La llegada de Lola.

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Había pasado casi un mes desde la última vez que ví a Alfredo, ya lo extrañaba. Una de mis amigas me ayudó a salir con él. Le dijo a mi abuelo que ella saldría conmigo, pero en realidad me iba a ver con Alfredo.

Lo estaba esperando en el parque. Llegué media hora antes, así que tuve que esperar. Cuando llegó me dijo que iríamos a su casa y comenzamos a caminar. No estaba tan lejos.

Ya en su casa saludé a su mamá. Él me dijo que lo siguiera y me llevó hasta donde estaba una pequeña cachorrita. Era muy adorable, gordita y peluda. Me dijo que la había llamado Lola y era mi regalo por nuestros nueve meses juntos.

Después nos fuimos porque se me hacía tarde. En el camino decidimos tomar un descanso así que nos quedamos acostados en el pasto debajo de un gran árbol. Pusimos a la pequeña Lola entre nosotros, decíamos que era nuestra hija. Cuando intentábamos darnos un beso ella lo impedía, aunque al parecer estaba dormida. Era una ternura y Alfredo también.

Nunca me habían regalado algo así. Por lo tanto cuidaba muchísimo a Lola, además de que lo hacía porque adoro los perros, también la cuidaba así porque me la regaló Alfredo y todo lo que me regalaba lo apreciaba demasiado. No me importaría que fuera una hoja arrugada sólo con nuestros nombres escritos, yo la cuidaría por el simple hecho de que me la había dado él.

Tiempo antes de esto, él me había regalado una gatita, Sakura. No me gustaban los gatos, pero a ella la adoraba porque había sido un regalo de él. Esa gatita llegó a volverse parte de mí, yo no me separaba de ella, ni ella de mí. Todo lo hacía con ella. Parecía que podía entender cómo me sentía. Era mi adoración. Una noche, llegaron mi tío, su esposa y mis primos de visita, me vi obligada a bajar a saludar y a dejar de jugar con Sakura. Por lo tanto, la dejé en mi habitación y cerré la puerta. Mientras yo estaba abajo, uno de mis primos subió, a ellos les gusta meterse a revisar todo, por eso no confío en ellos. Él abrió la puerta de mi habitación y dejó salir a Sakura, yo no me dí cuenta de eso. Subí y Sakura no estaba en mi cama esperándome como solía hacerlo, la busqué como loca. Me preocupé y salí a la calle, la encontré, estaba herida, un perro la había mordido. Llamé a varios veterinarios pero ninguno estaba disponible ya que era primero de enero y era demasiado tarde. Ella murió y lloré demasiado, también grité. Sé que era una mascota, pero yo la veía como más que eso, ella era parte de mí. No podía superar lo que había pasado, hasta que llegó Lola.

El encuentro con mi otro yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora