"Ella es tan particular"
Me despierto con el sol pegandome en la cara, mi cabeza duele y la iluminación hace que cierre mis ojos, trato de incorporarme pero al hacerlo me llegan unas nauseas que me hacen correr hasta el baño que está fuera de la habitación. Arcada tras arcada, no supe el momento en que llegó Arlette a ponerse detrás mío.
—Joder –digo cuando acabo– en mi vida vuelvo a emborracharme.
—¿En qué momento lo hiciste y porque no me diste? –dice ella confundida– no importa, báñate, hueles fatal, voy a buscar alguna pastilla para la resaca.
No pongo mala cara y me doy una ducha cuando ella sale. Aún sentía que todo me daba vueltas, y no recordaba mucho de lo que había pasado por la noche, ni siquiera la forma en que había llegado a la cama. Lo único que podía recordar era el calor y la voz de alguien que estuvo conmigo, pero no recordaba que podía haber hablado ni las persona con la que podía haber estado.
Salgo de la ducha envuelta en una toalla, y voy a mi habitación para vestirme, me quedo a medias cuando escucho unos gritos afuera, me acerco al balcón con curiosidad y sonrío cuando veo a Erin gritandole a su hermano en el jardín frente a mi ventana, la veo metida en un traje de baño y un flotador de pato más grande que ella.
—Claro que estará despierta Oliver, son las 10 de la mañana y... –se detiene cuando mira en mi dirección– ¡ahí está!, ¡EDAAAAAAAAA!
Me río cuando grita agitando su mano como si pensara que no la veo, y la saludo de la misma manera.
—¿Qué hacen ahí? –digo en un susurro que es más para mí– ¡ven aquí!
Y cuando he terminado de gritar lo último veo que sale dispara en dirección a la entrada. Me percato de que Oliver se ha quedado en el mismo sitio, mirándome serio y fijamente. Y cuando estoy a punto de sonreír y saludarlo, su celular empieza a sonar por una llamada entrante. Sin saberlo ruedo los ojos cuando me da la espalda para contestar.
Me visto con unos shorts y una camiseta blanca para ir a la cocina, donde encuentro a Erin comiendo un bollo de canela que ha preparado Arlette.
—¡Buen día! –digo entrando– ¿tenemos a una intrusa comiendo bollos de canela eh?
Arlette sonríe al ver que la pequeñita ni siquiera me presta atención por estar más enfocada en comer.
—Te he conseguido estas pastillas –dice poniéndomelas en la mano– también hice tostadas, huevos estrellados, tocino, café, hay jugo de naranja y panecillos de chocolate.
—Amo cuando cocinas –le digo besándole la mejilla.
Ella me sonríe y se sienta en una de las sillas altas de la cocina con su café mañanero. Yo me sirvo unas tostadas y jugo de naranja.
—¿Cuál es el plan de hoy?, ¿iremos a la universidad?
Como si despertara de su ensoñación, Erin se recompone en menos de un segundo para mirarme.
—¡Mamá dijo que Oliver te enseñará a nadar hoy!, por eso me puse el traje, ¿van a salir?
Se me encoge el corazón cuando veo que pone una carita triste, aunque me da gracia cuando veo que ni siquiera se ha tragado el bocado que tiene en la boca, haciéndola ver como una ardilla con sus mejillas redondas.
—¿Y Oliver quiere enseñarme a nadar?
—Siiiii, él está esperando afuera –me sorprendo cuando veo a través de las ventanas que él sigue parado en el muelle.
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Oscuridad
RomanceEda Müller, hija de dos arquitectos famosos, exitosos y adinerados. Era una chica muy extrovertida, traviesa, curiosa y sobre todo rebelde. Eda no era la clase de chica que acataría ordenes a la primera, mucho menos se quedaría callada ante algo que...