¿sabes...?

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Prometí que te iba a decir sobre mis sentimientos y lo hice.

¿Sabes que sentí mientras decidía las palabras correctas?

Que ninguna palabra era adecuada.

Siempre me dijiste que te gustaban mis poemas pero en ese momento me sentí como un niño aprendiendo a escribir.

Parecía que no estaba haciéndolo bien.

No sentía total seguridad en mis palabras.

¿Sabes que sentí al escribirlas?

Que me iba a equivocar.

Que lo más probable es que tuviera un error o me comiera alguna palabra.

Sabes bien que nunca me hubiera perdonado un error de esos, aunque suene ridículo.

¿Sabes que sentí al enviarlas?

Miedo.

Ni siquiera fui capaz de enviarlas yo misma, tuve que pedirle a alguien que oprimiera el botón.

No quieres saber que sentí cuando te llegaron.

¿Sabes que sentí al esperar tu respuesta?

Nervios.

Sentí que mi estómago estaba lleno de piedras y también un nudo enorme en mi garganta.

Ni siquiera espere lo suficiente tu respuesta cuando deje tirado mi celular.

No me atrevía a ver tu respuesta. Ni siquiera cuando llego.

¿Sabes que sentí al ver tu respuesta?

Que me había quitado un gran peso de encima.

Haberte dicho mis sentimientos es algo por lo que nunca podría arrepentirme.

¿Sabes que sentí después?

Felicidad.

Mucha felicidad, porque mis sentimientos son correspondidos.

Te confieso que casi lloro de emoción y sabes que detesto llorar, incluso si es por alegría.

Incluso al decirme que ibas a hacer lo mismo, que también ibas a decirme de tus sentimientos.

Pero lo siento, te gane.

¿Sabes que siento ahora?

Me siento tranquila y feliz.

Te quiero y lo sabes.

Me quieres y lo sé.

Esa es una hermosa manera de empezar el año.

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