Capítulo 2- Discusiones y cigarros.

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Sentí que algo me hacia cosquillas en la mejilla, espere un rato haber si se pasaba pero la molestia seguía ahí, alargue mi mano para rascarme pero me enoje al momento de sentir algo cremoso en mi cara. Ya me imaginaba que podía ser, pero mis sospechas se confirmaron aún más al sentir una risotada femenina. Me levante muy molesta con la persona que estaba en el piso atragantándose como la foca epiléptica que es.

-Amelia- grite. Estaba furiosa, además de levantarme de mi hermoso sueño con Andy Biersack, la crema que, ahora que la saboreo es pasta dental me esta ardiendo horrible- me las pagaras, me escuchas, me vengaré doy pasos hacia atrás, mirando fijamente a la causante de mi ardor en dirección al baño. Si soy dramática, pero, ¿quien la mando a meterse conmigo? Exacto. Nadie.

-Apúrate Mía, llegamos tarde- chilla mi amiga del otro lado de la puerta.

Me desnude y me di un baño de agua fría. Si, hacia calor. Me pare enfrente al espejo y mire mi reflejo. Mido 1.62, lose, doy pena. Mi pelo es castaño y mis ojos son marrones. Me considero, además de enana, sarcástica e insufrible según mis amigos.

Voy a mi ropero y decido ponerme un short de jean roto, una remera negra de Jack Daniel's y mis converse. No soy de maquillarme, me gusta al natural, tampoco me peino solo me lo arreglo un poco con las manos.

Salgo, no sin antes agarrar mi mochila negra con pines de bandas y encuentro a Amelia comiendo una manzana, le hago señas para irnos y asiente. Afuera nos espera un Audi A5 Cabriolet que, por desgracia, le pertenece a la persona a mi lado.

Al llegar al colegio se pude ver a todos afuera, lo que significa que es temprano, bien. Tengo que admitir que si no fuera por la rubia a mi lado llegaría tarde siempre, no por demorar arreglándome ni nada por el estilo, sino porque me gusta dormir, mucho.

A mi izquierda apoyados en motocicletas están los Bad Boys. Desde el primer día en que vinieron en sus motos con su apariencia empezaron a meterse en problemas e ir a detención, lo que provoco que los demás empezaron a llamarlos así. Mi atención se ve interrumpida por el sonido de mi celular, le hago señas a Amelia de que entre a clase, ya que la campana tocó hace unos minutos y no había nadie a excepción de los pandilleros. Atiendo.

-Hola Clara- digo en tono frió.

-Mía, no empieces ya te dije que soy tu madre, me tienes que respetar- me regaña, a lo que yo suelto una carcajada carente de gracia. ¿Quien se cree? Ella ya no es nadie para mi.

-Bueno, si terminaste, tengo que entrar a clase- todo lo que acabo de decir tiene mi preciado tono sarcástico que a ella la enfada. ¿Por algo lo uso, no?. Suelta un suspiro de resignación.

-Las dos sabemos que lo menos que te importa es el instituto- para de hablar, se escucha un largo silencio en la linea y entiendo que lo que va a decir es duro para las dos- me llamo él, dice que quiere verte y que vayas con el en vacaciones- ¿Qué? Este es el límite.

-Pues dile a ese imbécil que se puede ir bien a la mierda porque de que quiera verlo esta muy lejos. Ahora no va a venir a hacerse el padre ejemplar cuando es un maldito hijo de puta- grito enojada. Me da igual si me están viendo, estoy furiosa. Para que sepan "él" es la persona que me creo, nada más. Nunca a estado para mi ni para Clara, tiene su nueva familia bien lejos por suerte- que se pudra, adiós- corto. No odio a mi madre como a mi padre pero desde que Frank, mi creador, se fue lo único que a echo es encerrarse en su trabajo y pasa viajando por el mismo. Nunca se preocupo por su hija, al igual que a ella también me dolió.

Miro mi reloj y me doy cuenta de que ya paso media hora, así que decido no entrar a clase. Siento miradas en mi dirección y me doy cuenta que son los chicos malos, gruño. Son al rededor de seis los que están ahora, ya que otros no están porque si los juntas serian una manada de lobos hambrientos. Veo salir a Dylan por las puertas de entrada, cuando me encuentra se dirige hacia mi.

-Hey pequeña, ¿que pasó?, me dijo Amelia que no entraste a clases- dice, pero cuando ve mi cara se preocupa más. Algo que tiene este chico es que puede leerte con los ojos, basta una mirada para que sepa lo que te pasa.

-Nada, ¿tú que haces aquí? Tendrías que estar en clase- le digo intentando cambiar de tema.

-Me aburría con el viejo de Ciencia- dice encogiéndose de hombros- no me cambies de tema Mía- mierda.

-No quiero hablar de eso- suspiro- necesito distraerme.

-Bueno, entonces darás una vuelta con este bombón, espera aquí- rió.

De repente aparece una Harley Davidson Fatboy. Olvide decirles que los tres idiotas que tengo como amigos tienen dos años más que yo, si dieciocho, así que ya tienen licencia de conducir. El echo de que sean más grandes, hace que se burlen de mi por enana y pequeña. La vida no está a mi favor.

-Vamos, sube- sin pensarlo dos veces me monto detrás de el y lo rodeo con mis brazos.

Extrañaba esta sensación. El aire chocando en mi cara, haciendo más dificultosa mi respiración. La adrenalina corriendo por mis venas. Las ganas de hacer todo en un segundo. De hacer lo más extremo que se haya inventado.

Una pequeña sonrisa se me noto en la cara al recordar viejos pero preciados momentos.

Siento que la Harley para y me bajo fácilmente de esta.

-¿Cómo ha estado el viaje?- me pregunta Dylan muy feliz. Para él, andar en motocicleta es vivir, y lo entiendo.

-Gracias- le digo ignorando su pregunta.

-Cuando quieras pequeña. Se que estás agobiada, así que decidí traerte aquí- mira a su alrededor mientras lo dice.

Nos encontrábamos enfrente a un lindo bosque, los árboles eran realmente altísimos, tanto que te perdías mirando su copa. El único ruido que se escuchaba era el canto de los pájaros combinado con el vaivén de las hojas. Era tan pacífico todo. Doy un largo suspiro, dejando que el olor a hierba mojada y eucaliptos pase por mis fosas nasales. Me adentro en el precioso lugar, paro y me acuesto en el suelo. Giro mi cabeza en su dirección, veo que sonríe y mete la mano en su bolsillo. Frunzo el ceño. Saca la mano y veo que contiene una cajilla de cigarrillos Marlboro, sonrió cuando saca dos y me entrega uno. Lo prendo y dejo un rato el humo en mi garganta, luego lo suelto despacio. Me gusta fumar con Dylan, nos tomamos nuestro tiempo al hacerlo. ¿Que si lo hacemos para llamar la atención? No. Al contrario lo hacemos solos entre nosotros o con algún otro fumador. Cada uno tiene su razón. Yo se la de él pero él no la mía, no es que no confié, solo no estoy lista para sacar todo aún. Cuando lo termino se lo doy a el castaño, siempre trae algo para apagarlo y tener donde dejarlo. Los ojos me empiezan a pesar y les doy permiso para cerrarlos.

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Bueno, hasta aquí va el segundo capitulo.

¿Que les ha parecido?

La descripción de los personajes es como yo me los imagino pero puedo dejarles algunas imágenes si quieren.

Sin nada más que decir;

nos leemos en otro capítulo. Besos.

Raíces peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora