Abrió los ojos con lentitud y gran molestia por aquel intenso sol que aunque no calentaba, su luz llenaba toda la habitación. Se había acostado tarde haciendo aquella instancia, esa mazmorra que quizá debió haber dejado para otro día. Lo había dudado en la reunión. Estuvo a punto de levantarse y marcharse cuando aquel chico se le acercó pidiéndole hacer un equipo.
Nunca antes había jugado en equipo, no porque no quisiera, sino porque siempre había sido muy tímida y le daba vergüenza entablar amistad o conversaciones con extraños, más tratándose de juegos online en Internet. Nunca se sabía la clase de locos que podían rondar al otro lado.
Quiso rehusar la oferta, sin embargo, algo en la mirada de aquel chico le hizo cambiar de idea y aceptar. Parecía estar deseoso por hacer esa mazmorra y no podría hacerla solo. Quizá fue sólo eso, fue sólo que notó una soledad tan grande como la que ella solía cargar en la vida real y probablemente, también en el juego. No había deseado ser un jugador solitario, pero las circunstancias se habían terciado así. Al final se ganó esa fama y ya nadie le proponía unirse a ningún grupo creyendo que ella rehusaría la oferta, pero ese chico... se lo había propuesto. Simplemente, no pudo negarse.
Se llevó la mano a la frente y apartó su flequillo suspirando al mismo tiempo. La realidad no le gustaba y menos desde que se había enterado que Kazuto Kirigaya iba a ser su hermanastro. Era la peor de las noticias para ella porque quería decir, que ahora definitivamente, debía olvidarse de él.
- Maldita sea – se maldijo por su mala suerte.
- Asuna, despierta de una vez. No tardarán en llegar – escuchó que gritaba su madre desde abajo.
Con pereza miró el reloj. Eran las once de la mañana y al menos, no esperaba que llegasen hasta las doce o la hora de comer. Seguramente tendrían que desmontar muebles y hacer una mudanza no era algo fácil. Estarían guardando todas las cosas en cajas y en maletas antes de venir.
Se vistió con un pantalón vaquero y una camiseta blanca antes de salir de su cuarto en dirección a la cocina. Nada más salir, observó cómo su madre daba instrucciones a unos hombres para que metieran pantallas de ordenador y otras cosas electrónicas en uno de los cuartos de invitados. Para Kyouko no pasó desapercibida la cara de su hija.
- ¿Crees que le gustarán estos regalos a tu hermanastro? – preguntó entusiasmada – esa será su nueva habitación.
- Imagino que le gustarán – dijo Asuna intentando sonreír – estudia informática así que le gusta la tecnología. Voy a desayunar.
- Asuna... - intentó llamarla su madre, pero Asuna ya había comenzado a bajar las escaleras para ir a desayunar algo – Asuna – escuchó de nuevo la voz de su madre asomándose por la barandilla – ponte algo más elegante.
- ¿Por qué? Es una mudanza, no debería ponerme algo nuevo, podría romperse – dijo intentando evitar así el ponerse aquellos vestidos que su madre adoraba y que ella empezaba a detestar.
Casi todas las chicas de su facultad solían vestir bien, venían de familias importantes y adineradas, como ella. La única diferencia, es que ella no terminaba de comprender el motivo por el que se creían superiores a los demás. Sólo era dinero. Ella odiaba todo aquello, los largos viajes de su madre, la publicidad, los periodistas, la prensa y los reportajes, todo aquello que mantenía ocupada a su madre olvidando así que tenía una hija. Estaba cansada de ser simplemente, un cero a la izquierda y que le regalase dinero para que se comprase lo que quisiera y tratara de ocupar el vacío que su madre dejaba cuando no acudía a sus cumpleaños, ni a nada importante en su vida.
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Mi dulce hermanastra (Sword art online, Kirito-Asuna)
FanfictionPara ella la Universidad sólo era un infierno, tan sólo ver a Kazuto conseguía alegrarle el día pese a que él ni siquiera sabía de su existencia. Inmersa en los juegos online, tan sólo era la burla de sus compañeras, pero aquel día... la broma fue d...