Capitulo 1

13 1 0
                                    

Segundo día viviendo en La Plata. ¡Y qué sorpresa! ¿Quien hubiera pensado que yo era una mala leche de primera?

Era un martes. Yo esos días cursaba de seis a nueve de la noche, al igual que los Jueves. Lunes, miércoles y viernes cursaba a la mañana. Ese día, había sido mi segundo día facultativo. Estuve tres horas sentada atrás de un escritorio escuchando hablar a mi profesor de Algebra. Típica materia de mi carrera, administración.

Iba caminando a un paso veloz pensando en todas las ecuación que tenia que resolver para la próxima semana, y en como no me iban a salir. Ya me veía venir la recursada de esa materia.

Los cordones de mis zapatillas estaban desatados pero ni me inmute a atarlos. Estaban cayendo mínimas gotitas de agua y maldije en voz baja las quince cuadras que todavía tenia que caminar. No vi venir a aquel chico que corría en mi dirección, y cuando me chocó a propósito y yo caí al piso de una forma dramática, me di cuenta de que me había metido en graves problemas.

Mi respiración se aceleraba a medida que mi corazón latía cada vez con más y más  velocidad. La lluvia caía sobre mi cabeza y mis manos temblaban. Lentamente las levante al costado de mis hombros en señal de rendición.

El chico que me había tirado al piso, ahora estaba parado frente a mi y sostenía su arma en dirección a mi cabeza. Se veía confiado, o eso demostraban sus ojos. No se ocultaba, pude ver su rostro con facilidad. Un joven un poco mas grande que yo parecía, veinte años tal vez. Una barba bastante descuidada que le cubría hasta el cuello. Vestía una remera gris y unos jeans negros. Sus brazos dejaban al descubierto grandes y sorprendentes tatuajes. Su cabellera enrulada caía sobre su frente en mojados mechones.

El joven gritaba que le de todo lo que tenía si no quería recibir un balazo. Pero mi cuerpo no reaccionaba, intentaba darle ordenes con mi cerebro pero este no las recibía. Lo único en lo que pensaba era en por que había decidido caminar a casa en vez de tomar el colectivo. Como lo hubiera hecho cualquier persona normal.

Eran las nueve de la noche y yo caminaba sola por una de las calles más oscuras y siniestras de la ciudad de las diagonales; y encima, por primera vez.

"Qué estúpida que sos Carla" repetía mi mente sin cesar. Lo único que tenia encima eran cincuenta pesos y mi celular.

En un rápido movimiento, mi espalda fue apoyada brutalmente contra una pared. Aquel joven me agarro tan fuerte del brazo izquierdo que la marca allí duro más de un mes. 

- En.. en mi bolsillo - tartamudee, incapaz de hacer un solo movimiento.

Sus manos, bastante grandes en lo que a mi respecta, comenzaron a tantear los bolsillos de mi pantalón. En un segundo ya tenia mi billete y mi celular en su mano. Los observó, y yo lo observe a él. Era como si no creyera que acaba de robar tan poco. O como si no creyera que acababa de robar y listo. Me miró. A mi se me dificultaba respirar.

-¿Esto es todo? – preguntó. No se si me lo decía a mi o se lo decía a si mismo. Parecía sorprendido. Yo seguía observándolo. Estaba atónita. Mi instinto me decía que huya de ahí, que salga corriendo y me olvide de esa horrible situación. Pero no pude. El chico parecía tan desconcertado como yo.

- No tengo nada más... – fue lo que le dije, en un susurro. Lagrimas caían por mi rostro, las cuales se mezclaban con las gotas de agua que soltaban las nubes aquella noche.

Luego, largos e interminables minutos de silencio.

Ambos nos mirábamos a los ojos, sin decir nada.

-¿Por que estas haciendo esto? – no pude evitar soltar esa pregunta. Era como si el chico no tuviera propósito necesario para robar. Él hizo oídos sordos a lo que le dije y, seguidamente tomó mi mano derecha y depositó lo que había tomado de mi bolsillo un tiempo antes. ¿Acaso me estaba tomando el pelo? Lo mire incrédula.

Dirigí mi mirada hacia mi mano y si, efectivamente, mis pertenencias estaban allí. ¡No lo podía creer! ¿Quien se creía que era ese cretino?

Alce mi vista para encararlo y decirle un montón de barbaridades en la cara pero ya era demasiado tarde. No había nadie frente a mi. Y lo peor de todo es que no dejó rastro alguno.

Mire la hora en mi celular. 21:24. Genial.

Todavía me faltaban mas de quince cuadras para llegar a mi departamento. Mire para todos lados, por las dudas de que algún otro idiota quisiera hacerme la misma broma, y rece para que no me vuelva a pasar algo parecido en el camino. ¡Linda bienvenida eh!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 31, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El paso del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora