⚓ S I E T E ⚓

101 16 2
                                    

–¿Por qué no me has dicho que Liam Payne había vuelto?

Leigh-Anne, que estaba comiendo una ensalada, levantó la cabeza y miró a su mejor amiga, Jade, que estaba sentada al otro lado de la mesa. Eran amigas íntimas desde que Leigh-Anne tenía uso de razón y durante años lo habían compartido todo. A los dieciséis años, Leigh-Anne fue la primera en saber que Jade se había enamorado de Harry. Era, además, la madrina de Darcy, su hija de dos años.

–No te lo he dicho porque acabo de enterarme esta mañana –tras beber un sorbo de té con hielo, añadió–: Además, yo debería preguntarte lo mismo, puesto que está viviendo en casa de tu abuela.

Jade frunció las cejas.

–¿En el hotel?

–No, en la casa de la playa.

Jade esbozó una sonrisa.

–Ahora me explicó por qué mi abuela estaba tan rara el otro día, cuando fui a llevarle a Darcy. Seguro que Liam le pidió que no dijera nada. Creo que quería darte una sorpresa.

–Pues me la ha dado, desde luego. Lo vi esta mañana, mientras corría. Al principio pensé que era una alucinación. Era la última persona con la que esperaba encontrarme.

Jade asintió con la cabeza.

–A mí me lo ha dicho Harry. Se encontraron ayer, en la tienda de Milner.

Leigh-Anne bebió otro sorbo de té.

–En fin, parece que hoy todo el mundo se empeña en decírmelo, por si acaso no me he enterado. Esta mañana he tenido por lo menos cuatro visitas en la tienda de gente que de pronto necesitaba una revisión ocular. Naturalmente, todos me han dicho que Liam había vuelto al pueblo.

Jade se rió.

–La gente esperaba que se casaran. En aquella época, todo el mundo estaba pendiente de vuestra vida amorosa.

Leigh-Anne sacudió la cabeza al acordarse.

–Si quieres que te diga la verdad, creo que ahora también están demasiado pendientes, aunque Liam y yo no tengamos vida amorosa.

–¿Te ha dicho por qué ha vuelto después de tanto tiempo?

Leigh-Anne exhaló un profundo suspiro mientras ponía más aliño a su ensalada.

–Dice que quiere que lo perdone por el modo en que se marchó.

–¿Y vas a perdonarlo?

Leigh tomó su tenedor.

–Jadey, yo entendía por qué se marchó, así que en ese sentido no tengo nada que perdonarle. Lo que no pude aceptar entonces y sigo sin poder aceptar es que no me haya llamado ni una sola vez en siete años.

Jade asintió con la cabeza.

–Harry estuvo hablando con él y, por lo que me ha dicho, a Liam le costó mucho superar la muerte de Susan Conrad.

Leigh-Anne sacudió la cabeza.

–Pero, aun así, podría haber llamado. Creo que me merecía al menos eso, dado que aseguraba que me quería.

Jade la miró a los ojos.

–¿Has pensado qué puede significar su regreso?

Leigh-Anne levantó una ceja.

–¿Qué crees tú que puede significar?

–Que debéis enterrar el pasado y seguir adelante con Sus vidas.

(...)

–He oído que ese chico, Payne, ha vuelto al pueblo.

Leigh-Anne no pudo evitar sonreír mientras ajustaba el equipo oftálmico. La persona con la que había estado esa mañana en la playa no era, desde luego, un chico.

Ningún chico tenía un cuerpo como aquél.

–Sí, señora Cheryl, yo también lo he oído.

–¿No lo has visto aún?

Leigh-Anne decidió decir la verdad. En aquel pueblo, una mentira podía volverse contra quien la decía para atormentarlo.

–Sí, señora. Me encontró con él esta mañana, mientras corría.

–¿Y?

Leigh-Anne sacudió la cabeza. A sus ochenta años, aquella mujer seguía siendo afilada como un clavo y estando pendiente de la vida de todo el mundo.

–Pues que me alegré de volver a verlo.

Cheryl Cole frunció el ceño.

–¿Eso es lo único que tienes que decir, jovencita?

Leigh-Anne ajustó el foco para ver con claridad los ojos penetrantes de la señora Cole.

–Sí, señora, aparte de decirle que sus ojos siguen teniendo tan buen aspecto como la semana pasada, cuando vino a hacerse su revisión anual.

La anciana tuvo la decencia de sonreír.

–Bueno, a mi edad y tratándose de la vista toda precaución es poca.

“Sí, sobre todo si una cree que quizá haya algo interesante que ver”, pensó Leigh-Anne mientras apagaba su equipo. Echó un vistazo al reloj. Le quedaba una hora para cerrar.

Después de que Cheryl Cole se marchara, volvió a su despacho para anotar algunos datos en las fichas de varios pacientes. A no ser que entrara alguien más, daba la jornada por acabada.

No pudo evitar recordar su conversación con Jade durante la comida y el comentario que había hecho su amiga a propósito de que Liam y ella volvieran a estar juntos.

Intentaba no sentir nada por él, a pesar de que su boca seguía trémula por efecto de sus besos. Se recostó en la silla y recordó cómo la había besado Liam, como si no hubieran estado siete años separados, y lo fácilmente que había respondido su cuerpo.

El tintineo de la campanilla de la puerta atravesó la oficina y llamó su atención.

La joven a la que había contratado un año antes como ayudante se había ido al marcharse el último paciente citado. Leigh-Anne salió de su despacho y se detuvo en seco al ver quién era aquel nuevo paciente que llegaba sin cita.

Liam Payne.

Ella tragó saliva cuando sus ojos se encontraron. Liam estaba delante de la vitrina.

Un rayo de sol iluminaba sus facciones y su cuerpo.

Llevaba una camiseta ceñida y unos pantalones vaqueros cortos, y estaba totalmente arrebatador.

Un silencio violento se adueñó de la habitación mientras ella intentaba recobrar la compostura. Se aclaró la garganta.

–Liam, ¿qué estás haciendo aquí?

Él se apartó de la vitrina y le lanzó una sonrisa cálida y alegre.

–He venido a hacerme una revisión.

La Caricia De Un Amante ⚓ | ADAPTADA | Liam & Leigh-Anne | •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora