- Ahí está – susurraba una chica hacia su amiga.
- Es un bicho raro – susurraba la otra mientras sonreía con malicia al verla pasar.
Para Asuna Yuuki, todo aquello era lo habitual en un día normal de clases en la universidad. Levantarse para ir era un suplicio y, sin embargo, lo hacía todas las mañanas con una sonrisa al pensar en una única persona. Esa persona cruzó en su campo de visión, vestido de negro como siempre, cruzando el pasillo con un par de libros sobre informática en dirección a su taquilla.
Su rostro serio y tímido empezó a cambiar a uno sonriente. Él era por lo que su mundo se movía, le amaba, pero el golpe de realidad llegó cuando menos se lo esperaba. Una de las puertas de la taquilla se abrió de golpe dándole en la cara y tirándola al suelo con un quejido.
- Qué torpe es – se reía la compañera que había abierto la taquilla.
- La pobre sólo tiene ojos para ese chico. Qué lástima da – se reía la otra – ni siquiera se da cuenta de que es invisible para él.
La chica cerró la taquilla y se marchó riéndose con su amiga por el pasillo. Pese a las ganas de llorar, se mantuvo firme y observó a la gente que caminaba a su lado, todos mirándola y riéndose al verla en el suelo, todos pasando de ella sin tenderle una mano. Todo le dio igual cuando un pensamiento cruzó su mente. ¿Qué pensaría ese chico de ella ahora? Sus ojos se desviaron a la taquilla del joven, pero él ya ni siquiera estaba allí. Esas chicas tenían razón en todo, ella era invisible.
Se armó de valor y decisión levantándose del frío suelo y recogiendo sus libros. La nariz le dolía mucho por el golpe y lo único que quería en ese momento era ir al baño para asegurarse que estaba bien.
Miró su reloj en la muñeca, apenas tenía tiempo para ir al baño, las clases iban a empezar. Entró en el aseo y se miró en el espejo. Su rostro estaba sonrojado, pero su nariz y la mejilla izquierda estaban algo más rojas de lo normal debido al golpe. Se tocó con las yemas de los dedos la punta de la nariz soltando otro leve quejido por el dolor.
Se remojó el rostro con el agua y salió de allí con rapidez para ir a clase. Cuando llegó, todos estaban de pie hablando con su grupo de amigos, pero ella simplemente entró y se sentó en su asiento de siempre. El profesor no tardó en llegar y empezaron con la clase.
A veces le resultaba irónico estar estudiando para asuntos sociales cuando ella ya tenía problemas en la universidad, sin embargo, siempre le había gustado ayudar a los demás, ayudar a los más indefensos, a los necesitados.
Cuando las clases acabaron, ningún compañero se quedó a esperarla mientras cerraba los libros, todos se marcharon sin mirar atrás. Caminó sola como siempre iba y se dirigió directamente a la cafetería de la universidad. Allí vio a Kazuto conversando con sus amigos alegremente y, aunque muchas chicas se acercaban a la mesa para hablar con ellos, Asuna no tenía el valor para hacerlo. En ocasiones le resultaba penoso haberse enamorado de un chico al que no conocía, con el que jamás había hablado.
- Sí que es penoso – susurró para sí misma.
Ni siquiera había terminado de sentarse cuando un plato de comida se le cayó encima. El quejido se ahogó en su garganta al sentir cómo el arroz con curry caía sobre su cabello y manchaba su blusa junto a la falda.
Las risas de ambas chicas sonaron a su espalda. Las conocía bien... llevaban así ya dos años, los dos años que ella llevaba en la facultad, los dos años que había estado enamorada de aquel chico en completo silencio. La gente volvió a mirarla. Podía sentir los ojos puestos en ella, sentía cómo la gente se reía a su espalda.
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Mi dulce hermanastra (Sword art online, Kirito-Asuna)
FanfictionPara ella la Universidad sólo era un infierno, tan sólo ver a Kazuto conseguía alegrarle el día pese a que él ni siquiera sabía de su existencia. Inmersa en los juegos online, tan sólo era la burla de sus compañeras, pero aquel día... la broma fue d...