Capítulo 2: La cena

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Toda la habitación se iluminó al darle a aquel pequeño interruptor. Para Asuna, tan sólo era una cena más de protocolo donde tendría que fingir que su familia estaba muy unida cuando no era cierto. Su padre... aquel hombre en el que siempre confió, se había suicidado hacía unos meses. Había tratado de entender miles de veces el motivo de aquel acto que a ella le resultaba cobarde y a la vez... inexplicablemente valiente. Su padre había sido un luchador en la vida, siempre le consideró un hombre muy valiente y lo era si era capaz de llegar tan lejos, pero a la vez... veía en él la imagen de un perdedor, de un hombre que había tomado la salida más fácil y cobarde de todas en lugar de enfrentar un problema. Ahora su madre quería volver a casarse y ni siquiera conocía al hombre con el que compartirían su vida a partir de ahora.

Encima de la cama, estaba aquel vestido negro con una chaquetilla blanca. Su madre siempre le traía los últimos modelos de su colección. Quizá tenía algo bueno ser la idea de una diseñadora de moda, pero también tenía muchas cosas malas y entre ellas, eran las altas expectativas que tenía su madre puestas en ella, las largas horas de soledad, el asistir a los desfiles de su madre viendo cómo todos se fijaban en ella, observando cómo su madre siempre tenía más tiempo para la prensa, los comentaristas y los otros diseñadoras pero nunca tenía tiempo para pasarlo juntas. Hacía muchos años que se habían distanciado. Ya no compartían nada en común.

Resopló antes de sentarse en el colchón de su cama. Sus ojos se desviaron del vestido hacia la mesilla de noche donde reposaba el casco que utilizaba para jugar. La empresa de su padre había trabajado en aquel proyecto y ahora estaba en el mercado después de tanto tiempo en pruebas.

Tras el duro día de universidad, le encantaba relajarse unos minutos dentro de la bañera y luego, con el pijama puesto, jugar durante unas horas antes de hacer los deberes e irse a dormir, pero hoy... hoy tendría que conformarse con una ducha rápida y una cena a la que no le apetecía asistir. Sólo esperaba que el hijo de aquel hombre con el que su madre pensaba casarse, no fuera a su misma facultad y hubiera presenciado aquella humillación pública que le habían hecho.

Tras la ducha rápida, volvió a su cuarto para terminar de cambiarse y secarse su largo cabello castaño casi tirando a rubio, sin embargo, el timbre de la puerta sonó sorprendiéndola. No creía que hubiera sido lenta pero seguramente, los invitados estarían deseosos por aquella velada y se habían adelantado.

- Madre mía – dijo mirando el reloj y subiendo un nivel más la velocidad y el calor del secador.

Al apagar el secador y empezar a hacerse las trenzas laterales que acabarían en la parte trasera de su cabeza, escuchó la risa de su madre. Hacía años que no la había escuchado reír pero ahora, ni siquiera podía reconocer a su madre. Miró una última vez hacia la tapa del juego, "Alfheim". Allí se sentía a salvo y segura. Puede que nunca hubiera tenido mucha imaginación, que se hubiera puesto el mismo nombre que en la realidad, pero tantas chicas podían llamarse igual que no le dio importancia. Todo jugador sabía que los nombres solían inventarse, así que no sabrían si se lo había inventado o era su nombre real. En ese juego... ella se había aliado con la raza de los Undine, expertos en magia de curación y magia acuática. ¡Qué ganas tenía de jugar! Pero no podía, la cena esperaba.

Tras colocarse el vestido y la chaquetilla, abrió la puerta observando por el hueco de la escalera, la resplandeciente luz. Las voces se escuchaban muy claras, hablaban sobre la cena y su madre intentaba aparentar que ella había cocinado pese a que Asuna sabía muy bien, que su madre hacía años que había abandonado la cocina. Seguramente alguno de sus ayudantes personales había pedido algo en alguno de los mejores restaurantes de la zona.

Bajó los peldaños con cuidado e intentó colocar su mejor sonrisa. Aquel hombre no tardó ni dos segundos en fijar sus ojos en ella, sonrojarse por la vergüenza de conocer finalmente a la hija de su futura esposa y saludar cordialmente. Asuna saludó también muy amablemente, aunque cuando fueron a presentar al hijo, todo su mundo cayó al instante.

Mi dulce hermanastra (Sword art online, Kirito-Asuna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora