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Mi cerebro no mandaba señales a mi cuerpo para poder reaccionar. Releí un par de veces el mensaje de Yerim, y el estómago me dolía de los repentinos nervios que se acumulaban en todo mi ser; de tan sólo que mis ojos observaran el número telefónico de Eunwoo a través de la insignificante pantalla de mi móvil me hacía sentir incómoda y a la vez con esa sensación de inquietud. 

No entendía cómo a Yerim se le había cruzado un pensamiento tan imposible y poco probable de mí hablándole a Eunwoo por un medio virtual después de las actitudes que tengo todos los días debido a él... no tenía sentido que ella aún tuviese sus esperanzas puestas en una persona como yo, conociéndome, y viéndome sumida en la timidez las nueve horas de cada día de jornada escolar en las que puedo ver a Eunwoo, me sorprendía que Yerim creyera que yo, Kim Saeron, la chica con pánico social, pudiese entablar una conversación por mensajes con el chico causante de todos sus emanantes sentimientos que crecían constantemente como si de flores en primavera se tratase.

No quería preguntarle cómo y de qué manera consiguió aquel número telefónico, pero de ninguna manera iba a acatar y retener dentro de mi cabeza la idea de teclear un mensaje y enviárselo a Eunwoo, claro que no lo haría... tendría que ser otra persona, con mucha más valentía y optimista al momento de ir por lo que desea; pero lamentablemente yo no calificaba dentro de esas características. Dejé el mensaje de Yerim sin enviar devuelta una respuesta para ella, y tratando de no pensar demasiado, logré recostarme en medio de mi cama, dejando que mis párpados se cerrasen con el fin de darle un descanso a mi mente que no paraba de crear más pensamientos sobre Eunwoo y mi decepcionante personalidad.

—♡—

— Linda forma de dejarme el visto a media noche —Yerim me dedicó una voz entre amenazante y con cierto enojo fingido—, me tuviste esperando por una respuesta toda la noche, ¿acaso te desmayaste de la emoción?, yo creo que sí. 

— No seas así, sabes que no fue eso. —respondí sin despegar mi visión de la ventana, con mi tono de voz serio e inexpresivo habitual. Oí suspirar a Yerim a mi lado que garabateaba algo en uno de sus tantos cuadernos hace ya un rato mientras hacíamos espera por la llegada del profesor.

—Sae, sé que no lo hiciste... ¿pero al menos piensas en darte la oportunidad de intentarlo aunque sea en algún momento?

—No lo creo. —respondí corto y preciso, puesto que no podía decir nada más acerca de ese tema que tanto me perseguía últimamente.

— Ángel, mírame. —la oí llamarme por ese apodo al que muchas veces no le encontraba sentido alguno, pero que según Yerim era por mi supuesta "hermosa personalidad oculta", la cual yo no lograba descubrir. "No te das cuenta de lo buena e inocente que eres, al igual que lo son los supuestos ángeles en el cielo"; a lo que yo respondía que exageraba y me avergonzaba.

— ¿Mh? —articulé un ruido en forma de interrogación a la vez que volteaba mi cabeza en dirección a ella.

—Haz un intento. Si no puedes saludarle tanto como quieres mirándole a los ojos, entonces busca otra manera de hacerlo en la que no tengas que verle cara a cara. Haz uso de ese jodido número Saeron, por favor piénsalo.

Me le quedé viendo, escuchando sus recientes palabras las cuales por una parte odiaba, porque sabía que me mantendrían pensando todo lo que restaba del día en ello y eso no me gustaba, odiaba darle muchas vueltas a un mismo pensamiento y que este tuviese siempre la misma razón en concreto: Eunwoo, siempre él, mi hermoso chico de bella y dulce sonrisa que llenaba de felicidad a mis latentes sentimientos, porque en realidad, cada uno de sus gestos me expresaban una calidez inexplicable que hacía cobrar más vida a mi corazón con los fuertes latidos que éste manifestaba silenciosamente por él. No es que de la nada deteste pensar en Eunwoo, es sólo que, cada vez voy accediendo a rendirme con esto, y es que yo no siento que sea posible que llegue el momento en que pueda dirigirle un simple y anhelado 'hola' por la mañana, dejando de lado todas mis características negativas: timidez, cobardía y nerviosismo.