?

Estado Salvaje (Fanfic de Airbag)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora