Capítulo único

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Albus Severus Potter tenía la mirada perdida, que recaía en una simple copa de helado de vainilla. No sabía hacia dónde poner su vista y se decidió por lo más simple. Tomó unos segundos para visualizar la viva mesa al otro extremo del espacioso Gran Comedor para observar cómo una desilusionada y triste Rose lo veía desde aquel lugar y como su hermano, James, lo miraba con enfado. No sabía si el enfado era directamente hacia él o al sombrero que había sido guardado minutos atrás. Esas miradas no le agradaban así que decidió regresar al helado de vainilla sin probar un bocado, justo como había hecho con el gran festín de bienvenida, el apetito era algo que en ese momento Albus Severus no tenía.

Estaba tan abatido y distraído a su desilusión que no se dio cuenta como un par de ojos grisáceos lo observaban dos lugares a su frente izquierda, debatiéndose  desde el principio de la cena si podría hablarle o no.

La verdad era que Scorpius Malfoy nunca fue bueno a la hora de formar amistades, pero ver a aquel chico de pelo azabache tan solitario le hizo sentir de una manera egoístamente feliz. Aunque no dudaba que al escuchar su apellido le rechazaría como todo el mundo. Como bien sabrán, su abuelo fue de los más fieles seguidores de "Quien no debe ser nombrado" y así como este y toda la familia Malfoy poseían la famosa marca de mortífago. Scorpius era físicamente idéntico a su padre, pero todo lo contrario en cuanto a carácter y valores. Eso lo había sacado de su madre, Astoria. Pero no era suficiente si la gente no se daba la oportunidad de conocerlo y simplemente tachándolo como el hijo de Draco Malfoy, le ignoraban sin más.

El prefecto de ese año llamó a los pequeños de primer año para guiarlos hacia su sala común. Cuanto más se acercaban más frío se sentía y Albus comenzaba a temblar, aunque no sabía si era por el frío o el miedo a saber de qué le esperaría. Tal vez debió ver el camino que siguieron para no perderse en los siguientes días, pero como mucho vio el suelo durante todo el camino como la cosa más interesante.

-Hemos llegado-habló el prefecto provocando ciertas miradas de incertidumbre por parte de los pequeños.

Albus también tuvo curiosidad y levantó la vista. Nada. Solo estaban frente a un muro y por lo que observaba, muy debajo del suelo. Eso explicaría el frío.

-La entrada a nuestra sala común solo se muestra ante aquellos que sepan la contraseña-empezó el prefecto- Snape

Ante las asombradas miradas de los niños, se materializó una puerta de piedra dejándolos entrar a las comodidades de la sala en donde pasarían su estancia en sus años de Hogwarts. Un aire nostálgico recorrió la espalda de Albus.

-Los dormitorios de los chicos a la izquierda y chicas a la derecha-habló el prefecto- sus horarios los podrán recoger...

Albus no quiso escuchar nada más y subió a su habitación, se puso las pijamas y se acostó en silencio a dormir aún sin esperar a los que serían sus compañeros por siete largos años. Cerró los ojos con la débil esperanza de que esto se tratara solo de un mal sueño.

Sintió una leve presión en el brazo que se fue haciendo más fuerte causándole un pequeño dolor en el área haciéndolo despertar sobresaltado.

-¿¡Qué demonios?!-gritó entre desorientado por el sueño y enfadado por la manera abrupta de despertar

-Siento el pellizco-dijo una voz

Albus se frotó los ojos para ver mejor y pudo observar a un pequeño, apenas más alto que él con los ojos grises azulados bien abiertos en modo apenado. Su cabello era rubio platinado, apenas se le podía distinguir el color ligeramente dorado y lo miraba con una pequeña mueca.

-Si no te despertaba, llegaríamos tarde-Albus notó la curiosa manera de arrastrar las palabras al hablar del niño

-Gracias- contestó simplemente y se puso en busca de su uniforme.

El Nuevo Trío de Oro, Tercera Generación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora