Entro el lunes al aula del colegio Coletone school, era todo un bullicio por gritos de los alumnos resonando en todas partes, como era costumbre; invadido por el olor fétido a la típica mezcla de Axe chocolate y gente. Lo primero que diviso es a mis amigas en los pupitres del fondo, apartadas, hablado de la cantidad de tarea que nos estaban dejando últimamente. El salón es simple, blanco de la pared al techo, con un antiguo piso de madera marrón que debía de ser del siglo anterior, al igual que los bancos que eran dobles y tenían un color unos tonos más oscuros que el suelo; siempre me pregunte si no remodelaban por falta de presupuesto o de organización. Me acerco a las chicas, que me saludan y entro en la conversación:
-No podemos seguir así- decía Lila con enfado – en cualquier momento terminamos con una sobre dosis de conocimiento.
- ¡Que exagerada!- responde Mica- aunque es verdad que es mucho lo que nos dan para estudiar.
-Ay, ya fue cambiemos de tema, ¿qué cuentan de su fin de semana?- dije para romper con la tención que proporciona esta época de exámenes.
-Nada, como siempre- dice Mili- estudié, fui a ver una peli con mis hermanos, y seguí estudiando.
Todas nos empezamos a reír, sabíamos que cuando ella decía que fue al cine con "sus hermanos" significaba que salió con algún chico. Estaba a punto de acosarla a preguntas, cuando toca el timbre y entra la profesora de matemática, con su insoportable perfume del cual todavía desconozco el nombre, pero siempre que lo huelo me da arcadas, vestida con su típico atuendo gris y negro de cuarentona que le hace resaltar su corto cabello color limón. Me siento en mi lugar, al lado de Mili, e intento prestar atención a la clase de la señora Mathew.
Con las chicas somos un grupo extraño, todas distintas; yo soy alta, flaca, de ojos verdes, y cabello marrón casi negro, que siempre se encuentra alborotado. En cambio Mili es menuda de ojos azules y pelo negro súper lacio. Después Mica es morocha con muchos rulos y apenas más alta que Mili, y por último Lila que es rubia de grandes ojos negros, casi tan alta como yo, y con el cuerpo más deslumbrante que jamás haya visto.
La otra hora de clase fue de lengua y literatura con el profesor Loidew, él me agrada, es el típico profesor simpático que cuando explica es imposible no interesarse; es flaco de unos 43 años de edad, con rulos ya encanecidos y de unos dos metros de alto.
Me debe de haber visto desconcentrada ya que me pregunta:- ¿Qué opina sobre el tema señorita Peperman?
- ¿Perdón?- respondo a dicha pregunta, de verdad que estaba perdida- ¿Qué me preguntó?
- Ay, Elizabeth- me dice con paciencia- le pregunté si cree en la existencia de los frogloogs, ¿sabe de que le hablo, no?
Saberlo, desde que tengo memoria mi padre me ha contado miles de historias sobre frogloogs, acerca de cómo aparecieron para ayudarlo en distintas situaciones de su vida alrededor del mundo, siempre con un disfraz distinto.
"Por supuesto que creo en ellos, y se un montón de historias que prueban su existencia", me gustaría haber respondido, pero en cambio, para que mis compañeros no piensen que estoy loca digo:
-No creo que unas criaturas tan extrañas como esas existan, profesor Loidew.
-Yo no creo que sean irreales, y creo que usted tampoco piensa eso; pero le voy a dar el beneficio de la duda- me dice el señor Loidew, y antes de irse repone- lean del capítulo 10 al 16 del libro, referente a las increíbles aventuras que se relatan sobre los frogloogs, que el miércoles hay prueba de ello.
Se retira y enseguida veo a Mica y Lila que vienen a donde estamos Mili y yo.
-No puedo creer que siga poniendo pruebas, tuvimos una la semana pasada- se lamentaba Mili.

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Frogloogs
Novela JuvenilElizabeth es una chica normal de 16 años, va al colegio y tiene amigas a las que quiere mucho. Vive sola con su padre. No sabe nada de su madre que desapareció cuando ella era demasiado pequeña como para recordarla, pero quiere saber cosas de ella...