6. Cada segundo

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Antes de aceptar casarse con él, Jae Hwan le pidió una sola condición, que no derramara ni una sola lágrima por él, pero era algo que Hak Yeon no podía controlar. Después de la noche de pasión, no tardó en volver a despertar, al mirar el reloj, solo eran las tres de la mañana.

Jae Hwan dormía profundamente, con una mano apoyada en su mejilla a modo de almohada y con la otra en la cintura de su marido. Hak Yeon sentía pinchazos en el pecho al verlo tan tranquilo y relajado, a pesar de lo que acarreaba a sus espaldas. No pudo contenerse, así que con cuidado de no despertarlo, se levantó, recogió su albornoz y salió al balcón para llorar con tranquilidad.

Por supuesto no le deseaba la muerte a nadie, pero no comprendía por que las peores enfermedades las padecían personas que no lo merecían. Su Jae Hwan era un chico humilde, cariñoso y muy saludable, desprendía amor allá donde pisaba, preguntó infinitas veces a la vida el motivo, por qué el maldito demonio del cáncer tenía que aparecer en su cuerpo.

Se echó la culpa a si mismo incontables veces, si aquel verano no se lo hubiera llevado lejos para estar más tiempo a solas con él; si tan solo hubieran ido al médico los primeros meses, nunca le habrían informado que su enfermedad estaba lo suficientemente avanzada como para no tener cura, y que la probabilidad de vivir en la sala de operaciones era nula.

Hak Yeon pegó un golpe a la pared, haciéndose daño de nuevo, pero no le importó, pues el dolor que tenía en su interior era mucho más fuerte. Con rabia, volvió a la habitación y se vistió con lo primero que encontró. En absoluto silencio, salió por la puerta de la habitación y se dirigió al bar del hotel, no estaba muy acostumbrado a beber, ni siquiera le gustaba, pero en esos momentos el cuerpo se lo pedía.

Pudo reconocer a Won Sik tras la barra y se sonrieron en cuanto se sentó en uno de los taburetes.

- ¿Escapada a escondidas de tu marido? – Bromeó. – No creo que le haga mucha gracia...

- Necesito despejarme... - Aunque intentó reír, no lo consiguió.

- ¿Pelea de enamorados?

- Desearía mil veces eso, te lo aseguro. – El rostro de Won Sik se tornó serio, sabía captar cuando una persona no estaba para bromas.

- Mejor te pongo un trago.

- ¡Otro para mí, por favor! – Una tercera voz se unió a la conversación. Won Sik miró al muchacho que se acercaba a ellos y se sentaba junto a Hak Yeon.

El rostro del recién llegado le resultaba familiar, y recordó que lo había visto con anterioridad en el mismo hotel, más concretamente en el ascensor. Ese chico entró justo en el momento en el que Jae Hwan aprovechó a abalanzarse sobre él, en el pequeño espacio que había.

Won Sik comenzó a mezclar barias botellas de licor, y las metió en una coctelera, y en pocos segundos preparó dos bebidas con lo mismo, decoradas con una cañita fluorescente y una sombrilla y las sirvió a sus nuevos clientes.

- No estoy aquí como consejero matrimonial... pero se escuchar.

Hak Yeon trazó una media sonrisa y comenzó a contar su historia desde el principio. Comenzó por la anécdota del aspersor, una de sus favoritas; continuó por su primera cita en aquel restaurante italiano o su primer beso robado en el coche que cogió "prestado" a su padre. Descartó la parte en la que su familia no aceptó su relación, pues él nunca les hizo caso. En cuanto llegó a la parte de su enfermedad, a Won Sik se le escaparon las lágrimas, ya que aunque hacía tiempo que no se veían, seguía siendo su amigo.

- El día que nos dijeron que no tenía cura, nos peleamos, pero no duramos nada sin hablarnos, pues nos dimos cuenta que si realmente le quedaban meses de vida, no íbamos a pasarlos peleados. – Hak Yeon sonrió. – Esa misma tarde fui a la joyería y le compré el anillo más caro que encontré. Jae Hwan me dijo una vez que quería ir a Las Vegas, así que... ¿Qué mejor lugar para casarnos de inmediato? En cuanto aceptó, compré los billetes, gasté todos mis ahorros en el mejor hotel y los restaurantes más lujosos. Aún recuerdo su cara en cuanto le enseñé todo... - Hizo una pequeña pausa en cuanto sus ojos se comenzaron a cristalizar. – Su última petición fue pasar los días que le quedaban en Seúl... El lugar donde creció... donde nos conocimos...

- En ese caso... tu que puedes disfrutar de él... - Dijo el pelinegro de su lado. – Vuelve a su lado, no estés aquí. – Hak Yeon lo miró. – No todos tenemos la oportunidad de estar con la persona que queremos, y tú, aunque tengas un obstáculo que no vas a poder remediar, deberías aprovechar cada segundo junto a él.

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If I could have anyone in the world... It would still be youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora