El mundo se acaba, se viene abajo. Solo hay una forma de salvar la destrucción completa de nuestro planeta, y el joven doctor Trafalgar D Water Law sabe cual es, pero... ¿Estará dispuesto a pagar el precio?
"Law solo hay una forma, debes conseguir...
Todo había terminado por fin. Toda la masacre se había meramente regulado. Los demonios por fin se habían ido aburridos y con las panzas llenas de tanta alma impura tragada. Todo estaba destruido, hecho añicos, no se veía un alma. Todo el planeta devastado.
Una joven de cabellos cobrizos paseaba por el lugar pisando todos esos escombros con sus pies descalzos. El traje blanco de tela suave y fina rozaba contra el suelo en su avance y las enormes alada de plumas blancas como la nieve se extendían fuertes a cada lado de sus delgados hombros.
Un ángel, eso era, un ángel que había sido enviado a la tierra para llevarse el alma de los puros y los impuros... que aun estuvieran presentes. Un ángel enviado especialmente para encontrar a aquellos dos que habían descuidado su deber, los causantes de que la destrucción ya no albergara ninguna esperanza de salvación. O más bien para encontrar el alma de uno de ellos.
Se paró en seco al comprender que ya había llegado y con un simple gesto de mano alzó todos los escombros dejando ver dos cuerpos sin vida y en descomposición. Pero estos se encontraban muy juntos, demasiado cabría decir.
La joven suspiró exhausta y mostró una sonrisa llena de dulzura.
-- Luffy, a llegado tu hora. Las suerte te acompaña pues ni siquiera los demonios te han encontrado.
-- ¿Quien eres tú?
El aludido, o más bien el fantasma de este, se incorporó de una roca en la que llevaba tiempo sentado, y se aproximó a la muchacha.
Desde que despertó fuera de su cuerpo no tuvo mucho que hacer más que esperar a que pasara algo. Ni siquiera su querido Law estaba allí con él. No sabía que habría sido de él. ¿Estaría ya en el cielo? ¿O habría caído al infierno? Y para empezar, ¿siquiera existía algo de eso?
-- Me llamo Nami, y soy tu ángel de la guarda. Ahora te guiaré hasta tu nuevo hogar.
Extendió su mano hacia el muchacho quien la cogió sin preocupación alguna. Fuera a donde fuese tenía la certeza de que ahora sería feliz, solo esperaba poder volver a ver a su amado pronto y esta vez sin separación.
FIN
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