Cinco

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-¿Quién eres tú? 

Una pequeña mujer entró en la habitación que Lauren ocupaba, venía acompañada de Stiles.

-Soy Ally, hermana de Stiles.

Lauren la miró en silencio, y luego miró a su doctor. Le avergonzaba darle la cara. Había actuado de una forma loca, alterada. No era para menos, pero aún así sabía que no era lo correcto. No sabía dónde estaba, ni por cuánto tiempo había dormido. Tampoco sabía qué había pasado con su... Demonios, era raro para ella llamar a eso como su bebé. 

-¿Cómo te sientes, eh? ¿Todo bien?

Genial, la hermana del doctor tenía ganas de charlar. Pero Lauren no, se rehusaba a contestar.

-¿Tienes sed? -Stiles atribuía la falta de habla de Lauren con la resequedad en la garganta, o sed, lo que fuera. Después de unas diez preguntas más, finalmente la pequeña suspiró y salió de allí. El experto era su hermano, él lograría animarla. O eso quería creer - Ya Ally no está, Michelle. Habla conmigo.

Pero ella seguía en silencio.

No quería decir nada, y tampoco podía. El nudo en la garganta no la dejaba hablar ya.

-De acuerdo... Iré por alguien. No te mue... Bueno, ya vuelvo -suspiró frustrado y salió de la habitación. Lauren intentó girar en su camilla, pero unos tubos y cables la retuvieron. Genial.

No sabía qué hacer.

No sabía cómo iba a ser su vida ahora. Iba a ser madre. Madre con VIH, traería un niño o una niña a este mundo de mierda, y para hacer las cosas aún peores: su bebé también se contagiaría. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, ya era inevitable. Había dañado su vida, la vida de un ser inocente que sólo tendría que existir 10 o 15 años más adelante y la vida de su familia. Todo por no hacer caso, todo por optimista, todo por creer en el amor a primera vista que no existe. Ni a primera, ni segunda, ni nada. El amor para Lauren simplemente no existía.

Estaba a punto de dormirse otra vez, pero el dolor no la dejaba. Ni el físico ni emocional.

¿Cómo escaparía de allá?

Dudaba que Stiles la dejara salir, y ya tenía que estar en su casa. Demonios, su mamá... Qué decepción se llevaría cuando se enterara de todo lo que estaba pasando.

-¿Michelle

Lauren giró la cabeza y se encontró con un señor ya de edad, con una bata como la de Stiles.

-Mi nombre es Patrick, y de ahora en adelante seré tu psicólogo y asesor.

-¿Y quién dijo que me quedaré aquí?

-Vaya, finalmente hablas -dijo Stiles acercándose-. Verás, Michelle, tu estado es grave. Estás embarazada, enferma y, para colmo, cuando te trajimos aquí estabas herida y desnutrida.  No podemos dejarte ir en esas condiciones. Es importante que te internes.

¿ACASO ESTABAN LOCOS?

Ella podía ir cada tarde, podía incluso aceptar cualquier ayuda, pero jamás internarse. ¿Cómo les iba a ocultar eso a sus papás? ¿Cómo haría con la Universidad? ¿Cómo intentaría llevar una vida normal si se quedaba atrapada en ese maldito lugar? No, no, no. Ni loca podía hacer eso. ¡Esa gente estaba volando muy alto si creían que iba a acceder!

-No lo haré. No he firmado nada, así que no pueden mantenerme contra mi voluntad.

-No, no podemos. Pero es nuestra responsabilidad legal y moral mantenerte a salvo, Michelle -declaró Patrick-. Mira, te voy a ser sincero y te voy a hablar claro: necesitas toda la ayuda posible. Tenemos que mantenerte aquí, te asignaremos una habitación que puedes acoplar según tus gustos y necesidades. Si tu familia no sabe nada, seguirás en el anonimato, y firmaremos la cláusula de confidencialidad, ellos jamás sabrán que estás aquí a menos que así quieras que sea.

-¿Nadie sabrá que estoy aquí?

-Si así es tu voluntad, sí. Pero necesitamos que firmes un contrato donde aceptas todas nuestras condiciones, como someterte al tratamiento que creamos adecuado, aceptar y acceder a las charlas y terapias, tomar los medicamentos que te mandemos... Acogerte al estilo de vida que escogeremos para ti -contesto el psicólogo.

-Te garantizamos total seguridad, Michelle. No debes dudarlo. Velaremos por tu salud.

-Pero... No sé... -Lauren comenzó a llorar otra vez- ¿Qué sentido tiene todo? Ésta mierda no tiene cura, voy a morir por culpa de esto, ¡ya no puedo tener una vida digna! -Lauren gritó desesperada, moviendo los brazos, lastimándose por el suero que aún tenía conectado.

-Stiles te explicará esto detenidamente, iré a acomodar tu habitación, vuelvo enseguida.

-Pero...

Lauren suspiró algo más calmada.

Carajo, se sentía como una adolescente ovulando. Estaba atravesando una jodida bipolaridad y le echaba la culpa a toda la mierda que estaba viviendo.

-Stiles, yo me voy. No es por ser dramática, pero quiero estar en mi casa, morir rodeada de los míos, ascender al cielo o descender al infierno en mi cama. Déjame ir, y déjame en paz, mi cuerpo ya tiene veneno, mi vida encontró su final, el VIH me va a matar. Deja que mi alma y mente descansen -declaró Lauren, tapándose la cara con ambas manos.

-Menos mal no quieres ser dramática, eh -Stilinski estaba sorportando la risa sólo porque era algo muy serio. Si no, ya estaría en el suelo riendo y aplaudiendo.

-¡Me quiero morir! -Gritó Lauren rompiendo en llanto una vez más.

-¿Segura que quieres morir? Si es así, vete con tu bebé ya, y de paso mátalo o mátala, lo que sea. Eso es lo que pasará: el VIH baja tus defensas, podrás morir de cáncer, de neumonía, de una tifoidea, de un virus, ¡de cualquier cosa! Ve y "muere en tu cama" entonces. Que no sea el VIH lo que acabe contigo, que seas tú misma y tu puta negatividad.

-¡No me quiero morir! -Gritó más duro ésta vez, con los mocos chorreando.

-Yo tampoco quiero que te mueras, Michelle. Aunque seas una terca y testaruda.

-Lauren.

-¿Eh?

-Mi nombre es Lauren Michelle, llámame Lauren.

Stiles sonrió. Bien, al menos comenzaba a tener un poco más de confianza en él. Tal vez Lauren ya no sería un caso tan perdido...

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⏰ Última actualización: Jan 03, 2017 ⏰

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Lauren's SecretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora