Algo que pudo ser

Jungkook

Ojalá no hubiera dejado que él sufriera.
Ojalá hubiera dejado de ser cobarde.
Ojalá pudiera volver el tiempo en que todo era perfecto.

Porque Taehyung desapareció.

Se fue sin dejar rastro y mi mundo se quedó sin luz.
El día después de la muerte de mi perro, él se presentó a clase con heridas.
Sabía que lo habían pegado.
Sus compañeros se preocuparon pero él sonreía y decía que estaba todo bien. Pues no lo estaba.

En la hora del recreo subí a su clase con un pote de pomada para sus heridas. Sólo planeaba dejárselas en su escritorio porque si me descubriera seguramente le daría asco. Yo sólo era un crío para él. Estuve unos cinco minutos delante de la puerta con las manos y las piernas que me temblaban.

Cogí aire y cuando iba a entrar unos chicos abrieron la puerta saliendo de la clase.

-Hola, ¿Necesitas algo? -me preguntaron.

Solo pude negar con la cabeza y salir corriendo de allí.

Yo, como un maldito cobarde, dejé escapar mi única e última oportunidad.

Porque ese fue el último día que Taehyung vino a la escuela.

Me dolía haber pensado que él tenía una vida perfecta.

Supe más tarde que Taehyung era todo lo contrario a mí.
Su vida era el colegio. Fuera de allí para él era un infierno.
No tenía padres y su abuelo lo maltrataba.
Para mí el colegio era un infierno pero cuando me iba a mi casa, mis padres me daban amor y me olvidaba de todo.
Taehyung nunca tuvo eso. Y al saltarse clase el día anterior, su abuelo lo golpeó con el bastón.

Nadie estuvo a su lado. Sus amigos no insistieron y él no contaba con una familia que lo protegiera.

Taehyung siempre había estado solo en su interior.