Capítulo 4: El diario de Mylène Césaire

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Si hay algo que me agrada, son los libros. En especial las novelas, aquellos que cuentan historias, ya sean ficticias o reales, aquellos que te hacen sentir que desapareces por un instante. Por ende, el hecho de estar en la biblioteca, rodeada por montones y montones de ellos, me hacía sentir en paz.

No había asistido el día de ayer a la escuela a causa del accidente. Mi pie estaba hinchado y no me permitía caminar. Así que luego de que Lance y América me llevaran a casa, me preparé para poder dormir lo más cómodamente posible. Obviamente mi mamá corrió a verme ni bien llegó del trabajo, preguntando histéricamente que significaba ese mensaje en su teléfono diciendo que yo estaba gravemente herida. Así que su instinto de mamá le dijo que yo debía faltar el día siguiente al colegio, es decir ayer, para recuperarme.

Aún así no me había salvado del castigo por romper algunos libros. Pero considerando todo lo que me pasó, y siendo influenciado un poco por mis grandes dotes de actríz, el director acordó que darme un castigo normal era muy cruel y después de todo el accidente no había sido mi culpa. Así que me habían asignado la tarea de clasificar y reubicar los libros más antiguos en la escuela. Era un poco tedioso, sí, pero era mucho mejor que limpiar los baños de los vestidores de hombres. Me quedo mil veces en la biblioteca. Y allí estaba. Me habían dado una silla para que no haga mucho esfuerzo y un carrito para que todo sea más fácil. La señora Martin, la bibliotecaria, también demostró que al final sí tiene corazón, pequeño, pero lo tiene, al hablar con algunos profesores para que me perdonaran la falta, ya que cumplía mi castigo en hora de clases, porque hacerlo después de estas sonaba cruel. Parecía que al final el universo estaba de mi lado.

Respecto a mis amigos, ellos estaban bien. Se comportaban extraño conmigo. En especial América. Hasta donde tenía entendido yo, todo había sido normal cuando me dejó en mi casa hace dos días. Bueno, digamos que mi concepto de normal había cambiado un poco después de la última semana. Vaya manera de empezar el año. De todas formas, noté el raro comportamiento de mi mejor amiga ayer por la mañana, cuando no me escribió ni bien se levantó, lo cual solía ser alrededor de las ocho y veinte de la mañana. Luego de ser yo la que inició la conversación a eso de las nueve y cuarto pude darme cuenta de que no le prestaba atención a la conversación en absoluto. Normal era que se distrajera y me saliera con un tema totalmente diferente al que estábamos hablando, pero esta vez no era así. Ella simplemente estaba rara. Ni siquiera la vi hoy. Es más, cuando le pregunté a Lance el simplemente se encogió de hombros mirando sospechosamente hacia abajo y, espero estar equivocada, su rostro decía que era mi culpa.  Y eso fue lo que me hizo darme cuenta de que Lance también actuaba extraño. Ni siquiera me preguntó cómo me sentía, y no me refiero a lo emocional, si no a lo físico. Por si no lo recuerdas, querido Lance, fui aplastada por un jugador de football americano de secundaria que pesa noventa kilos y casi diez libros que deben pesar al menos un kilo y medio cada uno, que si mis matemáticas no fallan eso suman... A quién quiero engañar mis matemáticas siempre fallan. Pero aún así fueron muchos kilos. De todas formas no puedo enojarme con ellos, yo pude haber hecho algo malo pero ¿qué? ¿Están realmente enojados conmigo? Puede que solo sea un mal día para los tres, ¿puede eso ser una coincidencia? Yo no suelo creer en casualidades, y mucho menos en este tipo de situaciones, pero mí mente desea en este momento creer en las coincidencias más que nunca.

-¡Señorita!- ¡Por todos los Santos! ¡¿Qué le ocurre a esta mujer?! Salté en mi asiento por el susto. ¿Qué demonios le pasa señora Martin?

-Señorita Martin, me dió un susto de muerte- dije con la mano en mi pecho. Podía sentir mí corazón latir demasiado rápido.

-¿Estás bien? Tuve que levantar mí voz más de lo debido porque no me escuchaste las primeras tres veces- ¡Tres veces! Cielos, de verdad estaba sumida en mis pensamientos.

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