I

112 7 1
                                    

La oscuridad me cegaba y el  maldito silencio abundaba todo el lugar. Me encontraba desorientada, con sequedad en el filo de mis labios..y sobretodo, con mucho miedo. Mi cabeza no paraba de formular la misma pregunta; "¿Dónde estoy?"...y no obtuve ninguna respuesta hasta que sentí una serie de pasos acercándose hacia mí.

Una voz grave e impotente resonó en lo que en mi imaginación era una gran habitación.

-¿Es ella, no..? Chicos, no sean mamaguevos, quitenle la venda. Pero no le den mucha confianza. Ya saben que no pueden confiar ni en su propia sombra, ¿entendido?

-Sí, patrón. No se preocupe.. -dijeron dos hombres de voz grave también simultáneamente. 

Me retiraron la venda, y lo primero que observé fueron unos grandes ojos color café analizando cada detalle de mi rostro, intimidandome. 

-Supongo que sabrás por qué estas aquí, ¿no? -dijo mostrando una pequeña sonrisa- Bueno, no te preocupes, seguramente no te habrán informado lo suficiente. Estás aquí por una razón; ayudarnos a conseguir entrar en una cámara en la cuál están guardados y archivados todos los movimientos que he realizado desde que empecé en el mundo del narcotráfico. Dicha cámara está protegida por el gobierno, por lo tanto, es una misión peligrosa. Gacha me ha hablado muy bien de tí, que eres una gran detective, y que podríamos contar contigo en cualquier momento a pesar de las circunstancias. Lo único que te pedimos es que nos seas fiel y cumplas nuestras órdenes, porque si nos fallas...no vivirás para contarlo. -dijo mirándome a los ojos fijamente, apenas sin pestañear.

Lo único que supe hacer fue asentir. No sabía cómo reaccionar ante esa situación. Yo era una persona simple, con una vida monótona, y nunca pensé que habría algo de "aventura" en mi vida, ya que siempre me pasaba trabajando en la oficina leyendo estúpidos informes de delincuentes adolescentes. Un compañero mío peruano estaba trabajando varios días atrás el caso del famoso Pablo Escobar..¿y quien diría que lo tengo en frente de mí? y encima, cómo jefe.

La verdad, es que no podía negar que era jodidamente atractivo. Y más atractivo aún su acento colombiano. Me reí internamente y sacudí la cabeza; no debía pensar esta serie de cosas. Por mucha belleza que tuviera, él era peligroso. Y yo estaba en peligro.

Del cansancio, caí en los brazos de morfeo y dormí profundamente, hasta que mi sueño se paró en seco debido a unos gritos. 

Lo único que recordé fue a un robusto hombre cogiéndome en brazos con desesperación, y luego todo se tornó negro.


-Charly

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Charly.

Aires de Colombia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora