-¿Estás mejor?
El doctor Brolin me ha dejado sola durante unos minutos para que pueda calmarme.
Calmarme. ¿Cómo cojones se supone que puedo calmarme después de lo que acabo de saber?
Estaba embarazada. En pasado. Hace unos días estaba embarazada. Embarazada de Harry. Harry y yo estábamos embarazados. Íbamos a ser padres. Y no teníamos ni idea.
Hemos usado precaución siempre. Desde hace unos meses estoy tomando la píldora para despedirnos del maldito preservativo y poder tener relaciones sin tener que preocuparnos por un posible...embarazo.
¿Y de qué ha servido?
Quisiera tener en frente a la ginecóloga que me habló de todas las buenas propiedades de la pastilla anticonceptiva, la misma que me dijo que sería imposible quedarme embarazada, que no tendríamos ningún susto, que la regularidad de la menstruación sería la de un reloj suizo.
¿Y por qué cojones no ha funcionado?
-¿María? –pregunta el doctor de nuevo.
Lo miro con la mirada perdida, los ojos vidriosos e hinchados de llorar
No. Mi pregunta no es por qué cojones no ha funcionado la pastilla sino por qué la quimioterapia ha tenido que acabar con el bebé. Con el proyecto de bebé.
-¿Sí? –consigo atinar.
Bizqueo un poco mientras lo miro. Parece aturdido pero quizás solo es un reflejo de mi imagen.
-No te obsesiones. No ha sido culpa tuya, ha sido la quimioterapia. No teníamos ni idea de que...
-Ni yo –casi grito pidiendo una salvación por mi culpa.
He sido yo. Por salvarme, por intentar no volver a caer, por no querer volver a perder. Y he perdido algo de un valor tan incalculable que me duele toda el alma.
-Claro que no, María.
Mueve la cabeza negativamente intentando calmarme. Pero no funciona. No hay manera.
Ni él mismo encuentra las palabras de consuelo. Porque no existen. Es así de fácil. De cruel.
El silencio se apodera de la habitación y me siento caer al vació. La quietud, la blancura de un cuarto que me señala con el dedo, la mirada compasiva del doctor me atraviesa como mil cuchillos y no puedo soportarlo más. Ni un minuto más.
-Quiero irme a casa –digo mientras mi cuerpo empieza a moverse.
Y eso que pesa como una losa.
-¿A casa? Esto...no, no sería conveniente. Lo mejor es que te quedes a pasar la noche en observación.
-Me voy a casa –digo sin mirarlo, con la vista clavada en el suelo-No puedo estar aquí un minuto más. Por favor.
Me llevo las manos al pelo y me lo echo hacia atrás en un gesto nervioso que se me ha pegado de Harry. Mi yo antigua se mordería las uñas. Pero ahora, me aventuraría a decir que Harry y yo nos hemos solapado, que somos una sola persona.
Mentira. Es mentira. Harry no siente mi dolor, no sabe de mi pena.
-Si te encuentras mal, vuelve rápido –contesta el doctor dándome permiso para irme de este maldito lugar.
Asiento y no tengo ganas ni de darle las gracias, ni de mirarle, ni de estrecharle la mano. Si no pareciese que un camión me ha pasado por el cuerpo repetidas veces, echaría a correr hasta quedarme sin aliento. Pero no puedo hacerlo.
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Nosotros.
FanfictionTras superar un tumor cerebral, María vuelve a casa con Harry. Sus vidas se vuelven a unir en una sola, pero una sombra los sigue constantemente. La sombra del peligro, de una historia que nació de una mentira. Ahora que pueden ser felices, ¿p...