Capitulo 1: La pesadilla

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Llevaba media hora buscando a mi mejor amiga en una casa llena de adolescentes borrachos y probablemente la mayoría de ellos inclusive drogados. Ya la había buscado en la cocina, el baño, el patio trasero, la terraza, el piso de arriba y ahora el hall, donde me encontraba yo. Entré a la sala mirando a todos lados. Mí cabeza se estaba partiendo de dolor desde hacía algunas horas y ahora estaba más preocupada que nunca. ¿Cómo fui a perderla de vista así? Maldita sea, sólo fui al baño. América estaba en graves problemas si creía que podría dejarme en esta estúpida fiesta sola y bailar con cuánto hombre se le cruce enfrente. Se suponía que no íbamos a beber ni a separarnos. Juro por Alá que patearía su bronceado trasero hasta que la suela de mis zapatos quedara marcada de por vida.

-¿Qué haces, London?- Alex Payton apareció. Es el eterno enamorado de América, era un idiota en mi opinión, en especial porque le parecía gracioso que nuestros nombres fueran lugares reales, pero para el resto del instituto era el típico chico popular. Si sí, ya saben, el idiota rico que cree que es el único hombre sexy de la tierra. ¿Jamás viste Titanic? Leonardo DiCaprio de joven es la personificación de la sensualidad masculina.

-Mi nombre es Paris- dije entre dientes y él rio, con un vaso sobre sus labios. Idiota. ¿Cómo esperas que mi mejor amiga se enamore de ti? Eres un imbécil

-Eres graciosa, ¿Y dónde está tu amiga?- Vaya, eres tan sutil; lo miré desde abajo, obviamente porque soy un pitufo de altura y América insistió en que unas simples zapatillas estarían bien para este tipo de fiesta.

-No lo sé, ¿Por qué no me ayudas a buscarla?- le di una sonrisa tan falsa que inclusive un ciego podría notarlo, pero para mí suerte Alex era un idiota. Y además estaba loco por América, no dudaría en buscarla para poder pasar tiempo con ella.

-¡Genial! Entonces te veo luego, adiós Madrid.

Cerré mis ojos fuerte y apreté los puños. No sé a quién podría matar primero. Al idiota de Alex o a la idiota de América. Después de todo quizá sí eran el uno para el otro.

La sala se hallaba llena de fumadores, que no noté cuando Alex apareció. El humo se coló rápidamente por mi nariz y no pude evitar toser, haciendo reír a algunos de los chicos que había allí. Usualmente no me molestaba, pero debía admitir que esto era demasiado para mis pobres pulmones. En serio, ¿Cómo es que no lo noté? Lo que sí noté, es que América no estaba ahí.

Me moví de nuevo hasta el hall, donde había estado antes para ver si desde allí podría buscar a América sin ser molestada por el humo. Intenté sentarme en la escalera, pero sería imposible. Parejas de adolescentes subían y bajaban a cada rato, así que decidí pararme cerca de ella y analizar la situación.

América me arrastró hasta un fiesta, en una cabaña, cerca del bosque, de noche, sin adultos que pudieran hacerse responsables si algo sucede, además de que ella desapareció y no puedo encontrarla por ningún lado. Perfecto, ¿qué podría salir mal? ¿Verdad? Se sentía extraño estar ahí, como si el aire fuera más denso de alguna forma en ese lugar. Di un par de pequeñas vueltas cerca de la escalera. Era lo mismo. La misma densidad. ¿Podría acaso el humo hacerme alucinar? Nahhhh, no lo creo.

Al cabo de unos minutos me senté en las escaleras. En algún momento América debería aparecer y ya no me importaba si los adolescentes se molestaban por mi cuerpo de umpalumpa en el camino.

Otros minutos que se me hicieron eternos pasaron hasta que alguien entró por la puerta, y pude notar que había gente afuera. Mi cabeza, que reposaba en mis manos, se levantó automáticamente buscando la castaña cabellera de mi mejor amiga. Rápidamente salté para correr desesperada a buscarla. Estaba preocupada. Sabía que no podía estar arriba porque ya había revisado ahí, y si hubiese subido deberíamos de habernos cruzado en el hall o al menos la habría visto desde la sala.

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