París, Francia.
Madison Grace
-No puedo creer que vinieras desde Hawaii solo para mi boda -reí mientras acomodaba mi cabello
-¿Y perderme esta etapa de tu vida? ¿Estas loca? -dijo indignada -¿Nerviosa?
-Un poco -susurre
-Estarás bien -tomó un mechón de cabello y lo posó detrás de mi oreja -Luces hermosa
-Gracias -me levante y le di un pequeño abrazo
-Suerte -susurró en mi oído
Me quede sola en una habitación que estaba usando como camerino, mi cabello estaba sostenido por una pequeña trenza en la parte superior y luego se dejaban caer unos rizos definidos, quería el maquillaje lo más sencillo posible, este día quería lucir natural, nada muy exagerado. Mi vestido era exactamente como lo había soñado, color perla e iba ceñido desde arriba, pasaba por mis caderas y cuando llegaba a la altura de mis rodillas tenía una caída natural, más conocido como "corte sirena".
Intentaba distraerme un poco detallando cada parte de mi pero nada lograba calmar mis nervios. Sentía como la temperatura de mi cuerpo cambiada cada vez más, mi piel se erizaba con solo pensar que en unos segundos estaría caminado hacia el altar, donde me uniría a la persona que he amado todo este tiempo, que este sería el paso que cambiaría mi vida, que de ahora en adelante no sería yo sola, seríamos Cameron y yo. Rápidamente una voz me saco de mis pensamientos, mi padre. Estaba esperándome para salir, había llegado el momento.
-Podrás notar que estoy un poco nerviosa -dije caminando hacia el
-No tienes que decirlo -me miró a los ojos y sonrió -¿Lista?
-Lista -me sujete de su brazo y enseguida nos dirigimos al altar
Los padres de Cameron eran personas un poco ambiciosas o al menos así eran cuando se trataba de su hijo. Se encargaron de la organización de la boda, querían algo fuera de lo común y claro, demás está decir que mis padres no se quedaban atrás. Sinceramente, superaron mis expectativas.
Si se han imaginado que estaba a punto de casarme en una iglesia común y corriente como se hace normalmente se han equivocado. Habían llevado todo esto hasta un punto que resultaba extravagante e irreal. ¡Literalmente estábamos en un bosque encantado!, no, no es broma.
En París había un lugar que se utilizaba para eventos, tenia aire de bosque pues estaba un poco aislado en una zona verde rodeada de árboles gigantes, habían decorado con rosas blancas alrededor del altar, un par de luces a los lados para darle un toque acogedor y romántico. Además con la puesta de sol a un lado le daba un aire perfecto. Sentía todas las miradas sobre mi, tenia tantos nervios acumulados que con solo cruzar miradas con alguien sentía que saldría corriendo en cualquier momento. Me límite a mirar al suelo y de vez en cuando a un punto ciego, apretaba tan fuerte el brazo de mi padre que de vez en cuando me susurraba que me relajara aunque me resultaba imposible. Finalmente llegamos al final del pasillo, donde mi mirada se cruzó con la de Cameron, cuando mi mano hizo contacto con la suya mis nervios desaparecieron, sentía como si solo fuéramos nosotros dos en el mundo y los demás habían desaparecido mágicamente, fue una paz que me duro pocos segundos pero fueron los suficientes para hacerme sentir cómoda.
La ceremonia comenzó con las típicas palabras que ya conocen. Escuchaba con cautela cada palabra que salía de la boca de Cameron, millones de promesas que estaría dispuesto a cumplir, cosas que nos esperaban en el futuro, toda la responsabilidad que conllevaba esta unión.
Finalmente llegó la hora del tan esperado "Puede besar a la novia", el cual cerraría con broche de oro esta ceremonia, solo que, me hubiera gustado que fuera real.
Había sido un simple sueño, uno que se repetía una y otra vez. Cada noche me despertaba con la misma sensación de desesperación, siempre era lo mismo, recordaba el día de mi boda con exactitud, cada momento, cada palabra, cada sonrisa, cada lágrima. Pero siempre me despertaba en la misma escena, justo antes del beso. ¿Acaso era una señal? ¿Y si no debí casarme con Cameron? ¿Y si hay algo en mi pasado que no me deja vivir mi presente? ¿Fue esa mi peor decisión?.
Miles de incógnitas me atormentaban pero ninguna de ellas tenía respuesta. Dicen que nunca terminas de conocer a la otra persona, ¿Será esto lo que tanto me atormenta?, ¿Acaso Cameron tiene un pasado que yo no conozco y ahora está saliendo a relucir?, tal vez sea eso pero... ¿Cómo? Lo conozco perfectamente, se cada una de sus debilidades, aficiones, recuerdos... pero tal vez no todos sus secretos. Si quiero obtener respuestas tengo que saberlos, cueste lo que cueste.
Sin embargo este no es el único problema, rostros del pasado han vuelto, algunos dispuestos a ayudarme y otros con intenciones que desconozco. Hay heridas que no han sanado y otras que están por aparecer, esto no será fácil, pero debo arriesgarme si quiero saber la verdad.
