Hace muchos ciclos, demasiados para ser contados, no existía nada sobre la tierra, reinaba el silencio y las oscuridad, no existía el agua, ni el viento, no existía el sonido, solo existía un hombre, que siempre caminaba en medio de la nada y sin rumbo alguno.
Aquél hombre no tenía nombre, no se hacía llamar de ninguna manera, no necesitaba alimento, no necesitaba el descanso, mucho menos el sueño, no necesitaba ver, no necesitaba sentir, no había nada que los pudiese lastimar, sólo había algo que confortaba a aquél hombre a diario, el meditar, el pensar constantemente en las cosas que no conocía, en las cosas que ni siquiera sabía que existían, en las fantasías que existían en su mente, pero como el hombre no conocía nada en realidad, todos aquéllos pensamientos no eran más que sombras en su mente.
Un día, a lo largo de muchas de sus caminatas, el hombre encontró algo que jamás había visto en su vida, en medio de la oscuridad vio un punto. El hombre no sabía qué era eso, comenzó a experimentar cosas que jamás había sentido, conoció el miedo, la curiosidad, la ansiedad, la ilusión de ver algo diferente. El hombre estiró su mano, pero no alcanzó aquél punto, el hombre continuó caminando, notaba que el punto se hacía cada vez más amplio. Pensó en detenerse, pensó en regresar, pensó que no sabía qué era ése flujo de energía que llegaba de su pecho y se extendía hasta sus piernas, le provocaba estremecerse, y le hacía sentir frio y temblar.
El hombre llegó, y vio una línea recta que dividía la oscuridad de la luz, jamás había visto ése lugar, era extraño y cálido comparado con la oscuridad. Observó su alrededor, no existía nada salvo la luz. El hombre puso un pie dentro de aquél extraño lugar, inmediatamente lo retiró, esperó un momento, y al comprobar que no pasaba nada volvió a pisar aquél lugar desconocido que le provocaba sensaciones nuevas y extrañas.
El hombre continuó caminando, trazaba un camino en su mente, un camino que no llevaba a nada, pero que satisfacía su curiosidad. Quería saber qué era aquél lugar, por qué jamás lo había visto o conocido, quería saber si existía algún otro lugar así, quería saber si tenía fin como la oscuridad, quería saber que había más allá de lo que él conocía.
Pasó el tiempo, el hombre comenzaba a sentir el cansancio, la desesperación, deseaba encontrar más, pero no se veía nada a lo lejos, ni alrededor, sólo un espacio vacío y con luz, el hombre, cóncavo por no encontrar nada decidió sentarse, era la primera vez que lo hacía, sintió alivio, descanso, paz interior. El hombre decidió que es lo que haría de ahora en adelante, solo mantenerse sentado, pensando, meditando, no necesitaba más.
En algún momento de su existencia, mientras meditaba, el hombre se percató de algo, sintió que había algo cerca de él, abrió los ojos y miró a su alrededor, no había nada. Los volvió a cerrar, y percibió esa sensación de nuevo, entonces el hombre se dio cuenta de que no necesitaba la vista. Entonces, por primera vez, existió el sonido, el hombre lo escuchaba, y lo lastimaba, retumbaba en sus oídos, era potente, y el hombre no lo conocía, conocía el sonido de su voz, en su mente, en todos sus pensamientos, pero jamás pronunció sonido alguno aquella boca.
El hombre decidió olvidar todas sus emociones y sensaciones, prestar toda tu atención en esa cosa extraña, escuchar y focalizarse en entender. Al principio le pareció muy difícil hacerlo, solo sentía dolorosas vibraciones, después solo percibía balbuceos incomprensibles, al final, cuando su oído se había acostumbrado lo comprendió todo, era una voz, tal como la que escuchaba en su mente, era clara, era suave y la entendía perfectamente.
-Hombre de la oscuridad, – escuchó decir a la voz – me presento ante ti. Yo soy tu creador y mi nombre es Macn. Tú has sido mi primera creación y me siento orgulloso de ti, has aprendido mucho sin tener nada a cambio, y por eso mismo, te proporcionaré una recompensa. ¿Qué deseas hombre de la oscuridad?
El hombre jamás había pronunciado ningún sonido, trató, pero no lo logró, lo intentó de nuevo pero le lastimó, lo intentó y salió un hilo de voz.
-¿Qué soy? – Preguntó el hombre de la oscuridad y apenas se escuchó.
-Tú, eres mi más preciado tesoro. – Contestó suavemente el dios Macn. – Tú, eres un ser con vida, eres un hombre, eres mi primer regalo a éste mundo.
El hombre quedó en silencio absoluto, tenía tantas preguntas, pero ninguna llegaba a su mente, solamente una pregunta, que no sabía si era correcto preguntar, su mente daba vueltas, había confusión en su ser.
-¿Qué te aqueja? Hombre de la oscuridad. – Preguntó el dios Macn.
-¿Por qué sólo existo yo? – Preguntó el hombre de la oscuridad con mucho esfuerzo al hablar.
-Porque eres lo más hermoso que existe, y no necesito nada más hermoso que tu, mi pequeño hombre de la oscuridad. – Contestó el dios Macn con serenidad.
-Macn, mi creador, deseo conocer más, saber que hay más allá de lo que ya sé. Eso es todo lo que anhelo. – Contestó el hombre de la oscuridad con firmeza en su voz.
El dios Macn quería complacer al hombre de la oscuridad, a su más hermosa creación. Sabía lo que debía hacer, era lo que su hombre deseaba. Y el dios Macn sabía que lo merecía.
-Bien, hombre de la oscuridad, tu recompensa será el conocer los tiempos futuros, sabrás lo que pasa hoy y sabrás lo que pasará mañana. Pero para esto debes saber que debes hacer un sacrificio, sólo serás un espectador, y tú, serás el inicio de la vida que conocerás mi pequeño hombre de la oscuridad que habita la luz. – Dijo el dios Macn con tristeza, pero orgulloso de su creación.
-Macn mi creador, lo acepto. – Afirmó el hombre de la oscuridad.
El hombre de la oscuridad se levantó, levantó los brazos y miró al frente, sus pies comenzaron a introducirse en el terreno, su cuerpo se tornó firme, su cabello creció hacia arriba. El hombre de la oscuridad se convirtió en madera, su cabello en hojas verdes, a su alrededor el terreno se volvió color café y de él crecieron hilos de color verde con hermosos botones coloridos. El último aliento del hombre salió con fuerza y de un hermoso color azul, subió e iluminó el cielo. El hombre de la oscuridad lloraba de alegría, todo a su alrededor era hermoso, el cielo, el pasto, miles de aromas brotaban e inundaban su ser. Sopló antes de convertirse totalmente en aquél frondoso y hermoso árbol y creó el primer viento. El hombre de la oscuridad, la primera creación del dios Macn ahora era el inicio de toda la vida.