3. Adelise

596 51 22
                                    


"La oscuridad que dormía en ella, despierta por él."

Mi reloj de mano marca las seis de la tarde conduzco a una velocidad moderada cuando doy vuelta en la calle y me estaciono. El lugar no luce como un simple almacén, un enorme letrero cuelga por encima de la puerta, las letras negras definen el nombre de la academia y la cabeza de un dragón termina en una esquina.

—Bien, aquí vamos —me digo para darme ánimos.

Ha pasado una semana desde que renuncié a la compañía del señor Clark, y aunque con la liquidación que me dio podría sobrevivir el año, el quedarme sin hacer absolutamente nada no me viene nada bien. Así que luego de darle un millón de vueltas en la cabeza a la oferta que Enzo me ha hecho... aquí estoy, lista para entrar a un matadero y lo digo literalmente, quien sabe que salvajadas me deparen al cruzar las puertas. Empujo las grandes estructuras con algo de dificultad, adentro la luz es tenue, a comparación del clima frio de afuera aquí dentro es sumamente cálido, el piso esta pulido, veo varios costales de boxeo colgando de una esquina, casilleros en el otro lado pero lo que llama mi atención es la enorme jaula que se sitúa en el centro. ¡¿En dónde demonios me he metido!? Doy un paso atrás con desconfianza y luego un respingo por la repentina aparición de Enzo.

—¿Asustada? —inquiere, una ligera sonrisa le juguetea en los labios.

Trago con fuerza.

—¿Qué diantres es eso? —apunto la jaula.

—Es donde pelean mis muchachos —explica. Tiende una mano hacia mí y agrega—: Ven, voy a mostrarte. Aquí —dice golpeando con fuerza un costal de box—, los entreno, hacen box, pesas, calentamiento, en fin se ponen en forma. —De un salto se sitúa dentro de la jaula y grita para que lo escuche pues he dado pasos hacia atrás—. Y acá, ponen en práctica las técnicas que les he enseñado...

Enzo interrumpe su discurso, pues en ese preciso instante las puertas se abren y un hombre voluptuoso entra como si lo persiguiera el diablo. Lleva puesta una sudadera gris y unos pantalones deportivos, brinca de aquí para allá, me imagino que para entrar en calor.

—Está siendo un frio de mierda... —se calla en cuanto me mira, sus ojos reflejan sorpresa, cuando me recorren de pies a cabeza la confusión se aprecia en su cara.

—Jason ella es Adelise, trabajara con nosotros.

Jason me tiende una mano y la tomo, la mía queda oculta en la de él. La idea de ser aplastada por esa mole me deja son habla.

—Diste en el blanco —los labios del hombre forman una sonrisa pícara— lo que le faltaba a este lugar es una animadora muy reservada para mi gusto —aclara tomado mi suéter un segundo entre sus dedos y dejándolo caer con aburrimiento.

—Oye, no molestes y sube aquí, antes de que llegara le estaba mostrando de que va lo que hacemos pues ella cree que solo tiramos puños y patadas a lo loco por el mero placer de hacer sufrir a alguien más.

—Y he ahí el cuento de siempre —agrega Jason con desgana.

—Lo siento, no se me da bien los deportes de contacto físico —digo encontrando mi voz.

Veo a Enzo murmurar algo por lo bajo y reír solo, en cuanto sus ojos se encuentran con los míos se recompone. Entonces le dice algo a Jason y lo siguiente que sé es que Enzo le ha pegado y ahora Jason está en el suelo. Me acerco un poco preocupada por él, pero al siguiente segundo Jason vuelve a estar de pie, un golpe y la espalda de Enzo golpea la jaula. Doy otro paso hacia el frente, ahora tengo una mejor vista de todo, veo las llaves, los movimientos, lucen como animales pensantes. Todo termina cuando Enzo vuelve a dejar a Jason en el suelo y este se da por vencido. Para mi sorpresa estoy aplaudiendo y sonriendo. Ambos hombres se ponen de pie. El primero en salir es Jason.

—Espero que le haya agradado la demostración señorita —dice me guiña un ojo y se va a la esquina donde luego de ponerse unos auriculares comienza a golpear el costal de box.

Enzo sale de la jaula y antes de acercarse a mí se quita la camisa. Perlas de sudor están esparcidas por su frente y pecho. Y cuando se voltea y se agacha para tomar un termo del suelo me doy cuenta del impresionante dragón que tiene tatuado en un costado, la cola le recorre la cintura y se esconde en el elástico de sus pantalones deportivos, el cuerpo y las garrad quedan en un costado de su cintura mientras que la cabeza descansa en su espalda. Las yemas de mis dedos hormiguean por el deseo de pasar la tinta negra.

—¿Quieres intentarlo? —dice, mirándome con interés.

Doy un paso hacia atrás, asustada. ¿Acaso puede leer los pensamientos?

—¿Cómo? —mi voz es apenas un susurro. No sé qué es lo que me ha dejado más impresionada, la demostración de artes marciales, el dragón que marca su cuerpo o el monumento estupendamente tonificado que es el dorso de Enzo.

—¿Dar unas cuantas patadas?

—Oh eso —dejo escapar un suspiro de alivio y trago con fuerza. Por más que trato mis ojos no pueden quedarse quietos en su cara y viajan una y otra vez a su pecho, a su abdomen y a las partes del dragón que puedo ver mientras el permanece de pie frente a mí—. No en definitiva.

Lo escucho soltar una carcajada divertida, doy otro paso hacia atrás para mirarlo mejor y para saber si hacia mis fantasías sobre tocarlo desaparecen. No funcionan, al contrario se acentúan. Decido agachar el rostro lo que provoca que un mechón rizado se suelte de mi peinado.

—Daria todo lo que tengo por saber qué es lo que está sucediendo ahí —dice, siento su dedo apretar en mi cien. Y luego pone detrás de mí oreja ese rizo rebelde que se ha soltado.

El calor de la vergüenza se expande por mis mejillas, mi cuello y otras partes de mie cuerpo por las que no debería de suceder. Creo que necesito aire.

—No creo que este lugar sea el sitio para mí —suelto de pronto.

—¿Demasiada violencia? ¿O demasiada piel?

En lugar de contestar a sus preguntas digo:

—Creo que necesito tomar aire.

Cuando salgo, el clima frio me hiere el rostro, pero se siente bien. Cuando salga de aquí iré directo a confesarme.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 15, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Letargo II: ADORMECIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora