Capítulo 8 "Eres tú el que debe llevarlo"

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Unos cuantos minutos después.

Un ángel en tu corazón, dicen ellos, te dará orientación cada día.

Thomas

Recuerdo haber escogido la primera habitación que encontré abierta de la primera planta. Todo rasgo de Chuck Norris desapareció cuando mi vida y la de mis amigos había entrado en peligro a causa de un vándalo armado.

Sobre todo porque al entrar en aquella edificación tan impresionante, las sombras habían desaparecido casi al instante. Ni siquiera me atrevía a salir de ahí para buscar una forma de regresar a mi casa, porque temía a que volvieran a aparecer.

Sentía tanto alivio y paz, que no me importó siquiera estar acostado en una cama de la cual no tenía idea de quien la había usado antes. Poco después había conseguido dormir un poco, estaba exhausto por toda la adrenalina de horas atrás.

Incluso entre sueño y sueño, había escuchado unos cuantos gritos que me habían puesto lo pelos de punta, pero los tomé como parte de una pesadilla y afortunadamente al rato habían cesado.

Desperté por hambre, y con un sabor amargo en la boca. Cuando habíamos llegado, el cielo amenazaba débilmente con llover, pero cálidos rayos se infiltraban a través de las cortinas.

Fui un poco lento al entender que no estaba en mi habitación sino que en yo-no-sé-dónde, pero logré estar levantado y listo para mi búsqueda de comida en menos de tres minutos.

El calor era horriblemente insoportable, incluso me obligó a dejar mi sudadera y chaqueta encima de la cama, dejándome solo con mi camiseta de color apimentado y el logo en grande de la NBA en blanco, que mi madre había conseguido hace unas semanas por Internet.

Mi madre amaba la compras. En especial cuando las podía hacer a las tres de la madrugada, en pijama y frente al ordenador. Hubieron muchas ocasiones en las que Mavis, mi padre y yo tuvimos que desconectárselo y esconderlo durante días para que se calmara.

Me sorprendí al abrir la puerta y encontrarme con Kate Lowell apunto de hacer el típico knock knock en la misma.

-¡Bello Durmiente! Es una lástima, quería ser yo quien te despertara- hizo un gesto para que la siguiera, y avanzó a un paso rápido.

Troté para alcanzarla, que no fue tan difícil gracias a sus piernas cortas. Y debo admitir que sin tener el corazón acelerado por el miedo, el edificio comenzaba a cobrar su encanto.

Se me hacía difícil entender el por qué habría un domo de cristal que hacía de hibernadero dentro, justo en todo el centro, con las líneas de habitaciones a su alrededor, teniendo en cuenta que estábamos a la mitad de un bosque tropical. Pero bueno, cada quien con su propia locura.

-¿Acabas de... Coquetear conmigo?- rio poniendo una mano en su estómago para aguantar las risas.

-Ya quisieras, niño bonito- replicó alzando una ceja, y no pude contener una sonrisa-. Vamos, te estábamos esperando.

Nos topamos con una puerta de madera pintada de blanco, la cual muchas voces se escuchaban de dentro, y que Kate abrió sin siquiera tocarla.

-¡Tom, Tommy, Tomaaaciiitooo, me alegro de que hayas llegado!- dijo Lucas arrastrando las palabras, y luego se lanzó sobre mí para darme un largo y cochino beso en la mejilla, inmediatamente después lo aparté mientras que él me miraba con cara de disgusto- ¡Está bien pues! Yo... yo... yo... ¿Ah?

Se tambaleó y corrí a atraparlo, pero rápidamente ya estaba de pie riendo como idiota. Nadie parecía preocupado porque se sacara un ojo con su condición.

Del Cielo al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora