La Caricia De Un Amante ⚓ | ADAPTADA | Liam & Leigh-Anne | •TERMINADA•

⚓ T R E S ⚓

Leigh-Anne no sabía qué había pasado. Estaba mirando fijamente a Liam y, un instante después, se hallaba firmemente estrechada entre sus brazos y él devoraba su boca.

Su cuerpo se puso rígido y luego se relajó: la idea de resistirse a él se esfumó despertando los recuerdos que había intentado enterrar con el paso de los años.

La boca de Liam era cálida y tenía un sabor dulce. Incluso el leve olor almizclado de su sudor era embriagador. Dentro de ella comenzaron a desatarse oleadas de deseo mientras él acariciaba su lengua y hacía que sus emociones desfilaran en tropel por su cabeza.

Liam siempre había surtido aquel efecto sobre ella, incluso cuando era tan joven que ni siquiera entendía qué era la química sexual.

El súbito roce de su lengua sobre la de ella hizo que un fuego devorador prendiera; Liam metió los dedos entre su pelo para sujetarla, como si ella pudiera siquiera pensar en alejarse. Aunque la razón le decía que permitirse el placer de besar así a Liam era una locura, Leigh-Anne tenía intención de satisfacer su deseo en ese momento y criticar lo absurdo de su conducta después.

Al oírse el sonido distante de la bocina de un barco marisquero, Liam apartó lentamente su boca de la de ella. Fue entonces cuando Leigh advirtió que, en algún momento, al flaquearle las piernas, se había agarrado a sus hombros para no caerse.

Bajó despacio los brazos y sintió que él apartaba los dedos de su pelo, donde habían quedado enredados. Era consciente de que cualquier intento de fingirse indiferente a su beso sería inútil: estaba conmovida y tenía la sensación de que él lo sabía. Lo único que nunca habían podido ocultarse el uno al otro era el deseo.

-Lee Lee… -murmuró él, y su voz baja y sensual volvió a captar la atención de ella.

Ella respiró hondo para calmarse mientras el deseo la inundaba. Liam medía mucho más de metro ochenta, tenía un cuerpo bien proporcionado y era del color del chocolate semiamargo. A sus veintinueve años, era un hombre muy apuesto, uno de esos hombres en los que las mujeres, jóvenes y viejas, se fijaban a primera vista. (7u7)

Leigh frunció el ceño al recordar lo fácilmente que la había dejado siete años antes, sin mirar atrás, y el dolor que había sentido.

-¿Por qué, Liam? ¿Por qué has vuelto después de tanto tiempo?-

Él alargó la mano y acarició con el pulgar su labio inferior, que seguía aún estremecido por sus besos. Leigh-Anne confiaba en que no notara el deseo ardiente, feroz, que se había apoderado de ella. Pero, a juzgar por la mirada oscura y vehemente de sus ojos, Liam lo había percibido.

-Esperaba que, después de ese beso, la razón por la que he vuelto fuera obvia, Leigh-Anne –dijo con una voz ronca y profunda que estremeció a Leigh hasta la médula de los huesos-. He vuelto por ti.