Capítulo 5- Dylan y yo, ¿novios?

10 1 0
                                    


Salgo de mi trance y me dirijo a Dylan.

-¿Que hace el aquí?- pregunte con los brazos cruzados sobre mi pecho y el entrecejo fruncido.

-Pequeña, porque no vas al cuarto y me esperas allí- lo dijo mas como una orden.

A mí nadie me manda.

Esperen.

¿Eso que escuche fue un gruñido?

Mire interrogante al morocho. ¿Y a este que le pasa?

Que es ahora, ¿un animal?

-Te hice una pregunta- me dirijo al rubio.

-Vine a decirle si me podía quedar, se me paro el auto y no hay forma de que ande pero veo que interrumpo- dice con la mandíbula apretada Darek.

-Sí, el va a quedarse Mía, ¿te molesta?- me pregunta mi amigo.

-No, para nada- digo tratando de hacer la sonrisa más real que tengo. Tal vez así me da oportunidad de saber cómo se conocen- ¿les parece que haga pasta?

-Por mi bien, ¿Darek?- este último solo asiente con la cabeza- ¿necesitas ayuda?

-No, gracias. Cualquier cosa te aviso.

Me dirijo la cocina y saco todo para preparar la comida. Agarro una olla, pongo agua y la caliento a la espera de que se hierva. Cuando esta lista pongo los fideos. Voy a sacar un tacho pero no llego. Gracias vida. Gracias altura. Gracias mama por ser enana. Gracias sarcasmo por acompañarme siempre.

Dios, porque tienen que estar los muebles tan altos, por más que me estire no llego.

Siento una mano cálida rodearme la cintura y con la otra bajo lo que no alcanzaba dejándolo arriba de la mesada. Estaba por agradecerle cuando siento una respiración agitada en mi cuello, luego algo carnoso posarse en el mismo lugar hasta que fue bajando, cuando llego a mi hombro paro. Me dio la vuelta y pude verlo, me parecía un adonis viéndolo en el colegio, pero ahora que lo veo de cerca parece estar esculpido por los mismos dioses. Su cabello negro un poco más largo de lo común, sus ojos grises dándole un aspecto misterioso y sombrío, su nariz perfilada y su boca, carnosa y roja, ni muy grande ni muy chica. ¿Sigo viva? ¿O estoy en el paraíso?

¿Está más cerca que antes o soy yo?

¿Se sigue acercando?

¿Esta sonriendo?

Se aleja.

¡No te vayas!

Esperen.

¿Yo acabo de decir eso?

No, no, no. Yo no fui.

Va a la cocina y apaga el fuego, cuela los fideos y los sirve en platos.

Por mi parte voy a la sala y veo a mi amigo durmiendo en el sofá.

-Dylan está durmiendo, no creo que sea bueno despertarlo- le digo a Darek.

-Comamos nosotros entonces. Lleva los platos a la mesa- dice revisando la heladera, supongo que buscando la bebida.

Me cruzo de brazos y golpeo mi pie derecho contra el piso repetidas veces.

Levanta la cabeza y rueda los ojos cuando me ve.

-Por favor- dice como niño regañado. Sonrío orgullosa y hago lo que me pide.

La verdad que la cena no fue como me lo esperaba. Sacamos temas de conversación fácilmente. Hasta ahí iba todo bien hasta que nos fuimos a acostar.

Raíces peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora