1: Enzo

479 45 4
                                    

1: Enzo

“Garras mortíferas luchan por hallar pieles que rasgar”.

—¡Quiero a esa maldita perra muerta! —siento como su voz desciende dramáticamente a medida que termina la frase—, ¿qué necesitas? ¡Doy lo que sea necesario! —salgo apresuradamente del bar para hacer mucho más privada esta cotidiana conversación de negocios. El silencio me acompaña en todo el camino desde la mesa en el bar, hasta mi auto.

—Los pasos burocráticos para llevar a cabo el papeleo, los vas a encontrar a través de la misma fuente donde contactaste al requerido. Una vez recibida la documentación, puedes considerar las labores como iniciadas. La promesa de entrega es entre 3 a 5 meses contados a partir de la recepción —explico.

—Esta misma noche lo tiene todo —cuelga el teléfono bruscamente. Es extraño, es bastante usual que los que requieran este tipo de servicios, sean personas con una estabilidad mental mucho mayor y es claro que quien acaba de llamar, no está en sus cabales, jamás me había puesto a pensar en ello, ¿y si solamente esta persona tiene un ataque de ira, un desorden mental o algo parecido y por eso está haciendo esto?

Supongo no es mi deber investigar eso, mi labor empieza una vez está todo depositado y la información está en mis manos, el manicomio que se encargue de investigar y atrapar a sus enajenados. Entro mi teléfono al bolsillo, todavía confundido con la conversación que acabo de tener. Tomo el de uso cotidiano y llamo a Thiago para verificar si ya terminó con la mujerzuela, necesito un trago. El teléfono suena un par de veces antes de escuchar su voz.

—¿Sí? —su voz suena algo agitado, ahora me pongo a pensar que quizás interrumpo en el mejor momento.

—¿Terminaste? Tengo ganas de tomar un trago y Declan está ocupado, ¿vienes conmigo?

—Ay papá, hoy no, tengo un encuentro con el amor de mi vida, después de este breve polvo —podría jurar que está suspirando al otro lado del teléfono.

—No había escuchado una mariconada igual en años —rio—, ¿desde cuándo estás saliendo con alguien?

—Hace un par de semanas, solo han sido un par de encuentros, pero juro que son los mejores que he tenido en mi puta vida. Esa mujer es una diosa —suspira.

—Bien, te dejo disfrutar con tu niñata. Hasta luego —termino la llamada. No me queda nada más que esperar y ver todo lo que Catalino tiene para mí, estoy aburrido y con poco trabajo, así que ansío ver en qué consiste mi próximo trabajo.

Conduzco hasta el instituto en donde aún no se ha terminado la última práctica de MMA. Al ingresar al salón, ya ha iniciado. La jaula está siendo ocupada por mis dos practicantes favoritos Jason y “El hierro”. El fervor, las ansias, el ímpetu, de estos hombres, me recuerdan mis mejores tiempos antes de la lesión.

El Hierro sujeta por el cuello a Jason y en un movimiento casi fugaz, lo pasa por su espalda y coloca sus pies sobre sus hombros, creando una perfecta llave. Su pierna derecha rodea su cuello y sus músculos se tensan al trabar su respiración. Tres palmadas al suelo de Jason, terminan esta sesión. Me carcajeo al ver el ataque de tos de éste al ser liberado.

—Muy buena llave, Hierro —doy ligeros aplausos al verlos salir de la jaula. 

—Siguiendo al mejor —me golpea

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Siguiendo al mejor —me golpea. El verdadero nombre de Hierro es Patricio Adauto, es brasileño, de piel oscura y ojos saltones. Recuerdo el viaje en que lo recluté, un hombre en edad madura, sin saber nada más que dar patadas de manera espectacular y mal ignorado por los "expertos" de las artes marciales de todo Brasil, ahora, está a punto de ganar un campeonato regional, representando un país que no es el de su origen, sin embargo, lo ha acogido como si fuese un hijo, y le ha dado todo, solo falta lo último y más importante, la gloria de ser campeón. A su edad, 42 años, ya para muchos se acabó el tiempo de ser un buen peleador, sin embargo, algunos, incluido él, todavía tienen ese montón de fuerza reservada para acabar con los jóvenes que ahora solo se dedican a meter basura a su cuerpo, para lucir más voluminosos, porque fuertes no son. El resto de la jornada lo paso entre supervisión de prácticas, agotando el tiempo antes de retirar el informe donde Catalino.

***

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

***

La mayoría de mesas, como es usual, están desocupadas, me dirijo directamente hasta la barra.

—Hermano —saludo a Catalino con un fuerte apretón de manos. Él me ofrece una sonrisa sincera y saca una jarra para llenarla de cerveza y me la entrega. Le doy un par de sorbos y la regreso a la barra, mientras él se escabulle debajo del mostrador.

—Aquí tienes tu paquete, intacto como siempre —no puedo evitar sentir ansiedad al tener esto en mis manos, muero de curiosidad por confirmar mis sospechas. Termino la cerveza de un solo sorbo.

—Excelente, me tengo que ir, se hace tarde —me despido. Corro hasta mi auto y conduzco dos cuadras más adelante. Rompo, con poca delicadeza, el sobre y vierto su contenido en el asiento del co-conductor.

Nombre: Diane Fountaine.
Dirección: N/D

Veo la foto adjunta tamaño 6x9

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Veo la foto adjunta tamaño 6x9. Maldita sea, esos ojos, esa boca, esa mirada, son tan parecidas, solo que sus ojos... Dios.

No puedo seguir leyendo. Mis jodidas sospechas, han sido confirmadas.

Letargo II: ADORMECIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora