La puerta de la funeraria se encontraba cerrada, la poca luz que lograba penetrar en el interior era gracias a las pequeñas ventanas que enmarcaban la entrada.
Amy había descubierto que si cerraba la puerta ésta no volvía a trancarse, y para no levantar sospechas de un posible allanamiento, la cerró.
Observaba las cámaras de seguridad desde su cómodo asiento en el escritorio de la recepción. Podía ver como el pequeño punto rojo, usualmente encendido, ahora se encontraba apagado. Le resultaba fascinante lo que los espíritus podían llegar a hacer, sin embargo su mirada cada tanto se desvía al mismo, temerosa de que en cualquier momento pudiera encenderse.
Amy se recargó contra el respaldo de la silla y subió los pies sobre el escritorio. Ya había revisado todos los cajones, ordenado algunos lápices y jugado con alguno de los adornos que allí había. No sabía que más hacer para calmar su estado de ansiedad, cuando de pronto, sin querer derribó un par de carpetas vacías al suelo. Se apresuró a recogerlas y las ordenó tal y como recordaba. Una vez terminada su tarea se dispuso a volver a su asiento y en eso, al elevar la mirada se encontró con un rostro bastante familiar que le sonreía.
— ¡Amy! —Chilló Logan.
La joven dejó escapar un grito ahogado, retrocedió aferrándose al escritorio, no sin antes chocar contra él y desperdigar nuevamente las carpetas en el piso. Se cubrió la boca con sus manos, sus ojos no daban cuenta de lo veían, se negaba a creer que fuese cierto.
Logan se acercó, aunque su acto pareció asustarla un poco. Colocó una de sus manos en señal de alto, mientras que con la otra le indicaba que guardara silencio.
—Está bien, soy yo, Logan.
Amy meneó la cabeza negando la realidad.
—Es imposible.
—Claro que no. ¡Soy yo! ¡Soy real! —exclamó.
Logan extendió los brazos, abrió sus manos y le sonrió ampliamente. Amy observó de cerca cada movimiento que el joven hacía; se aproximó lentamente, temerosa, e inclinó la cabeza para analizar la palma de sus manos. Pudo notar que su piel ya no era tan pálida como antes, si tenía que compararlo con algo diría que su tono era "blanco muerte", ahora había adquirido una tonalidad más viva.
Elevó la mirada hacia su rostro; sus labios lucían más rosados, en comparación con el rosa añejado que solían tener antes. Pero lo que más le atrajo de inmediato fueron sus bellísimo e intensos ojos azules, parecía como si alguien hubiese pintado el océano allí dentro, podía ver las olas romper contra el iris. Era capaz de permanecer así, observando sus ojos por el resto de su vida. Eran simplemente maravillosos.
— ¿Cómo? —preguntó sin dejarlo de mirar.
—No lo sé. —Se encoje de hombros—. Cuando vi el cuerpo por primera vez me asusté, era como verme a mí mismo. Supongo que este cuerpo tendrá alguna diferencia con el mío, pero aun no la he encontrado... ¡Pero qué más da! Tengo un cuerpo y estoy vivo.
— ¡Pero asusta! —Exclama aterrada—. ¿Tenías hermanos?
—Sí, tenía uno... bueno, tengo, porque aún no murió. Pero no somos gemelos ni nada por el estilo.
Algo muy extraño estaba sucediendo, de por sí el hecho de que a un espíritu se le concediera volver a la vida era inimaginable y disparatado, pero encontrar un cuerpo igual al de él... eso sí era espeluznante. Sin embargo, Amy se reservó sus comentarios al respecto, veía cuán feliz estaba Logan y no quería ser la causa de su angustia.
— ¿Amy?
— ¿Hum?
— ¿Puedes darme la ropa que trajiste? Me siento incómodo con esta bata.
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LA MÉDIUM
RomanceMe llamo Amy Wesley y soy una Medium. Ayudo a los espíritus a solucionar sus asuntos pendientes, y en esta ocasión estoy ayudando a uno de ellos a reencontrarse con su amada. ¿Lo extraño? Estoy enamorada de él.